En México, una linda iniciativa para abrazar en cierto sentido a los que no pudimos despedir
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Una de las grandes tragedias que ha venido asociada a la pandemia de la Covid-19 es la imposibilidad –por razones sanitarias—de despedirnos de nuestros seres queridos que han muerto por este virus.
Los crematorios en México llegan a tener hasta una semana de espera para entregar a los familiares las cenizas de quienes han fallecido. Al mismo tiempo la escasez de ataúdes es ya una realidad.
Es cierto que se ha iniciado desde el pasado mes de diciembre el proceso de vacunación más ambicioso de la historia mexicana. Pero la pandemia no tiene, aún, un horizonte claro de finalización ni en el país norteamericano ni en ninguna otra parte de América Latina.
Una iniciativa pequeña
Con un dejo de cariño y, al mismo tiempo, con una buena dosis de conocimiento de lo que significa la pérdida, Eréndira Guerrero tiene montado un pequeño taller casero en la fronteriza Ciudad Juárez. Un lugar que se ha hecho tristemente célebre por la enorme cantidad de asesinatos de mujeres que ahí se han producido.
Lo que ha pensado y diseñado Guerrero es la fabricación de los clásicos osos de peluche. En lugar de estar vestidos con ropa de temas comerciales o para ser abrazados por los niños, los viste con ropa de personas que han fallecido por la covid-19.
La idea es sencilla, dice Guerreo al periódico Excélsior. Porque mucha gente no pudo despedirse de sus familiares. Y necesitan cerrar ese círculo.
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Algo que puede ayudarles es abrazar estos osos con la ropa preferida o alguna de las ropas habituales de la persona que falleció por coronavirus.
De la tragedia al adiós
“Las muertas de Juárez”, como se ha dado en llamar el feroz crimen prolongado en contra de mujeres, muchas de ellas trabajadoras de maquiladoras que fabrican ropa o artículos electrónicos para Estados Unidos (hay que recordar que esta ciudad es frontera con El Paso, Texas), fue la primera de las iniciativas de Guerrero con los osos de peluche.
“La pandemia ha creado un nuevo grupo de clientes afligidos que buscan formas de mantener el contacto con un ser querido muerto repentinamente”, comentó a Excélsior.
Hasta el momento, según sus cálculos, el pequeño taller que tiene montado en Ciudad Juárez ha fabricado ya aproximadamente 200 osos para familiares de víctimas de la Covid-19.
Al taller le llevan alguna camisa favorita u otra pieza. Guerrero coloca cuidadosamente sobre ella con alfileres los patrones para los brazos, las piernas, el torso y la cabeza del oso. Y luego los cubre con esa pieza de ropa que hará recordar a la familia a esa persona que se llevó la pandemia.
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Un peluche que recuerda: “estoy contigo”
Cada oso cuesta cerca de 27 euros (unos treinta dólares). Le adjunta notas que dicen algo así como: “Esta es una prenda que solía usar, cada vez que lo abraces quiero que sepas que ahí estoy. Con amor, papá”, o lo que quieran expresar los familiares.
“La ceremonia del adiós” es algo fundamental en la cosmovisión y en los rituales mexicanos. Gran cantidad de personas necesitan un signo. No despedirse de sus familiares puede dejar una dolorosa herida abierta.
Quizá el oso de Eréndira Guerrero no la cierre, pero como el caso de Araceli Ramírez con el oso vestido con la tela de la camisa de su papá, Lorenzo Ramírez, quien murió repentinamente hace un par de meses, “le hace sentir que está con ella”.
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