“Siento que la mayor contribución que puedo hacer para elevar la dignidad de mi pueblo es ser un buen obispo religioso”
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Harold Robert Perry nació en Lake Charles, Luisiana (EE.UU.), en 1916. Fue el mayor de seis hijos nacidos de Frank Perry, trabajador de un molino de arroz, y su esposa Josephine, cocinera doméstica. Los niños Perry se criaron en el catolicismo en la región franco-criolla. Sus padres les enseñaron a ser tolerantes con los demás y también a no albergar odio contra los blancos a pesar del racismo que padecían.
Ya de joven, Harold sentía un profundo deseo de entrar en el sacerdocio. Con 13 años logró entrar en el seminario de la Sociedad del Verbo Divino, ubicada en la bahía de St. Louis, Misisipi. La orden, fundada en 1875 en Holanda, había formado sacerdotes en varios países.
Harold completó sus estudios entre las sedes de Illinois y Wisconsin y fue ordenado sacerdote en 1944. Fue el 26.º sacerdote negro en ser ordenado en Estados Unidos.
El padre Perry pasó los próximos años sirviendo como párroco en diferentes parroquias que recibían a grandes comunidades afroamericanas entre Luisiana, Misisipi y Arkansas. Por entonces, la archidiócesis de Nueva Orleans era la diócesis católica más grande de Estados Unidos.
Sin embargo, teniendo en cuenta que había 45 millones de católicos en todo el país, solamente había 700.000 afroamericanos. Fue en esta época cuando el padre Perry empezó a implicarse en el Movimiento por los derechos civiles.
Un grupo de católicos blancos de la región estaba ganando notoriedad por sus objeciones a la integración. Incluso las escuelas parroquiales estaban segregadas. Cuando un sacerdote afroamericano fue asignado a una iglesia de Luisiana, la mitad de los feligreses se negaron a asistir y el arzobispo los forzó a integrarse. Corría el año 1962 y la situación resultó en la excomunión de los tres disidentes más vehementes y violentos.
En 1963, tras ganar cierta prominencia como líder católico por los derechos civiles, el padre Perry se contó entre los invitados a la Casa Blanca por el presidente Kennedy para dialogar sobre una desegregación pacífica. Fue entonces cuando fue designado Superior provincial de la Sociedad del Verbo Divino en Estados Unidos. En 1964, se convirtió en el primer clérigo afroamericano en pronunciar la oración de apertura del Congreso.
En septiembre de 1965, el padre Perry viajó a Roma para asistir a la consagración del padre Carlos Lewis, un sacerdote negro de Panamá, como obispo. En esta época fue informado de que el papa Pablo VI iba a designarlo obispo auxiliar del arzobispo de Nueva Orleans. Poco tiempo después, se reunió con el Santo Padre, el mismo día que cumplía 49 años.
Su designación fue recibida con gran celebración y líderes cívicos y religiosos, incluyendo el presidente Lyndon Johnson, le enviaron sus felicitaciones. Según consta, el arzobispo Egidio Vagnozzi, el delegado apostólico de los Estados Unidos, dijo de la ordenación episcopal del obispo Perry: “La consagración del obispo Perry no fue un honor otorgado a la raza negra, sino más bien una contribución del pueblo negro a la Iglesia católica”.
El presidente de la Alianza Ministerial Interdenominacional de Nueva Orleans declaró para la revista America que el ascenso del obispo Perry “coloca a la archidiócesis de Nueva Orleans en el siglo XXI, prueba de que el terreno ante la cruz de Cristo está nivelado y que todos somos redimidos igualmente”.
En 1966, entre sonoras manifestaciones raciales en el exterior, Harold Robert Perry fue consagrado obispo de la Iglesia católica romana. Uno de los manifestantes gritó: “Esta es otra razón por la que Dios destruirá el Vaticano”.
El obispo Perry reconoció el alcance de su función cuando los afroamericanos encontraban por fin su voz después de décadas de prejuicios sociales. Según declaró a un periodista de la revista Ebony: “Mi designación es religiosa, no es una designación de derechos civiles. Mi trabajo religioso va primero. (…) Siento que la mayor contribución que puedo hacer para elevar la dignidad de mi pueblo es ser un buen obispo religioso y cumplir con mi oficio con mi mejor capacidad”.
El obispo Robert Perry falleció el 17 de julio de 1991 con 74 años. Es aclamado como el primer afroamericano en servir como obispo católico en el siglo XX.
Nota: El primer obispo de Estados Unidos del que se conoce ascendencia parcialmente africana fue el obispo James Healy (1830-1900). Su padre fue un inmigrante irlandés y su madre era mestiza. Sin embargo, a lo largo de su vida, el obispo Healy fue reconocido como blanco irlando-estadounidense.