Esta misionera presbiteriana escocesa perdió la vida por proteger a las estudiantes de su escuela en Hungría
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La Segunda Guerra Mundial dejó millones de víctimas. Muchas de ellas, antes de sucumbir a la barbarie de la sinrazón, demostraron ser auténticos héroes y heroínas que desaparecieron en el anonimato de los terribles campos de concentración.
Jane Haining falleció por las deplorables condiciones de vida y de trabajos forzados en Auschwitz sin que se supiera hasta tiempo después la razón y la fecha exacta de su muerte. Pero quienes la conocieron, sabían que había dejado este mundo para salvar a los demás y defender la libertad.
Jane Mathison Haining había nacido en una pequeña localidad escocesa llamada Dunscore el 6 de junio de 1897. Su familia trabajaba en una granja en la que Jane creció feliz y recibió una intensa formación religiosa. La quinta hija de Thomas y Jane, esta falleció cuando dio a luz a su sexto hijo. Por aquel entonces la pequeña Jane solamente tenía cinco años.
A pesar de la pérdida, Jane fue una niña alegre e inteligente que sacó muy buen partido de su formación académica recibiendo becas por sus altas calificaciones. Jane continuó estudiando hasta que se graduó en 1917 y pronto se puso a trabajar como secretaria en una fábrica.
En aquel tiempo, acudía de manera frecuente a la iglesia presbiteriana perteneciente a la United Free Church of Scotland (Iglesia Libre Unida de Escocia). Allí, además de asistir a misa, hacía labores de ayuda a la comunidad como maestra. En 1927, acudió a una reunió de un comité para las misiones judías de Glasgow. Fue entonces cuando descubrió cuál iba a ser su destino.
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Desde aquel día se puso a trabajar intensamente para formarse como gobernanta y maestra. En 1932 respondió a la petición de una revista de la Iglesia de Escocia en la que demandaban una gobernanta para una casa de niñas de una escuela de las misiones judías en Budapest. Conseguido el puesto, dejó Escocia y emprendió el camino al que sería su nuevo hogar.
Allí se ganó el cariño y el afecto de sus alumnas, entre las que había tanto chicas cristianas como judías. En la escuela, situada en la Iglesia de San Columba de la capital húngara, Jane enseñaba catequesis y evangelizaba a las niñas judías.
Jane vivió los siguientes años de su vida rodeada de aquellas niñas que adoraban a su maestra y gobernanta. Un mundo que se desmoronó con la llegada del nazismo y el estallido de la Segunda Guerra Mundial. La persecución de los judíos pronto empezó a cercar a todas aquellas personas que también convivían con ellos, poniendo en peligro sus vidas.
Desde la Iglesia de Escocia ofrecieron a Jane y a otros misioneros la posibilidad de regresar cuanto antes a casa. Pero ella no estaba dispuesta a abandonar a sus chicas y decidió quedarse con ellas para ayudarlas en todo lo que fuera necesario aún sabiendo que ponía en grave riesgo su propia vida.
Era solo cuestión de tiempo que alguien la denunciara. En la primavera de 1944, dos oficiales de la Gestapo llegaron a la casa de la misión para detener a Jane Haining acusándola, entre otras cosas, de ayudar a los judíos y trabajar como espía para los británicos.
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Su primer destino fue una prisión, a la que sus amigos acudían para llevarle comida y ropa. Pero pronto, la querida Jane desapareció rumbo a un destino fatal. Había sido deportada al campo de concentración de Auschwitz-Birkenau.
Las autoridades del comité para las misiones judías de la Iglesia de Escocia movieron cielo y tierra para liberar a Jane. Se pusieron en contacto con las altas instancias húngaras, con varios diplomáticos, pero nada pudieron hacer por aquella misionera que terminaría sucumbiendo al horror de Auschwitz.
Jane Haining se libró de la cámara de gas pero fue asignada a un grupo de trabajos forzados donde falleció de inanición, desnutrición y agotamiento extremo a las pocas semanas de llegar al campo de exterminio nazi.
Había dado su vida por defender la libertad y proteger a aquellos que se encontraban en peligro. Algo que fue reconocido por la organización judía Yad Vashem cuando en 1997 se la nombró como Justa entre las Naciones. Tres años después, el gobierno británico le otorgó el título de Héroe Británica del Holocausto.
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