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Rafael Sánchez-Guerra tuvo múltiples vidas y facetas: Concejal, presidente del Real Madrid, monje, republicano y católico, en una España muy convulsa
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La historia de Rafael Sánchez-Guerra es digna de una película, o de dos, o de tres. Hay veces que en una existencia se suman muchas vidas y este es, sin duda, el caso de Rafael Sánchez Guerra. Republicano y católico; presidente del Real Madrid y dominico en Villava.
Nunca olvidarán en el Seminario de Dominicos de Villava, a sólo tres kilómetros de Pamplona lo que ocurrió un 3 de abril de 1963. El Real Madrid visitaba a Osasuna y sus jugadores quisieron hacer una visita especial . Al Seminario llegaron Puskas, Gento, Amancio, Santamaría, Zoco y Féliz Ruiz. Quería visitar al hermano dominico Rafael Sánchez-Guerra, al que fue presidente del club desde el 31 de mayo de 1935 hasta el comienzo de la Segunda República.
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Su mandato fue corto y tuvo que vivir una de las situaciones más complejas, la llegada de la Segunda República. Lo intentó en 1933 pero no lo consiguió y dos años después triunfaría en su intento. Sería presidente del Real Madrid con 444 votos a favor y la oposición de, nada más y nada menos, Santiago Bernabéu.
Católico y Republicano
Rafael Sánchez-Guerra estuvo muy implicado en política. Concejal de Madrid cuando se proclamó la Segunda República llegó a salir al balcón de la Puerta del Sol en Madrid para mostrar a los madrileños la bandera tricolor. También se trataba de una gran figura por su convicción católica y por un gran prestigio como soldado voluntario en la guerra de África donde sería herido.
Durante la Guerra Civil permaneció como concejal y cuando el bando nacional llegó a la capital no quiso huir y permaneció junto a Julián Besteiro. Pensó que nada iba a ocurrirle. Durante este tiempo, él sólo cumplió órdenes como concejal Se equivocaba. Le condenaron a 30 años y un día de cárcel, pero finalmente le rebajaron la pena a 28 meses. Su condición de católico y su condena al asesinato de Calvo-Sotelo influyeron en la decisión.
Cuando salió de la cárcel y sin oficio ni beneficio partió a París, donde llegó a ser ministro en el exilio del gobierno republicano. En 1959 falleció su esposa y decidió regresar a España. Ya no quería hacer política, aunque siempre seguiría con mucho cariño el fútbol y el Real Madrid. Quiso convertirse en monje dominico. Algunos dicen que fue por una promesa a su mujer, otro que fue un imperativo del franquismo.
Allí, en el convento pasaría los últimos años de su vida y hasta allí llegaría el Real Madrid en pleno para visitarle y ofrecerle un último homenaje.
Con información de El País, Marca y La Razón, entre otros.