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En estos tiempos sentimos que nos fallan los puntos de referencia. Más aún si pensamos que las cosas que suceden nos hablan de un fin que parece cercano para nuestro mundo.
A veces nos parece que el sol se oscurecerá, la luna ya no dará su luz, las estrellas caerán del cielo… Nos genera inseguridad pensar que no hay un sol seguro.
Miramos la luna en las noches oscuras para encontrar un punto fijo y buscamos las estrellas para encontrar el camino.
Inevitablemente, en la vida buscamos un punto de referencia. Los momentos de crisis son aquellos en los que ya no sabemos a dónde ir, en que no hay nadie que nos muestre el camino. La vida pierde sentido porque nos sentimos perdidos.
Hombre estrella
A veces será necesario ingresar a una nueva mañana que comienza solo después del silencio de la noche.
Hay momentos en los que nuestra vida cae en el caos, al igual que ese cielo que se altera, los puntos de seguridad de nuestra vida se convierten en angustia.
Cuando todo parezca difícil, desordenado, oscuro; miremos con cuidado porque veremos una estrella salir sobre las nubes.
En ese cielo que se había vuelto vacío, sin más signos de esperanza, aparece el que te salva.
Es cuestión de mirar bien nuestras situaciones de dolor, ya que al mirar el horizonte nos damos cuenta de que siempre hay una estrella y de que están apareciendo las primeras flores.
El brote del brote es algo imperceptible y el nacer de una estrella, nos pide paciencia, sucede sin ruido, delicadamente, con tanta discreción que no llama la atención. Así sucede la presencia de Dios en nuestra vida al revés por el caos.
Si cada vez es el final, cada vez es también el momento en que la rama se vuelve tierna y las hojas brotan.
Es el descubrimiento de que cada hombre puede vivir, porque hay una estrella que permanece. Esta generación no pasará, pues en cada momento la Palabra de Dios es portadora de esperanza. La vida brota para cada hombre.
Pero no siempre nos detenemos a mirar y no siempre tenemos la paciencia para esperar.
Dios no pasa, permanece. Los cielos pasarán, la vida se invertirá, los puntos de referencia colapsarán, pero Dios permanecerá fiel: ¡su Palabra no pasará!
Pasará
¿Cuándo habrá una crisis? ¿Cuándo terminará todo? ¿Cuándo perderemos nuestros puntos de referencia?
No sabemos, no sabemos el día ni la hora, porque siempre puede suceder: el final ya está dentro del comienzo de cada historia.
La angustia y la esperanza marcan inevitablemente nuestra existencia; pero es dentro de esta historia de contradicción que Dios ha puesto a su hijo, para que, como estrella, guíe nuestra noche.
Él permanece, se mantiene fijo y se nos muestra, además, como el camino a seguir.
Ponernos en camino
Por eso cuando vivimos de la esperanza y de la promesa, aunque todo parezca desordenado y oscuro, podemos ver que se ilumina nuestro camino. San Juan Crisóstomo lo ha dicho con una frase hermosa refiriéndose a los reyes magos:
Podemos ser siempre almas en camino, ser almas en espera. Si la estrella se encendió o no en el cielo, no lo sabemos con exactitud. Lo que sí sabemos es que se encendió en su corazón y que ellos supieron verla.
El camino será largo para todo el que avanza entre dudas y tinieblas y a veces nos costará creer.
Por eso, nuestra fe se sustenta en la esperanza de ver a la Estrella, Cristo, el único punto de referencia estable e inamovible, aunque a veces las nubes nos impidan verlo.