Tantísimas cosas que nos enseñan los grandes clásicos
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En plena Edad Media en España, el infante Don Juan Manuel (1282-1348) usando esa lengua de frontera que era ya el castellano, acomete la escritura de diversos tratados de fondo didáctico y ejemplarizante. Entre ellos es especialmente célebre El conde Lucanor (1335) o, más precisamente, Libro de los enxiemplos del conde Lucanor et de Patronio.
Juan Manuel fue miembro de la casa real, sobrino del rey Alfonso X, el sabio y, entre otros títulos ostentó el de adelantado mayor de Murcia (de lo cual deja constancia en el prólogo de esta obra), lugar donde compuso El conde Lucanor entre los años 1331 y 1335, concretamente en el castillo de la localidad de Molina Seca (actual Molina del Segura).
Su objetivo explícito es enseñar deleitando, “al modo de los médicos que, cuando quieren preparar una medicina para el hígado, como al hígado agrada lo dulce, ponen en la medicina un poco de azúcar o miel, u otra cosa que resulte dulce, pues por el gusto que siente el hígado a lo dulce, lo atrae para sí, y con ello a la medicina que tanto le beneficiará”.
La obra consta de cinco partes de desigual estructura y dimensiones. La más conocida y extensa es la primera, que se desarrolla “imaginando las conversaciones entre un gran señor, el Conde Lucanor y su consejero, llamado Patronio” quien ejerce de maestro y mentor que orienta a su señor ante las diversas dificultades que éste va planteándole. Esta primera parte consta de una serie de enxiemplos, ejemplos o relatos morales en forma de historias breves que Petronio cuenta con el fin de ilustrar algún problema de índole moral que Lucanor le había propuesto.
Cada historia es independiente del resto y sólo la trama argumental los sitúa junto al resto. Al final de cada cuento toman nuevamente la palabra Petronio y el conde y se cierra con unos versos que ayuden a fijar la enseñanza. Se trata, en definitiva, de una historia con moraleja explícita.
El lector interesado encontrará fácilmente ediciones con lenguaje actual, aunque quien sea capaz de leer en castellano antiguo también podrá hacerlo. Veamos la moraleja del exemplo V en ambas versiones:
Qui te alaba con lo que non es en ti
sabe que quiere levar lo que as de ti | Quien te encuentra bellezas que no tienes,
siempre busca quitarte algunos bienes |
Los cuentos reflejan el universo medieval pero lo transcienden en cuanto alcanzan lo humano y universal. Buena parte de los relatos ha servido de inspiración a obras posteriores; se trata de historias que, para quien no conozca El conde Lucanor, le habrán llegado por otras fuentes; así, por ejemplo, el cuento de la lechera o La fierecilla domada de Schakespeare, que se inspira en el enxiemplo 40.
Tras los cincuenta y un enxiemplos da comienzo la segunda parte. Ahí cuenta que Don Jaime, señor de Jérica, le había pedido que los siguientes libros no fuesen tan “llanos y declarados” como los enxiemplos. Siguiendo el consejo de Don Jaime, la escritura de los siguientes es “más oscura”.
Si la primera parte consta de cincuenta y una historias de extensión breve pero variable (oscilan entre dos y 20 páginas), en las partes segunda a cuarta nos encontramos con dichos breves, “proverbios” o refranes sobre los más variados asuntos del estilo siguiente: “Quien tiene amigos sólo por lo que les da, poco le durarán”. De manera que, afirma Patronio, “cualquier hombre que todos estos proverbios y ensiemplos supiese y los guardase y se aprovechase de ellos tendría suficiente para salvar el alma y guardar su hacienda y su fama y su honra y su estado”.
La quinta y última parte es muy distinta de las anteriores: se trata de una especie de tratado para indicar qué hay que hacer para ganar la gloria del Paraíso.
Escrito en la madurez personal de su autor, se trata de una obra clásica de literatura sapiencial. Desde la altura de su experiencia y su visión de la vida, intenta transmitir al lector las enseñanzas adquiridas a lo largo del tiempo. La gran diversidad de historias y proverbios logran una obra de lectura entretenida, amena, y que invita a la reflexión.