Embajadores ante la Santa Sede. El Papa pidió mantener comportamientos personales responsables por el COVID-19: la vacuna no es una panacea.
Un número cada vez mayor “de legislaciones de todo el mundo parecen distanciarse del deber esencial de proteger la vida humana”. Lo dijo hoy el papa Francisco en su discurso a los embajadores acreditados ante la Santa Sede. Les recibió en audiencia en el Vaticano, con motivo de la presentación de los saludos por el nuevo año.
En la Sala de las Bendiciones, el Papa afirmó:
“desafortunadamente, duele constatar que, con el pretexto de garantizar supuestos derechos subjetivos, un número cada vez mayor de legislaciones de todo el mundo parecen distanciarse del deber esencial de proteger la vida humana en todas sus etapas”.
En este contexto, cabe resaltar la resistencia de la Iglesia Católica ante las legislaciones de España y de Argentina, por la aprobación de leyes como la legalización del aborto y la eutanasia, respectivamente.
El Papa exhortó a “construir un mundo más humano, justo, solidario y pacífico”.
“La pandemia nos ha puesto con gran fuerza frente a dos dimensiones ineludibles de la existencia humana: la enfermedad y la muerte. Precisamente por esta razón, nos recuerda el valor de la vida, de cada vida humana y de su dignidad, en todo momento de su itinerario terrenal: desde la concepción en el seno materno hasta su conclusión natural”.
La crisis sanitaria
En su intervención, habló de las crisis a raíz de la pandemia, en sus distintas dimensiones: sanitaria, social, política y económica. Por ello, recordó, “el derecho al cuidado, que es prerrogativa de todo ser humano” y de su dignidad.
Y cuestionó: “Si se suprime el derecho a la vida de los más débiles, ¿cómo se podrán garantizar efectivamente todos los demás derechos?”.
Así renovó su llamamiento al “acceso universal a la atención sanitaria básica, fomentando asimismo la creación de centros de salud locales e instalaciones de atención médica conformes a las necesidades reales de la población, así como la disponibilidad de tratamientos y medicamentos”.
En efecto, “no puede ser la lógica del lucro la que guíe un sector tan delicado como el de la asistencia y los cuidados sanitarios”.
Vacunas para todos
También el Papa insistió que las “vacunas que se perfilan eficaces contra el coronavirus”, beneficien a toda la humanidad.
Por consiguiente, exhortó “a todos los Estados a que contribuyan activamente a las iniciativas internacionales destinadas a asegurar la distribución equitativa de las vacunas; no según criterios puramente económicos, sino teniendo en cuenta las necesidades de todos, en particular las de las poblaciones menos favorecidas”.
La vacuna no es una panacea
En cualquier caso, el Papa insistió que, ante un enemigo tan “insidioso e imprevisible como el COVID-19”, “la accesibilidad de las vacunas debe ir siempre acompañada de comportamientos personales responsables”.
Esto para “evitar la propagación de la enfermedad”. Pues, indicó, sería “fatal depositar nuestra confianza sólo en la vacuna, como si fuera una panacea que nos eximiera del constante compromiso personal por la propia salud y la de los demás”.
“La pandemia nos ha demostrado que nadie es una isla y que, evocando la famosa expresión del poeta inglés John Donne, «la muerte de cualquier hombre me disminuye, porque soy parte de la humanidad»”.
La red diplomática del Papa
El Vaticano informó que son 183 los Estados que tienen actualmente relaciones diplomáticas con la Santa Sede. A ellos hay que añadir la Unión Europea y la Soberana Orden Militar de Malta.
Las cancillerías con sede en Roma, incluidas las de la Unión Europea y la Soberana Orden Militar de Malta, son 88. Las oficinas de la Liga de Estados Árabes, la Organización Internacional para las Migraciones y el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados también tienen su sede en Roma.