El fundador del Simposio Católico Virtual habla de su experiencia para Aleteia
Para ayudar a Aleteia a continuar su misión, haga una donación. De este modo, el futuro de Aleteia será también el suyo.
José Manuel de Urquidi, nacido en Monterrey México, empezó su vida empresarial fundando su cervecería y vendiendo sus cervezas en todo México. Pero Dios tenía otro plan y lo busco como a Jonás, hoy está entregado en cuerpo y alma a la evangelización digital y la producción de contenido para medios digitales.
Es así como soñó y creó el Simposio Catolico Virtual, que ofrece talleres y conferencias gratis de expertos en medios de comunicación, en redes sociales y evangelización digital para todos los jóvenes de todo el mundo. José Manuel nos compartió a Aleteia como este Simposio busca llegar a los jóvenes que están confinados en sus habitaciones por la pandemia, para darles fe, esperanza y ganas de evangelizar contra toda adversidad.
– Muchas gracias por concedernos esta entrevista. ¿Puedes decirnos tu nombre completo, de dónde eres, a qué te dedicas y cuáles son los talentos que Dios te dio?
Soy José Manuel de Urquidi González, nacido en Monterrey, Nuevo León (México), hace 36 años. Soy millennial, de los primeros.
Soy el mayor de seis hijos de un matrimonio que fundó hace 41 o 42 años una Comunidad de Alianza, que se llama “Jesed”, así que yo nací ahí, en el seno de una familia muy católica.
En preparatoria empecé con los “rollos” de que Dios no existe, y me metí en temas de filosofía; de hecho escribí una disertación de por qué Dios no existía. Total, después de algunos años, en un verano que decidí pasar en Minnesota en un simposio, que tenía que ver con temas de teología, regresé a la fe.
Entonces me hice la promesa de que, puesto que Dios existe, tenía que darle a sentido a mi vida. Sin embargo, mi carrera se ocupó de que yo tuviera una doble vida, por así decirlo: por un lado, temas evangelísticos y de apologética, y por el otro lado, yo tenía miedo o pena de hablarle de Dios a mis amigos y compañeros de la carrera. Es más fácil hacerlo con desconocidos.
Sin embargo yo sentía mucho el llamado de Dios a evangelizar, y a ayudar a dar formación. Luego me casé, e iba a Misa todas las semanas. Pero me metí en el tema de los negocios; empecé una cervecería con la que, gracias a Dios, enseguida pude vender mi producto en tiendas de todo México, restaurantes, etc.
Pero eso me colocaba del otro lado de donde Dios me llamaba, como Jonás. Me identifico mucho con Jonás en lo terco, cuando no se va a Nínive, como Dios quería, sino hasta la revolcada y la vomitada de la ballena. Y así pasó conmigo, que hasta hace un par de años decidí dejar todo, literalmente, y estoy sirviendo cien por ciento al Señor.
Eso que estoy haciendo, yo no sé si sea por talento, pero soy una persona que se emociona mucho al evangelizar y al dar a conocer más de nuestra fe. Lo estoy tratando de hacer a través de varias formas: tengo un podcast, y tengo una cosa que se llama “Juan Diego Network”, que es una red con la que ayudamos a crear y a producir podcast católicos, tanto de personas evangelizadoras, predicadoras, etc.
Entonces, básicamente eso es lo que estoy haciendo, y también el proyecto del Simposio Católico Virtual. Tuvimos la primera edición en mayo, y ahora estamos teniendo la segunda en finales de julio.
En mayo tuvimos varios temas, por día: evangelización, formación, familia, latinos en Estados Unidos, empresarios católicos. Y tuvimos obispos de 5 países, y fundadores… Bueno, ¡tuvimos muchas bendiciones, muchas cosas padrísimas!
Pero ahora quisimos hacer algo para jóvenes, porque sentimos que como Iglesia católica, y con ello me refiero a todos los bautizados, no estamos haciendo mucho por ellos así que se están perdiendo muchas almas.
Así que ahora nos estamos enfocando en eso, en ver cómo la gente está haciendo cosas padrísimas, cómo hay influencers que fundaron un apostolado, o cómo le hacen los que son directores, o los que tienen un estudio de algo. Es decir, se trata de compartir buenas prácticas a fin de hacer cosas hacia adentro de nuestro grupo, apostolado, parroquia o diócesis.
El punto es ser y hacer Iglesia. Y eso es lo que estamos intentando de diversas formas, compartiendo ideas, estrategias, tácticas y recursos para evangelizar mejor, sobre todo a los jóvenes porque les hace mucha falta que les llegue el mensaje.
– ¿Eres casado, tienes hijos? ¿Cómo es esa parte de tu vida?
Sí, soy casado; hace 8 años me casé. Tengo una hija que en octubre cumple 6 años, un hijo que en diciembre cumple 4 años, y un hijo que en unos días va a cumplir 3 meses.
Ahora, en esta cuarentena, que ya no sé ni cuánto tiempo llevamos, estudio y trabajo en casa. Desde que iba a nacer mi hija, me metí mucho en el estudio de cómo ser un buen padre. Me encanta estar con mis hijos, irme de campamento con ellos; y tenemos nuestros rituales, lo que hacemos en la mañana y en la noche, como es orar juntos, y con ciertas partes: las intenciones, dar gracias, cantar, etc., y al final darnos la bendición; y esto desde chiquitos. Está bien que los padres bendigan a los hijos, pero también hay que enseñar a los hijos a bendecir a sus padres.
Durante el día, generalmente despierto temprano, y una de las cosas que más me gustan hacer entonces es leerle a mis hijos; nos encanta leer, sobre todo de la Biblia. ¡Y nos encantan las canciones! Todo el tiempo que estoy con ellos trato de cantar canciones bíblicas o de santos. Desgraciadamente hay muy pocas canciones católicas para niños, pero hay muchísimas en las denominaciones cristianas protestantes, que nos encantan.
– ¿Qué fue primero: la cuarentena y luego el Simposio, o primero el Simposio y luego la cuarentena? ¿Cómo surgió ese sueño?
A finales del año pasado, cuando yo estaba tratando de conseguir dinero de donadores o bienechores, yo llevaba años escuchando podcast católicos en inglés; y yo me decía: ¿Por qué los podcast en español siempre tienen que ser puras homilías, mal grabadas, con todo el eco del mundo? La gente que quiere oír una homilía va a la iglesia”.
Y yo, en “Juan Diego Network”, una de las cosas que proyectaba era un Simposio Virtual, aunque mi idea era muy diferente de lo que estamos haciendo este año. Yo pensaba en Simposio Virtual pero con creadores de contenido; la cosa era invitarnos entre católicos en una cosa más chica, para compartir y hacer Iglesia, y ver cómo apoyarnos, y ahorrar, y ser más eficientes. Iba a tener varias cosas, y ya tenía pensado quiénes iban a ser algunos conferencistas, personas que están haciendo cosas padrísimas; y todo ello para animarnos a crear más contenido. Ésa era la idea.
Y cuando empezó en marzo la pandemia, vi que los gringos estaban haciendo algo que era mucho más que sólo crear contenido, y pensé que por qué nosotros no hacíamos lo mismo. Pero mi hijo iba a nacer en abril, así que no era fácil hacer algo tan rápido, por lo que lo planee para mayo. De cualquier modo fue una locura, y no dormía en la noche porque el bebé lloraba.
Empecé enviándole un mensaje a monseñor Rogelio Cabrera, arzobispo de Monterrey, y le pregunté si él accedía a ser el principal conferencista del Simposio y me dijo que sí. Pero el Simposio no tenía nombre ni nada, y le mandé mensajes de WhatsApp a gente conocida que dirigía alguna iniciativa, y empezaron a decir que sí. Pero algunos me pedían que les enviara la carta de presentación del Simposio, pero yo no tenía nada; sólo les decía que monseñor Cabrera dijo que sí.
Así que fue una idea muy a la brava. Y parte de esto era aprovechar el tiempo que estábamos en la pandemia, ya que no sabíamos que iba a durar tanto, porque en México el subsecretario de Salud dijo que en mayo a lo mejor ya íbamos a poder salir.
Y no me imaginé que iba a tener respuesta de monseñor Munilla, que es un ídolo para mí, y a monseñor García, etc. Y a tanta gente, como Jesús Colina.
Entre nuestros errores de ese primer Simposio está el hecho de que tenía a poca gente trabajando conmigo, que estaba muy ocupada, así que gran parte me la aventé yo; luego el padre Arce, fundador de Encuentra, le entró al quite porque yo ya me estaba ahogando con tantas cosas. Finalmente, a pesar de todo, salió el Simposio, y hubo muchas bendiciones.
– ¿Qué esperas de este segundo Simposio Virtual? ¿Cuántos conferencistas, cuánta audiencia se espera?
Se me hace que van a terminar siendo casi cien conferencistas, y voy a ver cómo sacar las cuentas para ver cómo impactan en las redes sociales; tenemos que aprender mucho de cómo hacer las cosas de nuestros hermanos católicos en Europa y Estados Unidos, donde son minoría y tienen tanta competencia con las religiones protestantes.
La mayoría de las presentaciones van a ser mediante diálogo. Cada 20 minutos va a haber algo, desde las 8 de la mañana; en los diálogos voy a tratar de sacarle al conferencista estrategias, recursos, tips, herramientas y testimonios para inspirarnos; en otros casos los propios conferencistas se van a grabar a sí mismos. Y también habrá 13 paneles virtuales, que consisten en que 3 o 4 personas que en la vida normal, la vida diaria, no podrían estar juntas en una mesa, ahora lo van a estar virtualmente, compartiendo y debatiendo, mientras yo voy moderando.
Habrá temas como Pastorales Juveniles 2.0, con monseñor Munilla; y gente de México y de Estados Unidos que trabaja con jóvenes, hablando de qué le falta a las pastorales juveniles.
Vamos a hablar también de los gays y la Iglesia; porque es una barrera ya que no hablamos de eso, y tenemos que hablar de las cosas tal cual son, sin miedo y sin tabús. Temas de los jóvenes y la evangelización; de la ecología, y del movimiento global climático en la Iglesia católica. También de los escándalos; y del tema del intelecto como herramientas para evangelizar; el tema del liderazgo en la Iglesia, el tema de la tecnología en la Iglesia.
Y a los directores de las pocas productoras católicas que hay los vamos a tener juntos en un panel, productores de México, de España y de Estados Unidos hablando sobre el rol de las pantallas en la evangelización. Otro tema será el de las mujeres en la nueva evangelización.
Y otro más, de sacerdotes haciendo Iglesia, donde participará un miembro del Opus Dei, un legionario, un ex carmelita, y un monje; cada uno tiene su propio carisma, pero se trata de ver cómo podemos jalar para hacer Iglesia juntos, compartir ideas.
Igualmente, evangelización en redes; imáginate: sólo en el panel ya hay dos millones y cacho de seguidores en redes. Y así muchas cosas.
Aparte, algo padrísimos es que vamos a amanecer con Laudes: juntos nos conectamos y vamos a estar conferencistas y asistentes, todos conectados rezando Laudes por la mañana.
También habrá una sesión por día de networking, aunque habrá un tope limitado de 200 participantes porque la plataforma no nos da para más; pero cada 8 minutos, de forma automática, te vas a ir a un cuarto con otras tres persona y ahí habrá una guía para que te presentes, para que digas tu apostolado y para que vean cómo se pueden ayudar.
En cuanto a las cifras, en total esperamos más de 42 mil participantes.
Y la Misa de clausura va a ser el domingo con monseñor Cabrera.
– ¿Qué países va a impactar el Simposio, y qué consideras que se van a llevar en sus corazones todos los que participen?
La última vez que revisé sólo faltaban dos países de Latinoamérica para ser representados, y bueno, de España hay una buena cantidad de participantes; también de Australia hay una comunidad de latinos que va participar; de Estados Unidos ni se diga, pues va a ser el segundo país con más participación, después de México. De Asia también hay. Esto no tiene fronteras. No sé cuántos países vayan a estar representado al final, aunque fue pensado para hispanohablantes.
– ¿Cuál es la idea que se lleven conferencistas y demás participantes?
Número uno: fuego en el corazón para evangelizar, es lo primero; porque está comprobado que la pandemia está afectando muchas cosas, incluso en el orden espiritual porque en muchos lugares no hay Misa ni se pueden recibir los sacramentos como antes. Ojalá que esto sirva de nuevo para inflamar el corazón.
En segundo lugar, el hacer Iglesia, el salir de nuestro capillismo; somos una sola Iglesia pero con diferentes carismas, uno es la mano, otro es el pie, otro la oreja, etc., pero todos una sola Iglesia. Y esto de hacer Iglesia está pensado para lo que sigue, darle seguimiento a las cosas, crear relaciones que sirvan para construir Iglesia.
Y, por último, salir del Simposio con cosas concretas, y que no se un nada más “qué bien estuvo”, si no que se dé un paso más, que se salga ya con la idea de lo que cada quién va a hacer a partir de las herramientas recibidas.
En la misma página web hay una sección de “recursos”, donde se pregunta a los participantes: “¿Qué cosas ofreces para evangelizar?”. Hay gente que da cursos o pláticas, gente que es autora de algo o es conferencista, o que tiene podcast o videos, etc. Cada quien va a ir anotando lo que puede hacer, y con ello vamos a hacer un libro en PDF que va a tener desglosados los recursos para evangelizar, las tácticas, etc., y también va a identificar cuáles de esos cursos, talleres, etc., son gratis. Se trata, pues, de dar herramientas para poder seguir evangelizando.
– ¿Cuál es el mensaje para aquellos jóvenes que todavía no se suscriben?
Hay que recordar que esto está pensado para evangelizar a jóvenes que tengan de 38 años para abajo, pero el Simposio no es sólo para jóvenes sino para que todos, sin importar nuestra edad, aprendamos tácticas y nos podamos meter al mundo de los jóvenes y los adolescentes. Así que el Simposio es para todo el mundo.
Pero el mensaje es: prueba, regístrate; cala el Simposio viendo alguno de los temas que te interesen, o viendo alguno de los temas polémicos; empieza, si quieres, con las cosas informales.
Ésa es la invitación: darse una oportunidad, quizá con una presentación de 15 minutos, y si no te gusta pues ya no lo veas.
Aun estas a tiempo incríbete gratis en www.catolicovirtual.com
https://www.facebook.com/simposiocatolicovirtual/
https://www.instagram.com/simposiocatolicovirtual/