“Los ‘tapabocas’ no nos pueden callar ante la violencia”: arzobispo de Bogotá eleva un clamor por la paz y la vida ante el asesinato de 14 jóvenes en la última semana.
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“Podemos estar con ‘tapabocas’ pero no podemos callar ante la creciente violencia que se enseña contra nuestros pueblos, como un monstruo destructor que crece en nuestro país”. Así fue el vehemente rechazo del arzobispo de Bogotá, monseñor Luis José Rueda, al asesinato de 14 jóvenes en los últimos días que ha estremecido a Colombia.
En su clamor por la paz, la vida y la reconciliación, monseñor Rueda dijo que “de ninguna manera podemos callar ante el hostigamiento y presión despiadada de los grupos armados ilegales contra las comunidades rurales y urbanas, con lo cual limitan la libertad de nuestros pueblos, generan una anticultura de muerte y de miedo”.
El sábado 15 de agpstp, ocho jóvenes fueron asesinados por hombres armados en lo que se convirtió en una noche de horror, ocurrida en zona rural del municipio de Samaniego (Nariño, en el suroriente de Colombia). Una joven fue asesinada muy cerca horas más tarde y la semana pasada habían muerto de la misma forma cinco menores de edad en un barrio de la ciudad de Cali, capital del departamento del Valle del Cauca, en la misma región colombiana.
En ambos casos los crímenes ocurrieron en regiones marginadas, de familias con muchas necesidades, expuestas a la violencia y los conflictos sociales. Los jóvenes de Samaniego eran estudiantes universitarios que compartían en una fiesta y los de Cali eran de bachillerato que fueron torturados y dejados en un cañaduzal. Hay algunas hipótesis, pero nadie sabe por qué los mataron y sus familiares aseguran que no tenían problemas ni amenazas, mientras lloran la pérdida de sus hijos y reclaman justicia.
“Al menos dos de ellos eran alumnos del colegio que está bajo nuestra responsabilidad institucional de Iglesia católica. Muy hondo dolor nos causan y muy firme solidaridad les expresamos a las familias golpeadas”, dijo en un comunicado Darío de Jesús Monsalve Mejía, arzobispo de Cali, quien manifestó su dolor y la solidaridad a las familias duramente golpeadas por este hecho ocurrido en su ciudad el pasado 13 de agosto.
El prelado hizo un llamado a los jóvenes para que en esta época de confinamiento permanezcan cercanos a sus familias y eviten ocasiones que aprovechan los asesinos, porque “todo asesinato es una tortura contra el alma humana de la víctima y de su familia. También una tortura y un estigma más contra la población pobre que integra el territorio”.
En la misma región de Nariño, hace menos de 10 días, tres jóvenes de 18 y 15 años fueron asesinados cuando se dirigían a casa de su maestra a entregar una tarea. Esto ocurrió en una zona afectada por los enfrentamientos entre grupos paramilitares y disidencias de las FARC, grupo insurgente que firmó la paz con el gobierno colombiano hace cerca de cuatro años.
Las reacciones surgen de todos los frentes y el dolor es generalizado. Goyo, una cantante negra del grupo musical ChocQuibTown, del Pacífico colombiano, mostró su solidaridad y dijo a la revista Semana: “Nos duele lo que pasa con los jóvenes en Colombia… con estos jóvenes que con muchos sueños, con muchas ganas de salir adelante están tratando de hacer una vida normal en la pandemia y se encuentran con la muerte de esta manera”.
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Más de 30 masacres este año
En Colombia se han incrementado los asesinatos de líderes sociales, defensores de derechos humanos, líderes indígenas y excombatientes de la guerrilla. En lo corrido del año, la Oficina de la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos ha documentado 33 masacres y ha dado seguimiento a 97 personas defensoras de derechos humanos, de los cuales, a la fecha ha verificado 45 homicidios.
“Estos hechos violentos, con serios impactos humanitarios, están ocurriendo en territorios con presencia de grupos armados ilegales y otras organizaciones generadoras de violencia, de economías ilegales, pobreza y caracterizado por una limitada presencia del Estado”, señaló en un comunicado la Misión de Verificación de Naciones Unidas.
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Por su parte, el presidente de Colombia, Iván Duque, aseguró que “la situación ocurrida en Samaniego nos estremece, nos duele” y atribuyó los hechos a la violencia ocasionada por el narcotráfico: “Estos hechos están ocurriendo por el narcotráfico, por la presencia de grupos ilegales que quieren llenar de actividades ilícitas muchos lugares del territorio”.
Crímenes como el de #Samaniego, Nariño, nos duelen, y debemos ser claros: allí hay presencia del Eln y de grupos de microtráfico que enfrentamos con contundencia. Las autoridades y @mindefensa adelantaron un Consejo de Seguridad y trabajamos en el esclarecimiento de estos hechos pic.twitter.com/Xg5WLosMVH
— Iván Duque 🇨🇴 (@IvanDuque) August 17, 2020
Además de ofrecer recompensa por la identificación de los asesinos, el gobierno dispuso toda una estrategia para reforzar la seguridad de la zona y proteger a sus habitantes, quienes viven entre el miedo, la zozobra y las amenazas ante el recrudecimiento del conflicto armado.
Esta situación se vive mientras la pandemia por el coronavirus ha cobrado más de 15.000 muertos y ha afectado a unas 480.000 personas. En medio de la tragedia que esto representa para Colombia, el arzobispo de Bogotá hace un llamado a la unión y el diálogo:
“No podemos esperar más. En medio de la pandemia llamamos a un cese al fuego, llamamos a combatir unidos contra el narcotráfico, llamamos a la reconciliación social, política, económica y ecológica. ¡Trabajemos unidos para implementar la cultura del diálogo veraz, responsable y fraterno!”.
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