Vivimos tiempos marcados por una estresante incertidumbre. Las familias andan pendientes de si los colegios abrirán o cerrarán durante el próximo curso escolar. Necesitan una mínima información para poder organizarse y decidir qué hacer y cómo educar a sus hijos durante la pandemia. Muchas familias se cuestionan las medidas de seguridad que se toman para proteger a los niños de la COVID-19 e incluso se plantean no llevarles a la escuela.
Creo que los padres pueden hacer una labor importante y es la de concienciarse de que lo mejor para sus hijos es asistir a clase. Pueden hacer más cosas, lo veremos, pero esta es la primera prioridad. Esta incertidumbre y el temor al contagio lleva a algunas familias, actitud comprensible en cualquier caso, a planear que sus hijos se queden en casa. Ante esta encrucijada opinamos que lo mejor es el apoyo de la familia a la escuela y a la capacidad de ésta para salir adelante en esta encrucijada de la mano de los grandes consensos a escala estatal.
Se trata de asegurar el derecho de todo niño a la educación, a cursar sus estudios, a compartir las aulas con sus compañeros prudentemente, a resolver dudas ante los profesores y a trabajar colaborativamente, dado que esta va a ser una competencia que les va a facilitar el aprendizaje de muchas pautas necesarias para salir adelante en el mundo de hoy y de mañana.
No está claro cómo va a ser la rotación de alumnos, si van a ir a la escuela días alternos, por la mañana o por la tarde, cuántas horas van a trabajar online... Lo que sí está claro es que estos chicos, y también sus familias, deben a aprender a vivir en la adversidad que el presente nos trae. Los estudiantes deben organizarse y ganar en autorregulación y responsabilidad. Mientras, las familias deben apoyar a los chicos y a las escuelas en su labor educativa.
La responsabilidad de cuidarse y cuidar al compañero
Y una de las más claras responsabilidades que deben aprender estos chicos es la de saber cuidarse y saber cuidar a los demás. No sería bueno que se quedaran en casa ultraprotegidos. Sería mejor que, con un nivel menor de seguridad, encararan estos retos, padres y sobretodo hijos, que hoy plantea la vida.
¿Qué retos? En la escuela aprenderán a estar atentos, a seguir las instrucciones, a colaborar atentamente y eso significa, lo hemos dicho, cuidarse y cuidar de los demás: lavarse las manos, seguir los protocolos, llevar la mascarilla, guardar las distancias...
Tal vez no tengamos todavía todas las directrices a seguir pero lo que sí sabemos es que nuestros niños deben ser personas autorreguladas, prudentes y organizadas. Y estas conductas serán fijadas en la escuela y deben ser muy apoyadas desde casa.
Los padres ahí deben conocer en profundidad todo aquello que propone el colegio para tenerlo siempre muy presente. Ese es, ahora mimo, un importante papel. Y deben los padres estar muy atentos para dirigir a sus hijos.
Y en este sentido está la “escuela doméstica”, el trabajo en casa, la asistencia atenta a las clases online, la realización de los deberes que la escuela y el maestro exigen... Ahí las familias deben dar el do de pecho y los padres deben ser exigentes, cordialmente, con sus hijos. No tanto atosigarlos sino responsabilizarlos.
La experiencia del curso pasado
Con la experiencia de los dos trimestres del curso pasado (2019-2020) se ha comprobado que los alumnos capaces y organizados no han sufrido merma en su progreso educativo. Ahí destacan las familias atentas y, permítaseme el adjetivo, despiertas.
Sin embargo a aquellos alumnos que más les cuesta, aquellos que van un poco retrasados, que no han sido capaces de sacarles todo el rendimiento a las clases online, dado que a menudo desconectaban, las tareas les han ido peor. Ha llegado la hora de que estos alumnos con dificultades se pongan en marcha y estén más atentos que nunca. Para ello es más importante que nunca que vayan a la escuela y que encuentren el apoyo y refuerzo de sus padres (y si es posible, de sus hermanos mayores). Porque, no lo olvidemos, esta tarea depende del colegio pero sobre todo de los padres.
Unos padres asustados por los contagios con un hijo con dificultades de aprendizaje tienen un doble desafío y por ello han de esforzarse con creatividad y audacia en ayudar a su hijo y aprovechar este momento para transmitirle y vivir con esta idea: “Ahora es el momento para sacar lo mejor de ti”.
Las familias pueden ayudar a las colegios
Por otra parte, las familias también pueden ayudar a los colegios en los últimos matices. Pueden asociarse desde las AMPAS para ofrecer su colaboración a las escuelas. No van a consensuar los protocolos principales pero sí pueden apoyar en la aplicación de estos grandes principios. Ejemplos:
- la puntualidad horaria para entrar en la escuela
- regular la provisión de mascarillas
- la lógica coordinación familia-escuela que se puede desplegar en un sinfín de detalles como la estrecha comunicación, la información inmediata de cualquier aspecto de salud que redunde en la prevención de contagios y, sobre todo, dar mucha autoridad a la escuela sin fisuras.
En esta dirección, antes que criticar a la escuela desde el grupo de WhatsApp, hay que comunicar a la escuela, a la dirección todas las ideas para engrasar bien la maquinaria que dará más seguridad en salud a sus hijos y facilitará el mejor provecho educativo. En una palabra, la lealtad en estos tiempos es salud.
Otra alternativa es el homeschooling. Esta es una opción muy interesante, en muchos casos, en los que se colabora con otras familias, ofrece resultados fantásticos. Hay que valorar si en el país está permitido y la exigencia que esta opción educativa implica en los padres. De todas maneras, no creo que deba ser una reacción oportuna ante la pandemia salvo que esté muy meditada y bien proyectada.
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