No te conviertas en una estadística: sigue estos pasos para mantenerte bien y prosperar durante estos tiempos difíciles
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La pandemia está intensificándose durante el invierno, incluso con la esperanza de la vacuna despuntando en el horizonte. Y queda claro que la COVID-19 ha dejado más que una enfermedad infecciosa en nuestras comunidades.
En lo más alto de la lista está el incremento de los problemas de salud mental, incluyendo en el ámbito laboral.
Un estudio reciente indica que el 35 % de los empleados de Estados Unidos padece depresión durante la pandemia. Esto incluye la depresión en el lugar de trabajo. Y sin embargo, pocos están recurriendo a ayuda profesional.
Un análisis más detallado apunta a unas cuantas estadísticas reveladoras:
Primero, parece que las generaciones más jóvenes de empleados, incluyendo los pertenecientes a la generación Z, son las que están teniendo más dificultades; en especial, en comparación con sus colegas mayores (los baby boomers).
Un porcentaje de dos a tres veces mayor de jóvenes informaron de dificultades de concentración en el trabajo. También informaron sobre sentimientos de burn out o agotamiento emocional por el trabajo.
Se ha encontrado también que las mujeres, más que los hombres, están informando de problemas de desatención y disminución de energía. Además, un 65 % de los trabajadores que denuncia una distracción crónica en el trabajo está conviviendo con una persona vulnerable.
Por otro lado, entre los que mencionan síntomas relacionados con la depresión, solamente 1 de 10 ha contactado con un compañero de trabajo y sólo el 7 % ha buscado ayuda profesional.
Crecen cada vez más las evidencias de que las consecuencias a largo plazo de la COVID-19 para la salud mental podrían ser graves; sobre todo, si no damos prioridad a la salud mental en las semanas y meses venideros.
Para ello, primero debemos empezar con atender a las “4 claves”, por su relación con la salud mental: sueño, dieta, actividad y tiempo de pantalla/tecnología.
Actualmente hay del orden de miles de estudios que indican que estas áreas tienen un impacto directo en nuestro funcionamiento psicológico, algo que la pandemia no ha hecho sino magnificar.
Para empezar, es fundamental señalar que, aunque sea difícil controlar ciertos resultados (por ejemplo, dormir más esta noche), lo que siempre está a nuestra disposición son nuestros hábitos. Los procesos que empleamos que suponen una gran diferencia a corto y largo plazo.
Con el Adviento empezado, tenemos una gran oportunidad para empezar nuevos hábitos.
Miremos esas 4 claves…
No importa en qué situación estés ahora mismo con respecto al ejercicio: escoge un objetivo sencillo y razonable y comprométete a cumplirlo. Podría ser añadir un paseo de 20 minutos por la mañana dos veces a la semana, o incrementar tu tiempo habitual de bicicleta 10 minutos más.
En lo referente a la dieta, el objetivo es siempre aumentar la ingesta de agua y de alimentos integrales y naturales. Así que podrías comprometerte a hacer una comida totalmente natural al día; o, durante la semana, beber solamente agua.
Cambiar tus hábitos de sueño podría ser, sencillamente, irte a dormir 10 minutos antes de lo habitual. También puedes desconectar de todas las tecnologías 30 minutos antes de acostarte (las pantallas suelen dificultar el conciliar el sueño).
Por último, hablando de tiempo de pantalla, podrías limitar el ojear tontamente las redes a sólo 10 minutos al día o mirar las noticias cada dos días nada más.
Sea cual sea el objetivo, debe ser razonable y práctico en comparación con tus hábitos actuales, para que tengan una oportunidad de convertirse en parte estable de una rutina más sana.
Tu actitud es igual de importante…
Más allá de las 4 claves, debemos trabajar cada vez más en cultivar unas pocas actitudes o mentalidades específicas, como indiqué en un artículo reciente.
Según dijo Victor Frankl –un hombre que casi perdió a toda su familia en el Holocausto y que a duras penas sobrevivió él mismo–:
“Al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa: la última de las libertades humanas es la elección de la actitud personal ante un conjunto de circunstancias”.
Y así es si queremos afrontar desafíos inevitables con la pandemia.
Debemos esforzarnos por fomentar tres perspectivas fundamentales en nosotros y nuestros hijos:
- gratitud vs. decepción
- empatía vs. ensimismamiento
- desafío vs. desesperación
Es perfectamente normal sentir decepción, ensimismamiento y depresión o desesperación, pero es esencial reorientarnos continua e intencionadamente hacia la gratitud, la empatía y el desafío si queremos ser resilientes en nuestra situación actual.
Hay un enfoque significativo más que sigue siendo primordial a la hora de mantenerse mentalmente sano…
Es la oportunidad que tenemos AHORA, y esto no cambia tanto si estamos en prisión como si estamos tumbados en una cama de hospital. Todos nosotros necesitamos un plan para el futuro y ser conscientes del pasado.
Pero cuando nuestros corazones y almas están en otro sitio distinto del momento presente, es tan abrumador como paralizante. Y es un factor enorme que influye en el desarrollo de problemas psicológicos.
Independientemente de dónde nos encontremos en relación a esta pandemia, cualquier movimiento positivo requerirá un discernimiento consciente de lo que se necesita en el momento.
Quizás para ti sea una respiración profunda y calmante y unos cuantos minutos de silencio al día. Quizás sea contactar con un amigo o colega y conversar sinceramente sobre las dificultades que te inundan.
O quizás sea aprovechar los servicios de asistencia al trabajador en tu empresa o contactar con un terapeuta. E incluso dejar tu móvil en casa y salir a pasear para empezar o terminar el día.
2020 parece no tener límites en los desafíos que nos presenta, pero la promesa de nuestras vidas –en pandemia o cualquier otra circunstancia– es que cada momento nos ofrece opciones para tomar un camino mejor, al margen de dónde vengamos o lo que nos espere más adelante.
Jim Schroeder es un padre casado de ocho hijos, psicólogo pediatra y atleta de alto rendimiento.