Cuando las perspectivas son negativas, la solución pasa por una ayuda profesional. Expertos en coaching ejecutivo hablan de “7 momentos” clave
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La crisis económica que ha desencadenado el coronavirus está haciendo mella en nuestras vidas. Ha desencadenado muchas crisis existenciales.
Para muchos empresarios, supone un revés de tal magnitud que cuesta encajar las consecuencias. Por de pronto, plantea interrogantes que van más allá de lo profesional: ¿qué hago con los trabajadores de mi empresa y sus familias?, ¿qué pasará con los míos?, ¿qué va a pensar mi entorno social de mi fracaso? Son preguntas que abocan a la desesperanza si uno no las encauza bien.
A las cifras y los terribles resultados económicos que arroja la pandemia y el confinamiento, se suman perspectivas negativas en amplios sectores como la industria del motor, el turismo y los servicios en general.
Esto afecta tanto a los trabajadores por cuenta ajena como a los empresarios, autónomos y emprendedores de modo particular.
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Cuando el horizonte se tiñe de negro
Millones de personas quedan afectadas por el desempleo. Para los empresarios, aparece el fantasma de los créditos pendientes, las obligaciones, el cierre del mercado y la falta de perspectivas.
¿No queda más remedio que tirar la toalla? ¿Cómo afrontar esta crisis sin derrumbarse? ¿Con qué otros recursos puede contar un empresario?
Para encontrar nuevas soluciones
El coaching es un metodología que, en situaciones de incertidumbre o de derrumbamiento como la que estamos experimentando, permite que seamos capaces de aprender a encontrar nuevas soluciones.
El coaching no es la panacea, y por supuesto no es EL remedio a todos los problemas. Sin embargo, sí que es un método que sirve para que aprendamos a ver la misma realidad con otra perspectiva.
Al ver los mismos hechos con otras perspectivas somos capaces de encontrar por nosotros mismos nuevas soluciones.
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Un gran aliado a nuestro alcance
“El coaching no es sustituto del psiquiatra cuando una persona requiere atención médica para el cuidado de la salud mental. Pero sí es el gran aliado para prevenir males mayores ante una crisis”, afirma Estíbalitz Ortiz, directora ejecutiva de la Unidad de Coaching del IESE.
¿Para qué sirve el coaching en época de crisis?
“El coaching posibilita que cada persona se dé cuenta de cómo superar interferencias mentales y emocionales para así poder tomar mejores decisiones“, dice Estíbalitz Ortiz, directora ejecutiva de la Unidad de Coaching del IESE.
Puede ocurrir que con la crisis, uno mismo se vea obcecado en un planteamiento o crea que solo hay una salida posible a su problema, y seguramente no es así.
“El objetivo del coach es acompañar a la persona con la que trabaja para que esta sea capaz de generar una perspectiva más amplia: para que pueda ponderar más variedad de acciones, actitudes y comportamientos de cara a escoger los más útiles y constructivos“.
Ortiz forma parte, junto con otros 11 coautores del equipo de coaches que ha elaborado el libro “Los 7 momentos del coaching. Conversaciones para un viaje interior”, que ha sido editado por el profesor Alberto Ribera, director académico de la Unidad de Coaching del IESE y coeditado por Alan Mc Farlane y Nia Plamenova.
“Los ‘7 momentos’ hacen referencia a frases que expresan un paso en el proceso de coaching, con el que cada uno se puede identificar y así determina dónde se encuentra en ese proceso”.
En el libro se presentan como capítulos y en cada uno se exponen casos reales -vividos por los coaches– que ayudan al lector.
Algunos de esos momentos a que hacen referencia los expertos son:
Olvídate de todo.
Tomar distancia del problema nos ayudará a enfocarlo mejor y encontrar la solución. Es muy humano encontrarse inmerso en una situación, pero también disponemos de mecanismos para analizar y superar el obstáculo. El coaching ayuda a dar ese cambio de perspectiva“.
No se lo he contado a nadie antes.
En el coaching se necesita sinceridad con uno mismo y con el coach para poder avanzar. Puede ocurrir que haya elementos del problema que uno no ha verbalizado nunca. En cuanto lo hace, permite avanzar para encontrar el remedio adecuado.
No es fácil porque a veces para una persona es humillante reconocer miedos, errores o fracasos personales. La ventaja es que se experimenta un gran beneficio al ser sincero y esto ayuda a seguir siendo sinceros en las próximas dificultades.
Hablar ya supone un éxito. Callar a veces es dejar que se pudra algo dañino en nuestro interior.
Nadie me lo había dicho nunca.
Contar con un profesional “ajeno” es importante y más cuando nos dice cosas o plantea asuntos de un modo distinto a como siempre lo habíamos hecho. Esa es tarea que solo un buen coach sabe hacer: plantear asuntos del modo oportuno y en el momento idóneo para que sea eficaz”.
De ahí que ser coach no es tarea que cualquiera pueda desempeñar. Exige estudios, experiencia y ser competente para ayudar a otros. Últimamente proliferan personas que se dicen coach pero no lo son y en eso hay que tener mucho cuidado para no dejarse aconsejar por el primero que aparece en LinkedIn o en un anuncio en redes sociales.
Es exactamente lo mismo, ¡pero ahora lo veo distinto!
Cuando alguien acude a un coach, este le hará ver lo que siempre ha tenido delante pero con otros ojos, y eso en muchas ocasiones ya es el paso que lo cambia todo. Pero necesitamos a quien nos lo haga ver.
El coaching ejecutivo es el coaching basado en soluciones. El coach y la persona a la que atiende se centran en un objetivo/área/asunto específico para trabajarlo conjuntamente. No es cuestión de marear la perdiz o de analizar hasta el infinito sino de llegar a soluciones reales.
¡Vaya! ¡Lo tenía delante todo este tiempo!
En los procesos de coaching uno descubre una vía de solución que está a mano, que es más fácil de lo que imaginaba, pero uno solo no alcanzaba a verla.
Llegados a este punto, la crisis se ve de un modo totalmente distinto, como una oportunidad de crecer y de hacerse fuertes y mejores.
Llegar a pronunciar esta frase es ya un alivio para alguien que está en una situación de crisis económica que le afecta en lo personal. Hay esperanza y hay solución. Seguramente no la solución que imaginábamos, pero sí la que conduce a buen puerto.
Soy quien soy, y puedo hacerlo.
No es el coach el que lleva a cabo la solución. La solución la encontrará el empresario, el directivo, el autónomo o quien acuda a un proceso de coaching, pero el coach ha sido el que le ha orientado para salvar obstáculos, no bloquearse, ver opciones, borrar prejuicios….
Ortiz afirma que “el coaching ayuda a descubrir tus propios recursos. Generalmente, ante un problema las personas nos metemos en el tubo y no vemos más allá. En cambio, trabajando el coaching uno resuelve el problema y descubre capacidades que le servirán también en otros aspectos de la vida más adelante. Es un crecimiento de la persona que sirve para siempre”.
¡Ajá!
El séptimo momento en el proceso de coaching consiste en el descubrimiento de ideas nuevas, a veces a partir de puntos que estaban desconectados entre sí.
Lógicamente es el mejor punto de todos porque la persona llega a lo que necesitaba.
El libro propone un enfoque en el que el coaching ¨sirve¨ en el sentido más profundo de “servicio al ejecutivo que tiene que tomar decisiones difíciles. Sobre todo ahora en tiempos de graves crisis personales y profesionales”, explica Ortiz.
El coaching es un «acelerador»
Podemos ver el coaching así, como un “acelerador”, según los autores del libro: “Permite salir de los atascos, cambiar el modo en que actuamos y vislumbrar la mejor ruta posible más rápidamente de lo que lo haríamos solos“.
Pero aunque se habla de acelerador, resulta que el aspecto clave para que el coaching funcione es “dar un cierto parón” a la actividad habitual. De ahí que el subtítulo del libro hable de un “viaje interior”, matiza Estíbalitz Ortiz.
En las páginas de la obra se lee: “Paradójicamente, esa aceleración se obtiene con frecuencia como resultado de un ejercicio deliberado de frenar la velocidad y controlar la dispersión o el multitasking para estimular la reflexión: pararse a pensar y ganar así la claridad que mejora la toma de decisiones.”
“Pararse a pensar es un paso excelente para retomar las riendas de la situación”, concluye Alberto Rivera.
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