Empecemos por nosotros mismos, pero recemos también por que todo el mundo crezca un poco en esta virtud
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Muchos miramos con consternación el ambiente tóxico en la política en general. ¿Cómo ha llegado el mundo a este punto? ¿Es que ya no hay nadie amable o con espíritu de cooperación? ¿Nadie honesto? ¿Nadie trabajador?
Últimamente, el mundo está falto de mucha más humildad y le sobra mucho orgullo, que está en la raíz de todos los vicios.
Uno de los grandes de la Iglesia, san Benito, propuso doce pasos para crecer en humildad.
El desarrollo de cada paso en sus escritos es extenso, así que aquí presentamos un resumen de cada uno.
San Benito empezó su lista con este prefacio:
“Todo el que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado” (Lucas 14,11).
Paso 1: Temer al Señor
El hombre debe mantener siempre delante de los ojos el temor de Dios, y nunca olvidar Sus mandamientos. Temer a Dios significa tener reverencia hacia Dios; lo que olvidamos a menudo es que, al ofender a Dios, nos ofendemos a nosotros mismos.
Paso 2: No mi voluntad, sino la tuya, Señor (de Juan 6,38)
Esto significa que, para ser humildes, debemos evitar poner un placer excesivo en nuestra propia voluntad y deseos y, más bien, aspirar siempre a hacer la voluntad de Dios antes que nada.
Paso 3: “Se humilló hasta aceptar por obediencia la muerte” (Filipenses 2,8)
La humildad requiere que seamos obedientes a la autoridad, que incluye a nuestros padres, nuestro sacerdote, las autoridades legítimas, etc.
Paso 4: Aceptar el sufrimiento paciente y obedientemente
“Porque él que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida a causa de mí, la encontrará” (Mateo 16,24-25).
Paso 5: Confesar nuestros pecados y faltas
Esto implica ir a confesar regularmente nuestros pecados a un sacerdote a través del sacramento de la Reconciliación.
Paso 6: Contentarse con la pequeñez
Deberíamos aceptar que somos pecadores y frágiles y que, en solitario, no somos gran cosa pero, ante Dios, tenemos un valor precioso, tanto que sufrió y murió por nosotros.
Paso 7: Entender nuestra mediocridad
“Me hizo bien sufrir la humillación, porque así aprendí tus preceptos” (Salmos 119,71-73).
Paso 8: Respetar la Regla
Este precepto es para recordar a los benedictinos respetar la Regla de su Orden. Nos recuerda que hemos de mantener las normas de la Santa Madre Iglesia o incluso las resoluciones que nos hayamos propuesto nosotros mismos para mejorar.
Paso 9: Silencio y soledad
Deberíamos evitar hablar mal de los demás e intentar abrazar el silencio y la soledad siempre que Dios lo disponga así para nosotros.
Paso 10: Mantener la paz en momentos de risa
Esto nos atañe a la hora de reírnos y burlarnos de los demás, cosa que nunca deberíamos hacer.
Paso 11: Hablar con calma y modestia
Deberíamos entrenar nuestra lengua para que las palabras que pronunciemos sean ante todo agradables a Dios y nunca ofensivas.
Paso 12: Eterna humildad y mansedumbre
Deberíamos aspirar a vivir nuestras vidas, día y noche, aguantando cualquier problema o adversidad que experimentemos y, con ello, permitir que la bondad y la dulzura de Dios brillen a través de nosotros.
El cardenal Rafael Merry del Val fue secretario de Estado de la Santa Sede con el papa san Pío X. Él escribió las famosas Letanías de la Humildad.
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Recemos por que más personas abracen el don de la humildad, empezando por nosotros mismos, por supuesto. Nuestro mundo sin duda lo necesita.