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¿Has oído hablar del ghosting? A ver si te suenan algunas de estas situaciones:
«Nos conocimos en una fiesta, me dio su teléfono y me dijo que me llamaría al día siguiente. Han pasado dos semanas, le he escrito y todavía no ha dado señales de vida».
«Somos amigos desde hace años. Lleva un tiempo raro; de un día para otro le llamo y no coge el teléfono, le escribo y no tengo respuesta. No entiendo nada…».
Que alguien desaparezca de tu vida sin dar explicaciones es lo que hoy en día conocemos como ghosting. Se trata de una conducta que, lamentablemente, se lleva produciendo desde mucho antes de que le pusiéramos este nombre.
Es algo muy dañino para la persona que lo sufre, pues genera confusión, impotencia, culpa e incluso ansiedad. Desgraciadamente, no solo pasa en las relaciones amorosas, sino también en las relaciones de amistad, laborales y en otros ámbitos sociales.
Quizá alguna vez lo hayas experimentado, o tal vez ahora seas consciente de que has podido hacérselo a alguien.
¿Qué esconde el ghosting?
¿Por qué alguien puede llegar a hacer ghosting a otra persona? ¿Por qué una persona decide desaparecer de la vista de otra?
Tras esta conducta se esconde una gran falta de asertividad, es decir, una incapacidad para decir «no» o para expresar al otro tu necesidad.
Normalmente, se trata de personas con miedo al conflicto y a la posible reacción del otro. Por ello, prefieren desaparecer, refugiarse en la huida y la evasión antes que enfrentarse a decir lo que sienten y piensan.
Empatía vs ghosting
Cuando uno siente verdadera empatía, puede ejercer su libertad teniendo en cuenta las emociones del que tiene delante.
En este caso, si la persona se ha dado cuenta de que necesita poner distancia o límites al otro, llevar a la práctica la empatía y la asertividad consistiría en enfrentarse a una conversación cara a cara, exponiendo sus necesidades con respeto y sin cargar con las posibles reacciones del otro.
Sin embargo, cuando uno se hace responsable de la respuesta emocional de la otra persona, alimentando pensamientos del tipo «se va a enfadar» o «me va a criticar delante de otros» es fácil terminar haciendo ghosting y acabar huyendo por miedo.
En ninguno de los casos es sencillo poner límites o acabar con una relación, pero no se trata solo de ti mismo, sino de otra persona con emociones, expectativas e ilusiones que también se merece saber tus intenciones o motivos para poder hacer su propio proceso psicoemocional.
¿Qué hago si he sufrido ghosting?
- Evita justificar al que te ha hecho daño: ocasionalmente alguien puede demorarse en su respuesta, pero si esto se prolonga, es la señal de que esa relación te hace daño.
- Elimina cualquier sensación de culpa: quien actúa así contigo no se ha dado cuenta de lo que vales. Reconoce que no te mereces ese trato y pon límite a esos pensamientos culpabilizantes que solo dañan tu autoestima.
- Priorízate y establece tus propias reglas: si esa persona vuelve y se excusa, aclara muy bien cada punto que te incomode y establece el tipo de comunicación que quieres tener. Si esa persona, por el contrario, no vuelve, da gracias por haberte librado de alguien que no ve tu valor y rodéate de los que sí lo hagan.
Recuerda estas palabras de San Pablo:
No devuelvas a nadie mal por mal; así todos podrán apreciar tu buena disposición” (Rom. 12, 17).
¿Qué hago si he hecho ghosting?
- Estás a tiempo: siempre puedes arrepentirte y empezar de nuevo.
- Aparta el miedo: no dejes de expresar lo que necesitas y enfréntate desde la caridad y la asertividad.
- Practica el amor sincero, siguiendo también las palabras de San Pablo: «Que el amor sea sincero. Aborrece el mal y procura todo lo bueno. Que entre vosotros el amor fraterno sea de verdadero cariño, y anteponed al otro en el respeto mutuo» (Rom. 12, 10).
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