La minera brasileña Vale pagará 7.000 millones de dólares por daños “sociales y ambientales” tras derrumbe de 2019 en Brumadinho (Minas Gerais, Brasil). Una tragedia que dejó centenares de víctimas y que hace referencia a un tema no exento del acompañamiento de la propia Iglesia
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Pasaron más de dos años de aquella tragedia. El 25 de enero de 2019 el derrumbe de una presa en un complejo gigante minero en la localidad de Burmadinho (vinculado a residuos minerales) causó una catástrofe que culminó con casi 300 fallecidos.
“Pedirle a Dios que nos salvara”
“Ahora, amigo es hora de rezarle a Dios, llegó nuestra hora. Esto es todo”, había dicho Elias Nunez, un brasileño afectado por la catástrofe, en diálogo con BBC Mundo.
En esa oportunidad contó que estuvo muy cerca de la muerte, pero también cómo en ese momento logró aferrarse a la fe.
“Cuando terminamos de rezar estábamos en lo alto del lodo. Primero golpeó mi costado y luego el del pasajero y levantó el auto. Creo que pese a la situación conseguí mantener la calma”, indicó.
“En un momento como ese lo único que piensas es que vas a morir. Ves una fuerza sobrenatural arrasando vagones, trenes. Nuestra camioneta era como un grano de arena, podría haberla aplastado fácilmente. Así que lo único que hicimos fue pedirle a Dios que nos salvara”.
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Un acuerdo “récord”
Pasaron los días, ahora casi dos años, y las demandas de reparación tras lo sucedido no han parado. En el aquel momento quien era obispo auxiliar de Belo Horizonte y rector de la Universidad Pontificia de Minas Gerais, monseñor Joaquim Mol Guimarães, había sido por demás enfático en declaraciones recogidas por Fides.
“No hubo ningún incidente en Minas Gerais. Hubo un delito ambiental y un homicidio colectivo”, había dicho.
Pero en las últimas horas una noticia generó una pequeña luz de esperanza en medio de tanta tragedia. Y esto tiene que ver con el anuncio del pago, de parte de la minera Vale, de 7.000 millones de dólares, tal cual reproducen diversos medios y agencias por estas horas. El objetivo, la reparación por daños “sociales y ambientales” causados por aquel derrumbe. Según el propio gobierno de Minas Gerais, se trata del “mayor acuerdo de reparación firmado hasta ahora en América Latina” (ver aquí nota de France 24 en base a APF).
No obstante, a pesar de esta señal, el dolor permanece y las propias víctimas se han mostrado insatisfechas con el acuerdo. Entre otras cosas, a pesar de la insistencia de la empresa de que se hará, por la falta en el acuerdo de lo vinculado a procesos de daños individuales.
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La cercanía de la Iglesia
A mediados de enero tuvo lugar en la Arquidiócesis de Bel Horizonte (Minas Gerais) la II Peregrinación Regional por la Ecología Integral a Brumadinho. En este caso, tal cual informó en su momento la propia Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (CNBB), se dio en forma virtual.
Al mismo tiempo, por esos días se lanzó el denominado Pacto de Afectados, documento colectivo elaborado, por ejemplo, entre campesinos, familiares de víctimas, indígenas, con referencias a cómo debe ser la reconstrucción de los territorios afectados.
“Recoge nuestros dolores, quejas y nuestro clamor por justicia y reparación integral de todos los afectados. El documento también trae, a través del amor, la fe y la esperanza, nuestra resistencia diaria y cotidiana para enfrentar la minería, en la que defendemos una Ecología Integral y pensamos en nuevos horizontes, con alternativas económicas y un mundo mucho mejor, diferente a éste, donde la vida Siempre está por encima del lucro ”, había dicho Marina Oliveira, afectada por lo sucedido en Brumadinho, recuerda la CNBB.
También con otras tragedias
Es que el acercamiento a familiares de las víctimas estuvo presente desde un comienzo a través de la Iglesia en Brasil. No solo en este caso, con palabras y gestos, sino también en otras ocasiones como la tragedia ocasionada por las represas de Bento Rodrigues también el Minas Gerais el 5 de noviembre de 2015.
En 2020 se cumplieron cinco años de aquella tragedia que dejó 19 personas fallecidas, además de desechos minerales (más 43 millones de metros cúbicos) a través del Río Doce que afectaron a casi dos millones de personas.
En esa instancia la Iglesia de Brasil también se hizo eco y pidió una vez más la reparación para las víctimas.
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