La cercanía, solidaridad y oración se multiplican –cuando aún persisten los ecos de los ataques a la Iglesia en Chile- y rompen fronteras
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La imagen del fuego ha generado conmoción. Pero el día después no ha sido menos desolador. Lo que se muestra en portada, con el arzobispo de Santiago, monseñor Celestino Aós, a mirando desde lejos cómo ha quedado la Iglesia de la Asunción, es tan solo un pequeño efecto de una nueva jornada de furia el pasado 18 de octubre que culminó con vandalización e incendios de templos religiosos en Chile.
En efecto, entre los lugares más afectados se encuentran tanto esa parroquia de la Asunción, que ha tenido incluso la caída del campanario, así como la parroquia de San Borja, iglesia oficial de Carabineros (Policía). En este último caso, una iglesia vandalizada por segunda vez en la que antes se habían robado imágenes de santos y de la Virgen.
Pero esa mirada perdida y conmovida es la misma que han tenido miles de católicos en diversos puntos de América Latina y España. Fue así que una vez difundidos los hechos, además de las reacciones locales, los mensajes de cercanía, solidaridad y hasta de acompañamiento en la oración no se hicieron esperar.
En las últimas horas el propio Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (CELAM) expresó palabras de solidaridad hacia la Iglesia de Chile:
“Condenamos éste y cualquier acto sacrílego o profanación que atente contra la vida espiritual de los fieles y el trabajo evangelizador de la Iglesia, especialmente en estos difíciles tiempos de pandemia que nos toca vivir”
Pero lo propio hicieron de manera particular diversas conferencias episcopales, entre ellas la de España, México, Argentina, Brasil, Paraguay y Ecuador.
A continuación un resumen con los principales mensajes:
“Lamentamos profundamente los hechos ocurridos en Chile. Los templos son signos de la identidad de un pueblo, su destrucción significa una pérdida que lastima y hiere a la comunidad”.
“La Iglesia española se une profundamente al dolor del pueblo católico por los ataques sufridos en los últimos días. Además, manda un mensaje de oración, rogando a Dios que derrame su gracia en el pueblo chileno para que aplaque el corazón de los violentos y brote el respeto de la verdad, la justicia y los derechos humanos.
“Ante los graves incidentes producidos el día domingo, en el que además se incendiaron y saquearon lugares sagrados, manifestamos nuestra solidaridad con la Iglesia de Chile, y expresamos nuestra cercanía con las comunidades de las Iglesias de La Asunción y San Francisco de Borja”
“La violencia deshumaniza, daña a las personas, destruye bienes y desdibuja la historia”
“Todo signo de intolerancia, irrespeto y extrema ofuscación, que atenta contra la dignidad de las personas y sus genuinas expresiones, revela la dolora distancia y el cruel desatino que el mal es capaz de generar en el corazón y la mente, de quienes han olvidado a Dios”.
“Deseamos que el Señor bendiga a cada uno de Ustedes e ilumine para saber sobrellevar tan difíciles momentos en pro de un pueblo de paz y días mejores.”
He aquí otra muestra de fraternidad (abrazo) –que seguía aumentando con el correr de los días- en medio de tanto dolor, angustia y consternación.
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