San Andrés apóstol fue el primer discípulo en ser llamado por Jesús. Por eso se dice que es el protocletos (el primer llamado).
Nació en Betsaida, Galilea. Era hermano de san Pedro, y los dos tenían como oficio el de pescadores. Se dice que predicó el Evangelio en la región de Acaya en Grecia y sufrió la crucifixión en Patras.
La historia del martirio del apóstol fue relatada por Santiago de la Vorágine en La leyenda dorada, una colección de narraciones, fundamentalmente sobre la vida de los santos, escritas en el siglo XIII.
También encontramos la historia del martirio en una carta, escrita originalmente en latín, por los sacerdotes de las iglesias de Acaya.
Esta cuenta que:
El procónsul del Egeo, habiendo entrado en la ciudad de Patras, se dispuso a obligar a los que creían en Cristo a sacrificar a los ídolos.
Andrés, que ya había logrados que muchos abrazaran la verdad del Evangelio, no dudó en evangelizar también al procónsul del Egeo. Le reprochaba por querer juzgar a los hombres, mientras era engañado por los demonios hasta hazle despreciar a Cristo Dios, el verdadero Juez de todos los hombres.
Una cruz especial
Egeo, exasperado, ordenó que lo pusieran en la cruz, para hacerle imitar la muerte de Cristo. Ordenó a los verdugos que le ataran las manos y los pies de manera que se los tendieran como si fuera un caballete, para que no muriera pronto, sino que soportara los sufrimientos de una tortura prolongada.
Según la tradición, esta crucifixión tuvo lugar en una cruz con vigas diagonales, la llamada cruz de San Andrés .
La gente se opuso a tal crueldad, pero Andrés rogó a la gente que no se opusiera a la tortura, y se fue lleno de alegría y exaltación sin dejar de exhortarles.
Cuando llegó al lugar donde había sido preparada la cruz, y viéndola desde lejos, gritó:
Salud, oh Cruz, consagrada por el cuerpo de Cristo y adornada con sus miembros como con perlas. Antes que el Señor fuera levantado sobre ti, tú inspirabas temor humano, pero ahora, la fuente de amor celestial, te has vuelto infinitamente deseable.
Los creyentes conocen las alegrías que hay en ti y las recompensas que preparas. Vengo a ti seguro y alegre, para que recibas en mi regocijo, discípulo de aquel que se ha fijado en ti, porque siempre te he amado y deseado abrazarte, oh buena Cruz a la que los miembros del Señor han dado esplendor y belleza, Cruz largamente deseada, amada fielmente, buscada asiduamente, preparada para mis ardientes deseos, recíbeme de entre los hombres y devuélveme a mi Maestro, para que el que me redimió por ti me reciba también por ti
Tres días muriendo y predicando
En la cruz durante tres días, no dejó de predicar la verdad, y muchos se convirtieron al oírle.
Todos continuaban clamando por la libertad de este hombre santo y piadoso.
Egeo, por temor a la gente, prometió que lo sacaría de la cruz. Al verlo, san Andrés nuevamente le exhortó a seguir los pasos de Cristo.
El procónsul de nuevo enfurecido, mandó a los verdugos a desatarlo de la cruz. Pero ninguno pudo hacerlo, porque perdían las fuerzas en sus brazos cada vez que lo intentaban.
Entonces san Andrés dijo en voz alta:
Señor Jesucristo, buen maestro, no permitas que me bajen de esta cruz antes de que hayas recibido mi alma.
Y mientras hablaba así, una luz deslumbrante, como un rayo del cielo, lo rodeó a la vista de todos y persistió alrededor de media hora. Al desvanecerse la luz, él también se había ido con ella hacia el Señor.
Andrés murió el 30 de noviembre de 64 d.C. Ese día, el gobernador murió antes de regresar a su casa y su esposa, que se había convertido al cristianismo enterró honorablemente a Andrés.
Fuente: santiebeati.it, lnx.portaleagora.it