Es una excelente herramienta que han empleado millones de personas en los últimos siglos que nos orienta a la felicidad. Seguramente en tu casa tienes algún instrumento para mantenerte en forma físicamente: una bicicleta, unas mancuernas, una cuerda, unos patines. Pues bien, para tu espíritu también puedes contar con un instrumento a partir de ahora: el discernimiento.
Se le llama discernimiento porque se trata de “dis-cernir”, o sea, “separar entre dos opuestos” y consiste en aplicarlo a nuestra conducta.
Algunos creen que el discernimiento es algo que se aplica in extremis, en el momento de la muerte o cuando uno se ve en una situación muy delicada: cuando ya ha tocado fondo con las drogas o ha roto su matrimonio. Evidente que esas situaciones piden una reflexión especial. Pero el discernimiento es fundamental para nuestra vida cotidiana, para cada día.
Necesito emplear el discernimiento a diario porque me orientará hacia la felicidad, y para eso no hace falta esperar a ser viejita o a que suceda algo grave. La felicidad la buscamos cada día, es parte de nuestra condición de seres humanos. Y al aplicar el discernimiento podemos encontrar la línea que mejor nos indica.
Me ayudará a enfocar la jornada, a distinguir lo importante de lo secundario, a escoger entre lo que me apetece y lo que de verdad es necesario que haga… Y me vale tanto para el trabajo como para la vida de piedad, las relaciones familiares o la vida social.
¿Quién o qué me da la verdadera felicidad? Eso es algo que cada uno debe descubrir. Quien recibe el don de la fe, cuenta con una ayuda extraordinaria de Dios para construir su vida de forma que la felicidad del cielo sea lo primero. Quien no cree, anda buscando recursos que le orienten: si lo hace con rectitud, también podrá descubrir esa felicidad. Pero si se intenta solo vivir con las apariencias o aceptar cualquier forma de vida por pereza, vanidad, orgullo, etc… entonces las consecuencias pueden ser nefastas. Uno se construye el futuro, y se lo construye para bien o para mal.
Como a veces el bien no está del todo claro, el discernimiento nos ayuda a salvar los escollos. Pide ayuda al Espíritu Santo si eres creyente, para que te oriente. Pero ten en cuenta antes una cosa primordial: siempre serás tú quien decide. Así que no busques el apoyo del horóscopo, de los posos del té ni de la ouija. El futuro lo decidimos solo nosotros con nuestra toma de decisiones continuada.
Nuestro futuro no está escrito, sino que lo escribimos nosotros con nuestra libertad,paso a paso. Ojalá que sea hacia la felicidad con cada decisión que vamos tomando.
No hay que esperar a tener unos estudios completados o a tener ya los hijos mayores o a ser anciano para decidir qué hago con mi vida. Lo mejor es buscar la felicidad (el cielo si eres creyente) cada día.
¿Cuándo puedo vivir el discernimiento? Hay cosas que solo necesitan ser pensadas una vez y luego aplicadas cada día: me levantaré al sonar el despertador a las 7.00 am, por ejemplo. Hay otras, en cambio, que requieren ser pensadas y activadas cada semana o cada cierto tiempo: quiero demostrar mi agradecimiento a mis padres y les organizo una cena de aniversario.
Lo importante es que adopte este hábito como quien hace ejercicio físico cada día. San Ignacio de Loyola lo empleó en su peregrinar espiritual y fue el impulsor del discernimiento: desde el siglo XV lo han empleado miles, millones de personas.
Al ser una herramienta, puedes emplearla cuando desees: al hacer oración, cada mañana, al acostarte, al llegar a casa después del trabajo, antes de planificar tu jornada… Y también hay que decir algo: en el camino cristiano hay otras herramientas, no hay obligación de seguir esta. Lo que sí vale la pena tener en cuenta es que está comprobado que ha ayudado a muchas personas.