Un lindo y curioso testimonio de fe para celebrar a lo grande el Día Mundial del Karate
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José Hinostroza (38) es un joven sacerdote ecuatoriano, actualmente párroco de Cristo Rey en Guayaquil. De un momento a otro, en medio de sus actividades pastorales, recibió el llamado de Aleteia. Para él fue una sorpresa, tal cual confiesa, pero no dudó ni un instante en brindar su testimonio sobre la práctica de una disciplina, cuyo día mundial se celebra este 25 de octubre, que de alguna manera lo ayudó a descubrir a Dios y su vocación.
Efectivamente, tal cual confirmó José a Aleteia, empezó a practicar karate a la edad de 14 años, pero tuvo que dejarlo cuando tenía cerca de 20 años debido a problemas de salud (desde ese momento empezó a practicar natación).
En aquel entonces, cuando practicaba karate, deseaba ese autocontrol, dominio, ayudar a los demás y no sabía dónde buscar. Su familia, recordó, no era muy religiosa (fue bautizado cuando tenía 10 años).
“Mi alma estaba a la procura de algo y como no estaba en la vida religiosa veía en el karate algo que mi vida deseaba”, dijo.
“Cuando tomo contacto con los grupos religiosos ahí mi alma descansa porque esa orden, disciplina, piedad, caridad que quería para mi vida no estaba en el karate. Ahí se da ese vínculo. Fue un preámbulo de mi vocación sacerdotal el ya comenzar con esa disciplina deportiva”, indicó.
En un artículo publicado por El Universo en 2016 el propio José recordaba que hubo un domingo, durante una misa, que lo llevó a querer repetir algún día lo mismo que hacía quien la oficiaba. Y esto sucedió cuando el sacerdote pronunciaba las palabras: “Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”.
El karate, sus valores
Al momento de seguir profundizando sobre el vínculo entre su vocación y el karate, esto fue lo que respondió a Aleteia:
“Me sirvió muchísimo porque el karate se base en normas de respeto y ética. Esto tiene un origen que está en lo que se conoce como el bushido, el “camino que hacía el guerrero”. Es el código samurái, élite militar con privilegios y obligaciones”.
“Todos los samuráis se basaban en siete principios que si los traducimos al catolicismo son valores importantísimos que todos deben tener. Por ejemplo, ellos tenían mucho el principio del honor. Junto a eso la lealtad y el deber. Al mismo tiempo, ellos eran valientes. Pero todo era mezclado con la justicia. Era gente sincera, compasiva. Todo eso unido con la cortesía”, continuó.
José recordó que para ser samurái la persona también debía pertenecer a esa élite siempre y cuando tuviera espíritu militar, pero también modales refinados.
“La persona hacía sacrificios, pero al mismo tiempo tenía modestia, pureza y piedad. Eran como los requisitos para poder pertenecer a esa élite militar. De ahí viene el karate, que es la disciplina deportiva, por eso la forma cómo se practica, las técnicas, las peleas de marcación. Se mantiene mucho el dominio y control de la persona”, expresó.
José dijo que fue por eso que siempre se orientó al karate, debido a esos principios.
Por último, una confesión más, no ha visto la famosa serie que hace referencia a esta disciplina, la continuidad de Karate Kid, Cobra Kai (Netflix), pero le encantan las películas de samuráis, aunque no se haya muchas, añadió, le permiten apreciar esos valores.
Siete años de sacerdote y muchos frutos
El padre José no está más en la dirección de Obras Misionales Pontificias. De todos modos, su actividad pastoral en su parroquia, ya con casi siete años como sacerdote, está siendo bastante fructífera. Actualmente también es vicario de la zona del suburbio de Guayaquil (maneja junto a la suya unas 31 parroquias) y capellán del Benemérito Cuerpo de Bomberos de Guayaquil.
“Hice el curso de Bomberos. Sí, también soy bombero”, contó entre sonrisas José, quien también asesora grupos próvida y guía a parejas.
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