Acciones concretas para cultivar la generosidad en familia. Ayudar a los más necesitados educa y une a padres e hijos
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Preparar un bizcocho, repartir comida o simplemente cantar un villancico para alegrar la Navidad a los menos acompañados son actividades solidarias que podemos hacer en familia y que enseñan a los más pequeños a descubrir la solidaridad y a sentirse útiles.
Se cumple un triple objetivo: ayudar, educar y unir a la familia valorando lo que se tiene. Y siempre recordando que ayudar a otro, es también hacerlo a Jesús. Así lo dice la Biblia, en el pasaje de Mateo 25, 40 :
“Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo”.
Pueden hacerse todo el año pero en estas fechas próximas a la Navidad podemos hacer aún más. Ayudar al otro puede ser en todo un “planazo” de fin de semana para hacer en familia o convertirse con el tiempo en una práctica habitual de padres e hijos.
Ayudar a quienes tenemos cerca
Empezamos por lo que tenemos más a mano: los vecinos. Serán muchos los que compartan edificio con alguna personas mayores, o una familia que no pasa por el mejor momento, o un vecino que apenas hemos visto un par de veces. A todos ellos podemos hacer un bizcocho, unas galletas típicas de estas fechas o simplemente podemos cantarles un villancico para desearles una Feliz Navidad. A muchos niños les encantará.
Otros tal vez quieran animarse a ayudar a decorar la casa o prefieran fabricar alguna manualidad para regalársela y que les haga sonreír.
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La familia puede ser solidaria también en el barrio. Parroquias, asociaciones y colegios organizan turnos en comedores sociales para servir comida a los que habitualmente los visitan o echar una mano para transportar todos esos productos donados por particulares.
Son actividades que permitirán a los niños valorar la suerte que tienen con poder tomar turrón de chocolate en Navidad o al disfrutar con su familia de una cena especial en Nochebuena. Es una buena manera de acercarse a los demás y ver que hay otros niños que no tienen las cosas que para ellos son habituales.
En la calle
Conocida es la labor de muchas asociaciones como el Proyecto Encuentro o Bocatas-Pasión por el Hombre que trabajan directamente con las personas que están en la calle. Se dirigen a ellos con nombre y apellidos y les acompañan en su sufrimiento tras ofrecerles un bocadillo o un chocolate caliente. No solo les llevan el alimento o el abrigo sino la sonrisa, la caricia y los minutos de conversación que cambian las vidas de muchos de ellos.
Ahora en Navidad, son muchos quienes reciben una mochila con turrones, galletas o polvorones. Seguro que en tu ciudad existe una asociación parecida.
Ocio con personas con discapacidad
Además de comida, la familia que quiere ser solidaria puede entregar su tiempo y cariño a personas que tienen alguna discapacidad, física o mental. Es a lo que se dedican muchas asociaciones que se encargan de hacerles pasar un fin de semana diferente .
Muchas familias solidarias se animan a darles un paseo o a merendar con ellos. Se trata de ofrecerles un plan habitual para nosotros pero tal vez no tan frecuente en sus vidas. Un tiempo de ocio para ellos y de respiro para sus familias que aprovechan ese rato para desconectar y descansar.
Una ayuda que ofrecen desde hace tiempo Fe y Luz, que anima a experimentar la amistad con personas con discapacidad mental, o la Fundación Desarrollo y Asistencia a través del programa de Voluntariado Familiar Nadiesolo, un programa dirigido a acompañar a niños y niñas de hasta 12 años con discapacidad.
Es compartir en familia el darse a los demás. Porque la familia es la Iglesia doméstica. Y con estos pequeños esfuerzos, que no suponen mucha complicación, llevamos la alegría que nace en Belén a los que más lo necesitan.
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