El sacerdote Francisco Jiménez confirma que están en la sacristía de una iglesia de Madrid. Se las entregó la asistenta de Dolores Ibárruri
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La Pasionaria se hacía llamar así porque había sido muy devota de la Pasión de Cristo antes de abandonar la fe y convertirse en azote de católicos.
Su nombre está unido a la Guerra Civil española (1936-1939), en la que lideró un sector anticlerical que causó una gran persecución religiosa.
Dolores Ibárruri, como se llamaba en realidad, ocupó cargos en el Partido Comunista de España. Después de Franco, con la democracia, ocupó un escaño en el Congreso de los Diputados.
Se convirtió poco antes de morir
Pero según registró Pedro Miguel Lamet en una biografía sobre el Padre Llanos, un controvertido jesuita muy introducido en la política de izquierdas, la Pasionaria se convirtió y murió habiéndose confesado y comulgado de manos de este sacerdote.
Un Crucifijo y la Virgen
A estos datos, que ya forman parte de la Historia de España, se suma ahora otro hecho: la Pasionaria donó a la Iglesia Católica el Cristo y la Virgen que estaban en su casa.
Lo desvela esta semana “Alfa y Omega”, que recoge el testimonio del sacerdote de la parroquia de san Isidoro y san Pedro Claver en Madrid, Francisco Jiménez Lázaro.
Se los entregó la asistenta de la Pasionaria
Este cura, que ahora tiene 94 años, fue quien recibió un día las dos imágenes -el Cristo y la Virgen- de manos de la asistenta de la Pasionaria poco antes de que esta falleciera en 1989.
La empleada doméstica era feligresa de la parroquia. Jiménez explica: «Se presentó un día en la parroquia esta señora con las imágenes y me dijo: ‘Me las ha dado la Pasionaria para que se las entregue a un sacerdote y yo se las quiero dar a usted’».
El vicario parroquial contestó: «Pues estupendo, me alegro mucho de que ella las haya tenido. Es un gran honor tenerlos ahora aquí».
Para que nadie dañara las imágenes religiosas
Esto ocurrió poco antes de que la Pasionaria falleciera. La asistenta según relata el sacerdote, «me las trajo porque la Pasionaria era ya muy mayor, le quedaba poco tiempo de vida, y quería sacar las imágenes de su casa antes de morir por si entonces entraba alguien en su casa y le hacía algo a la Virgen y al Crucifijo».
Las imágenes, que se colocaron en la sacristía, siguen allí. “Les tengo mucha devoción”, dice el sacerdote.
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