El profesor Luigino Bruni analiza los interrogantes que plantea un estudio realizado en Italia y los Estados Unidos.
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La propuesta de funciones religiosas virtuales, en línea o televisión, de misas, momentos litúrgicos en las redes sociales, ha sido protagonista en la fase del confinamiento, debida a la difusión del virus Covid-19.
Hoy, cuando vivimos entre el miedo a nuevas oleadas y el deseo de lograr una vida normal, incluida la parroquial, muchos se preguntan cuál es el camino que hay que promover y las implicaciones para la vida de fe de las comunidades.
La Universidad LUMSA de Roma y la Escuela de Economía Civil de Italia realizaron durante el confinamiento total una investigación con el título “Culto y espiritualidad en línea en tiempos de distanciamiento físico”.
Hemos conversado sobre la conclusiones del informe con Luigino Bruni, profesor de economía política en la Universidad LUMSA, director científico del evento “The Economy of Francesco”, coordinador del proyecto Economía de Comunión del Movimiento de los Focolares, cofundador y presidente de la Escuela de Economía Civil, columnista del diario Avvenire, promotor de la iniciativa.
¿Cómo surgió la idea del estudio?
En Italia a inicios de marzo, y en otros países poco después, nos encontramos con lo que los expertos de ciencias sociales llaman el “experimento ideal”. Había un antes y un después en el fenómeno.
Por este motivo, aprovechamos para comprender en particular la manera en que se vivía la fe con los sacerdotes conectados a las redes sociales, o a través de misas en línea, en un momento de confinamiento total.
El análisis tuvo en cuenta un universo estadístico de dos mil personas, mil en Italia y mil en los Estados Unidos, con una edad media de 47 años: católicos, protestantes, judíos y musulmanes.
¿Cómo han vivido, según la propia religión, católicos, protestantes o judíos, este paso del off line alon line?
Los católicos han sufrido menos que los protestantes este paso.
Este descubrimiento nos ha sorprendido, pues los católicos están más ligados que los protestantes a la dimensión comunitaria de la fe, que es también física, de contacto, incluso con las manos.
Piense, por ejemplo, en el caso del sacramento de la Eucaristía, que pasa por un contacto físico.
Al mismo tiempo, y la verdad es que nos ha parecido paradójico, sabemos que el mundo protestante nace como una crítica al mundo de la Iglesia, de la jerarquía, para subrayar el aspecto individual (sola fide).
Pero si analizamos la cuestión a fondo, nos damos cuenta de que los protestantes han sufrido las celebraciones en línea a causa de la falta de vida comunitaria y social, y no tanto desde el punto de vista sacramental.
Los judíos no han experimentado muchas diferencias entre el culto en línea y en la sinagoga.
Desde mi punto de vista, esto se debe a que la religión judía es bastante abstracta: una religión sin imágenes, sin estatuas, con el templo destruido…
Han vivido el exilio, y se han acostumbrado a una idea de Dios mucho más abstracta… Esto les ha hecho menos sensibles al lugar y al culto, al templo.
Su fe es muy familiar. Piense, por ejemplo en la Pascua, la fiesta judía más importante, que tiene lugar en familia.
En el confinamiento, la familia se ha reforzado y por este motivo los judíos han experimentado menos la transición del off line al on line.
¿Cuál es el perfil de católico al que le ha afectado menos el cambio en la manera de participar en misa?
Los católicos a los que menos les ha afectado la sustitución de la misa presencial por la misa en línea son los que menos participan en la iglesia. Para ellos, no ha habido casi diferencias, es lo que se llama el “efecto gnóstico”.
El papa Francisco ha llamado la atención sobre este riesgo de una fe sin comunidad, sin contactos humanos reales.
Es esa herejía en la que el cuerpo no cuenta para nada, y la misa se convierte en una especie de acto intelectual, teórico, al que le falta la dimensión del encuentro.
Algo muy diferente le ha sucedido al que está comprometido en la Iglesia.
Por ejemplo, si analizamos los datos que hemos podido recoger aparte entre las religiosas, más de un centenar, podemos ver que les ha sucedido algo parecido a los protestantes: es decir, han sufrido al no poder vivir las celebraciones de manera presencial.
Ahora que en muchas partes está terminando la fase de confinamiento, surge un problema: si la Iglesia sigue dando amplio espacio a las misas en línea, se da el riesgo de que una parte de los católicos siga acostumbrándose a ellas, pues exigen menos empeño.
La consecuencia podría ser que no regresen a las iglesias.
¿Cuál puede ser la solución para que los fieles vuelvan a misa, de manera presencial?
Invito a prestar mucha más atención a la dimensión litúrgica, pues cuando las misas son superficiales, las personas pierden la motivación para participar y preferirán quedarse a verlas por la televisión.
Por tanto, la pregunta es: ¿cómo podemos hacer más participativa la misa? ¿Cómo podemos vivirla, hacer la experiencia, en lugar de ser meros espectadores? Todavía hay gente que dice “voy a oír misa”. La misa hay que vivirla.
Haría falta una reforma litúrgica que permita experimentar la necesidad que tenemos de la misa.
Además es necesaria una reflexión sobre el motivo por el cual el mundo católico da poca importancia a la dimensión comunitaria.
A nivel de planes pastorales, si yo fuera un pastor de la Iglesia católica, evitaría aumentar la oferta de misas en línea para no correr el riesgo de crear un mundo de “espectadores” de misas, que constituiría el final de la misma Iglesia.
De todos modos, se ha dado un fenómeno interesante durante el confinamiento: ha surgido un interés por lo sagrado en televisión de parte de quien no solía participar en misa.
Números del estudio
→ Número de personas entrevistadas: mil en Italia; mil en los Estados Unidos.
→ Edad media: 47 años. Jóvenes de menos de 35 años, 20%; mayores de 65 años, 10%. Entre 35 y 65 años, una media del 50%.
→ El 40% (incluyendo a todas las religiones) ha mostrado un nivel elevado de satisfacción por los servicios religiosos en televisión y en las redes sociales. No hay diferencias de género.
→ Los católicos entrevistados han sido 1082, 402 en Italia y 680 en los Estados Unidos.
→ De los 1082 católicos, el 40% acude regular o asiduamente a misa, y el 60% no lo hace. Entre éstos, quienes participan en misa regularmente (el 22% es decir 233) o asiduamente (17% es decir 180), se han mostrado de acuerdo con el hecho de que la misa por televisión equivale a la misa presencial.
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