Nuevo libro del Pontífice sobre las relaciones y la comunicación publicado en tiempos de COVID-19El papa Francisco escribió un texto inédito para acompañar la publicación de un libro titulado: “Diversos y unidos. Comunico y, por lo tanto, soy“, en el cual se recopilan textos y discursos sobre las relaciones humanas.
“Con la mirada de Jesús”, es el titulo del texto inédito escrito por Francisco que se encuentra dentro del libro publicado por la Editora Librería Vaticana.
Jesús mira con amor a las personas que encuentra.
El Papa citó el Evangelio según Marcos que habla de un joven rico que se acercó a Jesús buscando la forma de conseguir la vida eterna… finalmente se fue triste porque amaba más sus riquezas que a Dios. “Jesús, fijando en él su mirada, le amó y le dijo: “Una cosa te falta: anda, cuanto tienes véndelo y dáselo a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo; luego, ven y sígueme”.
Francisco subrayó un detalle que le perece muy importante: “Un detalle que dice mucho sobre el estilo de Jesús, sobre ese estilo que es “esencia”, “sustancia” y nos muestra una forma de vivir como verdaderos hombres en el mundo. Ser hombre significa comunicarse, entrar en contacto con el mundo y con los demás y construir relaciones”.
En su reflexión subrayó el intercambio entre Jesús y el joven rico: “Jesús no sólo piensa en lo que quiere decir a su interlocutor, sino que piensa en él, en quien está delante de él, incluso antes de pensar, lo mira, lo mira fijamente, con amor”.
“Jesús mostró este estilo no sólo con el joven rico sino con toda la gente que conoció. Después de todo, el Evangelio es (también) el relato de los muchos encuentros de Jesús a lo largo de su viaje por las calles de Palestina. (…)
Mirar con amor al interlocutor
La comunicación como una mirada desde el amor: “Seguramente esa mirada es la misma con la que Jesús ofrece su mejilla a Judas llamándole “amigo”, la misma con la que se vuelve hacia Pedro mientras el gallo canta”.
Es la misma mirada “con la que observa en silencio el desdichado espectáculo del rey Herodes, que espera algún gesto milagroso de él antes de devolverlo decepcionado por Pilato. Incluso en el diálogo con el procurador romano, Jesús lo habrá mirado con amor”, afirma el Papa.
La comunicación de Jesús
“La fe cristiana se basa en esta simple afirmación: Jesús es divino por naturaleza y Dios es amor. Este fundamento determina una serie de consecuencias y cambia toda la forma de estar en el mundo del cristiano”.
“Sin esa mirada de amor, de comunicación humana, el diálogo entre las personas puede fácilmente convertirse sólo en un duelo dialéctico, pero esa mirada revela que hay otra cuestión en juego, una vertiginosa, que no tiene en su centro el mérito de la discusión sino mucho más, el sentido mismo de la existencia, el mío y el de mi interlocutor”.
La comunicación es mirar a los ojos
El Papa afirma que es “Interesante” ver que el evangelista usa el termino: “fijando” su mirada, un “verbo que implica una actitud contemplativa que a su vez requiere una dilatación temporal, una detención del momento casi para saborear cada momento. Especialmente en las sociedades occidentales el verbo “fijar”, la actitud contemplativa parece no tener ya ciudadanía”. Algo en vía de extinción: mirar a los ojos.
Francisco se lamenta pues “ya nadie se queda mirando a nadie más, de hecho si esto sucede automáticamente se desencadena una sensación de malestar y una reacción como si estuviera frente a un peligro. Así que algo se pierde, nadie se mira a los ojos, nadie “se pone” delante de los demás, deteniendo por un momento la frenética carrera del tiempo a la que estamos sometidos”.
Las relaciones desinteresadas
El Pontífice cita un discurso que hizo al regresar de su viaje a Asia en noviembre pasado: “Mi esperanza es que Occidente recupere de Oriente el sentido de la “poesía”, es decir, por esta hermosa palabra precisamente el sentido de la contemplación, de detenerse y darse un momento de apertura hacia sí mismo y hacia los demás en el signo de la gratuidad, del puro desinterés”. “Sin ese “más” de la poesía, sin ese don, sin gratuidad, no puede nacer un verdadero encuentro, ni una comunicación propiamente humana”.
La comunicación no es información
Los hombres y mujeres “se ‘comunican’ no sólo porque intercambian información, sino porque tratan de construir una comunión. Por lo tanto, las palabras deben ser como puentes construidos para acercar las diferentes posiciones, para crear un terreno común, un lugar de encuentro, comparación y crecimiento”.
La comunicación es escuchar
“Este acercamiento tiene como condición de partida que estemos dispuestos a escuchar pacientemente las posiciones de cada uno porque mirar, mirar presupone aceptar de ser fijados (con la mirada), mirados: en la comunicación nos ofrecemos el uno al otro. (…).
Mi identidad es un punto de partida, pero sin la alteridad se desmorona, se marchita y corre el riesgo de morir. Sin el reconocimiento de la alteridad, no sólo el otro muere sino también yo mismo. Lo importante, sin embargo, es que este reconocimiento, para ser “pleno”, debe abrirse al reconocimiento de la libertad del otro. Este punto es crucial. Aquí nos movemos una vez más en el corazón del cristianismo”.
La comunicación se da en la libertad
Sigue siendo iluminante, escribe el Pontífice, esa frase de tres palabras: “mirándolo fijamente, lo amó“. “Jesús no mira al otro como un ‘espectáculo’, sino como una persona, como un don, como un ser que Dios quiso crear libremente (por amor) y poner en su camino. En su mirada de amor ya está insertada la dimensión de la libertad. Se ama sólo en la libertad y sólo el amor verdadero hace y deja a los demás libres”.
La libertad es para el Papa “el ‘condimento’ esencial para hacer plenamente humana la existencia de las personas en la tierra, y por lo tanto también todo acto comunicativo”. Sin la libertad no hay verdad, toda relación se convierte en ficción, hipocresía, se desliza en la superficialidad o, peor aún, en la instrumentalización”.
La comunicación es asumir riesgos
Francisco ilustra que “amar quiere decir estar abierto al riesgo. Jesús, al mirar al joven que tiene delante de él, no lo ‘escruta’ para encontrar sus puntos débiles, sino que lo contempla como si acabara de salir de las manos creadoras de Dios Padre y es feliz con su existencia, lo ama y lo llama a superar todas las prisiones y las heridas pasadas para un futuro de plenitud, respondiendo así a su pregunta sobre la posibilidad de una vida eterna”.
“Que la mirada de Dios pueda descansar siempre en nuestra vida y que nosotros, a su vez, al entrar en relación y comunicando con los otros hombres, tengamos la misma mirada de Jesús que nos mira fijo con los ojos del amor gratuito y generoso hasta la entrega total de sí mismo”.