Con el posible cierre de escuelas este otoño, aquí les enseñamos a recrear la educación Montessori para sus hijos.
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El método Montessori de educación ha despuntado en popularidad, especialmente para los años de preescolar. Muchos padres escogen una educación Montessori sabiendo que su fundadora, la católica Maria Montessori, creó un método muy respetuoso con el desarrollo cognitivo de los niños y su dignidad como personas.
Sabiendo que ante el desarrollo de la pandemia de coronavirus en muchos países se plantea el cierre de escuelas ocasional o temporal a lo largo del curso, son muchos los padres inquietos que están buscando formas de aplicar los principios de Montessori a su vida en casa.
Aleteia ha tenido la oportunidad de entrevistar a Becky Winstead, orientadora principal del hogar para niños de Siena Academy, una de las primeras escuelas parroquiales católicas en adoptar el método Montessori en los Estados Unidos de América.
¿Cuáles son los principios fundamentales de la filosofía Montessori que podrían aplicarse a la vida en casa?
Es una pregunta un poco difícil de responder porque la filosofía Montessori es de carácter holístico. Es difícil practicar solo una o dos cosas sin comprender el conjunto. Sucede lo mismo con la comprensión de los niños (y los seres humanos), en especial en relación a un entorno escolar: no somos meros seres que leen, escriben y hacen cálculos. Tenemos mente, cuerpo y alma. Tenemos sentimientos, recuerdos, decisiones, objetivos, deseos y necesidades físicas, ambiciones espirituales, una relación con los demás y con Dios.
Para poder funcionar adecuadamente y ser la mejor versión de nosotros mismos, todas estas cosas deben trabajar juntas en armonía. Todo lo que hace un niño o niña es con el propósito de autoedificarse. Esa es su tarea. Con esta visión general en mente, desglosaré la filosofía Montessori en partes más pequeñas.
Los niños aprenden a través de los sentidos. Esto es especialmente cierto para los muy pequeños, que asimilan el mundo que les rodea a través de los sentidos y forman una comprensión basada en este conocimiento sensorial. Maria Montessori dijo: “La mano es el instrumento de la mente”, en referencia a que nuestra mente empieza a comprender algo cuando lo experimentamos físicamente primero. Ofrecer a los niños muchas oportunidades para ver, tocar, oír, oler y probar el mundo que les rodea configura literalmente (físicamente) su cerebro y sus conexiones.
Los niños de entre 0 a 6 años tienen algo que Maria Montessori denominaba “mente absorbente”. Muchas personas han oído que los niños son como esponjas que lo absorben todo. ¡Pues es cierto! De los 0 a 3 años, los niños asimilan todo lo que les rodea y adquieren habilidades inconscientemente (como el lenguaje o el aprender a gatear y caminar). Entre los 3 y los 6, aproximadamente, los niños aún tienen la habilidad para empaparse de información como si fueran esponjas, pero empiezan a buscar conscientemente experiencias y emplear las destrezas que han adquirido, de diferentes maneras:
- Independencia: los niños tienen una capacidad increíble para hacer muchas cosas por su cuenta.
El lema de los niños pequeños es “ayúdame a hacerlo yo solo”. Los niños necesitan que les muestren cómo hacer algo y luego que les den la libertad de intentarlo hacer por su cuenta. Que lo intenten por su cuenta no implica necesariamente dejarlos solos (¡aunque podría!), sino darles la oportunidad de probar (¡y de fracasar!). La perfección llega tras muchísima repetición.
- Observación: a los humanos les gusta observar.
Así aprendemos a experimentar y extraer conclusiones. La observación es necesaria para los niños, para poder cometer errores y aprender de ellos. También es necesario en la vida de los adultos y los padres: la observación nos dice qué materiales o conceptos interesan al niño y para cuáles está preparado, cuándo y cómo dirigir a un niño en su labor y cuándo necesite quizás que le muestren otra vez cómo usar un material.
- Movimiento: los niños necesitan moverse igual que necesitan respirar.
No están hechos para quedarse quietos y escuchar algo durante horas infinitas. Los niños PUEDEN sentarse en un sitio y explorar algo durante un largo rato, pero la exploración sigue requiriendo movimiento. Por ejemplo, en nuestras clases, un niño o niña podría ponerse en una mesa a pulir una pieza de plata durante media hora. Mientras están sentados en un lugar durante un periodo de tiempo, están fortaleciendo sus destrezas motoras finas a través de la aplicación de un abrillantador, de frotarlo y de esforzarse para hacer que esa pieza de metal brille. Y cuando recogen, se levantan de su silla para tirar las cosas y limpian el recipiente que todavía tenga restos de abrillantador. Luego secan el recipiente. Regresan a su silla, colocan todo de vuelta en su bandeja y lo guardan en la estantería. El movimiento no significa siempre que tengan que estar corriendo como pollos descabezados (aunque algunos niños necesitan movimientos de este tipo). El movimiento tiene un propósito.
- Lenguaje: el lenguaje es esencial para los seres humanos.
Es parte de nuestra naturaleza. Así es como comunicamos lo que hemos experimentado. Así conectamos con otras personas, vocalmente o por escrito. Los niños necesitan muchas oportunidades para practicar el lenguaje, ya sea introduciendo nuevo vocabulario (en especial para los niños pequeños), manteniendo una conversación, compartiendo una observación, contando una historia, escribiendo un cuento, rezando, cantando y demás.
¿Hay actividades o materiales que los padres podrían programar hacer en casa para fomentar este tipo de aprendizaje desde casa?
¡Claro que sí! Cuando los niños están en la escuela, tienen la sensación de que es su entorno y disfrutan cuidándolo. ¡Lo mismo debería suceder con sus hogares! Igual que los niños contribuyen a conservar el entorno de sus clases, también deberían tener oportunidad de contribuir en el entorno de su hogar. Es un espacio propio donde aprender, crecer y un lugar que cuidar.
Involucrar a los niños en las actividades diarias del hogar es una forma estupenda de empezar. A los pequeños les encanta participar prácticamente en todo, en especial si es algo que han visto hacer a sus hermanos mayores o a sus padres, y los niños mayores y adolescentes pueden ayudar de muchas formas también.
A los niños pequeños les encanta barrer el suelo y limpiar las mesas, doblar la ropa, lavarse las manos, poner la mesa, recoger los platos, preparar aperitivos y demás.
Los niños mayores que han adquirido destrezas más complejas y quieren más responsabilidad pueden asumir las tareas de preparar la comida o la cena (y usando el horno, por supuesto), ayudar con el mantenimiento del patio y de las plantas, ayudar con la colada, lavar el coche, ayudar con los hermanos pequeños, etcétera.
A los adolescentes quizás les parezca interesante (y al mismo tiempo sienten que sus ideas y opiniones se valoran) elaborar la lista de la compra de la semana o encontrar formas de ganar dinero, bien a través de proyectos especiales en casa o echando una mano en el vecindario. Podrían tener también su propio rincón en el patio donde cultivar sus plantas, que luego podrían emplear contribuyendo a la familia vendiendo sus productos o usando las verduras en las comidas.
¡Este tipo de actividades enseñan también a los niños lengua y matemáticas por su propia naturaleza! Piensen en las formas en que un niño necesitaría practicar el lenguaje y las matemáticas para realizar una receta simple. O cómo un niño necesitaría poder calcular cuánta comida pueden comprar en el supermercado con la cantidad de dinero que reciban para la compra. Las experiencias de la vida real ofrecen a los niños muchas formas prácticas de emplear destrezas matemáticas y lingüísticas.
¿Hay materiales que podrían usar los padres para fomentar la educación Montessori en casa?
Para los niños en el rango de 3 a 6 años, mis dos recomendaciones para trabajar el lenguaje son las letras de lija (disponibles en libros) y un abecedario móvil.
Para matemáticas, en la clase usamos un material llamado “cuentas doradas”, similar al sistema de cuentas o perlas decimales o este sistema de cubos.
La costura es también algo que los niños de todas las edades disfrutan mucho. Los pequeños pueden hacer sencillos patrones de bordado y los mayores pueden hacer almohadas y fundas y todo tipo de cosas. ¡El fieltro puede usarse para muchísimos proyectos de costura!
Si los padres están buscando más ideas, el sitio web All Day Primary tiene muchísimos patrones imprimibles y recursos que los padres pueden usar en casa.
¿Qué es lo más importante que unos padres deben saber sobre la aplicación de la filosofía Montessori a la vida familiar en casa?
La preparación del entorno es esencial para que los niños se desarrollen. Los niños necesitan un espacio de trabajo donde puedan concentrarse y tengan libertad para explorar.
En nuestras clases, colocamos estanterías por toda la sala con materiales entre los que los niños pueden escoger. Los niños tienen permitido usar los materiales relacionados con alguna lección, pero pueden emplearlos en cualquier momento a lo largo del día y utilizarlos el tiempo que quieran.
Cuando hayan terminado, son responsables de su limpieza y de devolverlo a la estantería para que esté disponible para otra persona.
Todo este proceso –coger un artículo de la estantería, trabajar con el material, limpiarlo y devolverlo– se presenta en una lección para que los niños sepan dónde encontrarlos, cómo usarlos y cómo conservarlos. Creo que uno de los retos con los padres es que se sienten cómodos dando al hijo algo con lo que trabajar pero, cuando el niño ha terminado, no sabe cómo limpiarlo o dónde se guarda.
Siempre que doy una lección en la clase, después de mostrarles cómo trabajar con el material, les digo: “¡Ahora me gustaría mostraros cómo se limpia!”. La limpieza se convierte en parte de ese trabajo con los materiales. A veces, los niños necesitan que les muestren un par de veces cómo trabajar con un material y cómo guardarlo, y es normal. El proceso antes que el producto.
Es importante no abrumar a los niños con demasiadas cosas, en especial a los pequeños. Si los padres pueden encontrar un lugar para un estante en una habitación de la casa donde poner 5 o 6 materiales con los que trabaje el niño a lo largo de la semana, eso ya es más que suficiente. Los artículos deben cambiarse de vez en cuando para que los niños aprendan nuevos conceptos y habilidades, pero también con el propósito de ofrecer algo novedoso. ¡A todos nos gustan las cosas nuevas!
Si buscas más ideas, en el libro titulado “El Método Montessori en casa”, de Céline Santini y Vendula Kachel, encontrarás 200 actividades para aplicar esta pedagogía en tu hogar con niños de entre 0 a 12 años.
19 mandamientos del método Montessori
Recomendaría poner un par de artículos de Vida Práctica en el estante (por ejemplo, una tarea de pulido, de limpieza de mesas y de doblado), un par de artículos Sensoriales (los padres pueden elaborar sus propias botellas de aromas o de sonidos, una cesta con materiales de diferentes texturas que palpar, etcétera), algunas Letras de lija y un Abecedario móvil, algo de papel o un pequeño tablón o pizarra donde pintar o practicar la escritura de letras y números, una caja de perlas o botones o algo con lo que los niños puedan contar y practicar sumas o restas (según su edad) y, quizás, algo de costura, de arcilla o algunos materiales con los que explorar.
Por último, la preparación del adulto quizás sea lo más importante que puedan hacer los padres en el hogar. Los niños aprenden haciendo cosas y eso incluye la forma en que hablan, en que se mueven, en que reaccionan a algo estresante o que da miedo, en que gestionan sus emociones. Imagino que todos nosotros hemos sentido estrés en algún momento del confinamiento. Tal vez algunos incluso nos asustamos. ¡Imaginen cómo debieron haberse sentido sus hijos!
Lo más grande que podemos dar a los niños es nuestro amor. Necesitan sentirse seguros y envueltos con nuestro amor. Quizás en la práctica sea diferente para diferentes personas, en especial en familias donde ambos padres trabajan e intentan equilibrar las tareas y los horarios de varios niños.
Las rutinas son enormemente importantes, igual que el encontrar tiempo para conectar con cada uno de los hijos. Encuentren tiempo para observar a sus hijos y escucharles.
Cuando surja un conflicto, mantengan una conversación sobre ello y hagan preguntas o compartan sus observaciones. Un ejemplo podría ser: “Me he dado cuenta de que pareces muy molesto ahora. Estás llorando y te escuché levantando mucho la voz. ¿Ha pasado algo? ¿Querrías contármelo?”. Si hay algún hermano implicado, pregúntenle lo mismo. Intenten escuchar sin juzgar, simplemente reúnan los hechos. Miren si sus hijos tienen una solución y ofrezcan un par de ideas suyas también. Algo del estilo a: “Parece que los dos queríais jugar con este juguete. Pero solo hay uno de esta clase. ¿Cómo podemos colaborar juntos para que los dos tengáis un turno?”.
Que sus “sí” signifiquen sí y sus “no” signifiquen no. Que den un firme pero a la vez amable “no” no significa que estén enfadados o sean crueles, significa que ustedes han tomado una decisión con amor. Si sus hijos están molestos con el “no”, reconozcan y empaticen con su tristeza y frustración, pero manténgase firmes en su decisión.
También es útil para los niños el conocer las emociones de los adultos. En la escuela, hay momentos en que digo a mis estudiantes: “Me siento muy agobiada ahora mismo y necesito un minuto para respirar hondo un par de veces y tranquilizarme. Volveré en un momentito para que podamos tener una conversación”.
El lenguaje en torno a las emociones es muy importante y los niños necesitan observarlo. Y también es importante que nosotros, como adultos, estemos preparados para hablar con los niños. A veces tienen que suceder conversaciones en el calor del momento, pero las conversaciones constructivas son mejores cuando estamos calmados. Recuerden ser pacientes con ustedes mismos también, porque la vida es un proceso y las virtudes necesitan tiempo para crecer (¡a veces incluso toda una vida!).