La mamá de la religiosa colombiana Gloria Cecilia Narváez falleció el lunes 20 de septiembre a los 87 años, sin tener noticias recientes de su hijaDesde que su hija fue secuestrada, hasta el día de su muerte, doña Rosa Argoty de Narváez rezó el Rosario diariamente para pedir por su liberación, pero falleció el pasado lunes esperando a la hermana Gloria Cecilia, secuestrada en febrero de 2017 en Mali.
Durante estos 43 meses, la madre de la religiosa colombiana de la Congregación Hermanas Franciscanas de María Inmaculada no perdió la esperanza de que la liberaran. Lamentablemente la buena noticia que su familia y su país está esperando no ha llegado y la hermana Gloria continúa en territorio africano en manos de una fracción de Al Qaeda.
“Mi mamá no tenía ninguna enfermedad a excepción de un problema leve en el oído. Ella sufría y fue desmejorando físicamente desde el secuestro de mi hermana, yo creo que la tristeza la afectó”, dijo a Aleteia Édgar Narváez, uno de los tres hermanos de la misionera.
La familia Narváez vive en la ciudad de Pasto, al suroccidente de Colombia, donde compartió con doña Rosa el fin de semana. “Después de ver la misa por televisión, nos dio un abrazo como si se estuviera despidiendo y al día siguiente se despertó, desayunó y volvió a su cama. Ahí nos dimos cuenta de que no estaba bien y al poco tiempo falleció”, explicó Édgar.
“Es tiempo de que la liberen”
Doña Rosa era de temperamento alegre como Gloria, la tercera de sus cuatro hijos, y tenía gran carisma, lo que sin duda le ayudó a sobrellevar el secuestro de la religiosa, quien se encontraba en la parroquia de Karangasso, Koutiala, al sur de Mali, cuando fue raptada.
Se han recibido tres pruebas de supervivencia, la última hace un año y medio a través de un video de 16 segundos en el que se ve a la misionera atendiendo a una mujer francesa que estaba enferma. Su familia cree que ella se encuentra en la frontera entre Mali y Burkina Faso y confía en que la difusión en medios internacionales como Aleteia permita que la noticia llegue hasta allá y se entere del fallecimiento de su madre.
Igualmente esperan que el fallecimiento de doña Rosa lleve a los captores a liberar a la misionera: “Si me leen que por favor la liberen, este es un motivo grande para que lo hagan. Es tiempo de que la devuelvan, ella nos hace falta”, dijo su hermano como vocero de la familia.
El oficio religioso por el alma de doña Rosa se realizó en la capilla de las Hermanas Franciscanas de María Inmaculada de Pasto, comunidad a la que pertenece Gloria Cecilia y con la que adelantaba una misión en ese continente, para ayudar a los más necesitados. En cumplimiento de su apostolado estuvo ocho años en Benin y posteriormente se trasladó a Mali.
En la congregación marcan cada día en un contador manual, al tiempo que oran por su liberación, clamando a través de esta corta oración: “Te pedimos que estés con ella en los momentos de profunda soledad y seas un faro brillante de esperanza”.
Para una anterior publicación en Aleteia conversamos con la hermana Carmen Isabel Valencia, provincial de la comunidad, quien contó que doña Rosa contabilizaba los Rosarios diarios por la liberación de su hija y “confiaba en que algún día, antes de que ella cierre los ojos, Gloria Cecilia regrese”. Lamentablemente así no ocurrió, la hija sigue secuestrada en África y la madre falleció en Colombia con la fe puesta en la liberación de la misionera.
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