Falleció en Caracas Pedro Pérez Castro, uno de los legendarios luchadores por la democratización de Cuba
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Pedro Pérez Castro es uno de esos personajes que parecían hechos a base de material refractario al resentimiento y al odio. A pesar de todos los sufrimientos y sinsabores que le tocó vivir, andaba por el mundo con la sonrisa en los labios, la serenidad en el rostro y la palabra amable a puerta de boca. ¡Ah! Y el infaltable talante bromista que a todo cubano le incluyeron en el ADN.
Pedro fue un ser humano ejemplar, un católico comprometido y un activista sindical por los derechos humanos, enrolado con alma, vida y corazón, en la lucha por la democratización de su patria, Cuba, donde conoció la prisión prolongada, la humillación, la decepción y hasta la desesperación. Pero no supo lo que era perder la esperanza, aún en los momentos más duros cuando, una vez fuera de la cárcel, le impusieron una extensión de la prisión que soportó trabajando para Fidel Castro –como obrero de la construcción naval que era- en su yate personal.
Era prisionero en ese lujoso yate, pero su espíritu se mantenía libre. Creyente, muy católico, a pesar de haber vivido –como muchos cubanos- en un entorno de sincretismo entre religiosidad popular y santería. Su cuñado fue un reconocido investigador del fenómeno de la santería.
De Cuba a Venezuela
Todo lo hacía con esa constancia que dicen Dios premia. Y lo premió, pues un buen día salió hacia Venezuela, su patria adoptiva, que le ofreció cariño, estabilidad y buenos ratos entre familia y amigos que hoy lo lloran y lo han acompañado con sus recuerdos solidarios de admiración a pesar de las restricciones que impone la pandemia.
Pedro Pérez Castro nació el 30 de septiembre de 1930, en una finca del municipio de Madruga, perteneciente a la antigua provincia de la Habana. Vivió en la capital hasta salir exiliado a Venezuela en 1980 con su familia donde residen todavía.
Pilar en la resistencia
Juan Antonio Muller, gran amigo y compañero de vicisitudes en la Cuba castrista, también residente en Caracas, dijo de Pedro al periodista cubano Pedro Corzo, de Radio/TV Martí-Miami:
“Durante el presidio su posición fue muy firme, acorde con la rebeldía que mantenía la mayoría de los presos en Isla de Pinos, donde los internos se oponían al sistema de adoctrinamiento que trataron de imponer pero terminó en fracaso pues no era aceptado por la población penal. Pedro fue uno de los pilares en la resistencia al adoctrinamiento marxista en aquellos momentos”.
Esa resistencia la inspiraba su condición de buen cristiano y ferviente católico. Lo demostró toda su vida, la cual llevó apegada a los valores que enseña nuestra fe, los cuales gravitaron por sobre las circunstancias de indignidad y desprecios que hubo de sufrir, no sólo en la cárcel.
Sin rencor y queja
En una ocasión lo escuchamos relatar: “En mi pueblo, yo tenía que dar la vuelta a la plaza en lugar de atravesar por ella, tan sólo por ser negro”. Y lo contaba con naturalidad, como se cuenta cualquier anécdota, sin rencor, sin queja y sin complejos. Valga acotar que en Cuba, en tiempos lejanos, eso era frecuente en los pueblos pero hoy, a pesar de una revolución comunista que llegó ofreciendo acabar con la discriminación racial ella persiste pues, sustancialmente, nada se ha hecho al respecto más allá de incluir algunos funcionarios de raza negra en ciertos puestos en niveles menores de gobierno.
De hecho, su trayectoria es un testimonio de superación personal. Llegó a ser un popular locutor en su Cuba natal, con una dicción impecable. Participó en política desde las trincheras sindicales y fue una referencia de decencia, entrega y consecuencia con sus principios. Era un hombre culto, reflexivo, enterado de todo; como todo cubano, fluido al hablar, dicharachero, alegre y ameno conversador.
Todo el mundo quería a Pedro. Su personalidad era carismática. Lo recordamos con su eterno sombrero de paja, al estilo de los campesinos cubanos, con el cual llegaba hasta los estudios de televisión, donde con frecuencia se le entrevistó.
Con su esposa formó un dream-team
Con su esposa, a pesar de que no pudieron tener hijos, formó una pareja excepcional, de esas que no se separan y se atienden con esmero el uno al otro, compartiendo hasta que la muerte los separa. Pedro, hasta el final – junto a su hermana Eva y una sobrina- no sólo se quedó en Venezuela sino que constatamos que quiso al país más que muchos nacidos y criados en él. La sobrina, Vivian, una mujer muy valiosa debe haber heredado su sensibilidad para con el sufrimiento ajeno, pues hace parte de Amnistía Internacional en Venezuela.
Hay que recordar que Pérez Castro fue uno de los creadores y animadores del Hogar Cubano, una institución que recibió en Venezuela a miles de cubanos que, en su momento, llegaban al exilio con una mano delante y otra detrás. “Pedro –relata de Lima- junto a su esposa Elsa Cuellar y un grupo de compatriotas atendieron a cientos de expresos políticos cubanos y sus familias llegadas a Venezuela, después de la amnistía concedida por el régimen castrista durante los años 80. Pedro, la Casa Cuba y la oficina de la STC (Solidaridad de Trabajadores Cubanos) en Caracas fueron por años la referencia de atención a cualquier cubano que por alguna razón necesitaba ayuda y protección”.
Su memorable trabajo internacional
Su compañero histórico más cercano, Raúl Fernández Rivero, quien cayó preso junto a él en Octubre de 1961, conversó con Aleteia destacando las cualidades de Pedro, a quien siguió frecuentando en Venezuela donde ambos residieron desde siempre. “Era de una dedicación total y completa a las tareas que emprendía. Pedro se compraba las responsabilidades. Es verdad que fue el alma de la Casa Cuba, cuyos esfuerzos fueron determinantes para que a los presos políticos cubanos que llegaban a Venezuela se les atendiera dignamente, se les diera cobijo y alimento, aparte de conseguirles trabajo. Pero poco se ha dicho acerca de la acción internacional de Pedro en defensa de los trabajadores, a través de la CLAT (Confederación de Trabajadores de América Latina) y el movimiento STC “Solidaridad de Trabajadores Cubanos””.
Ciertamente, por un tiempo Pedro viajaba constantemente. Se presentaba en cada congreso, en cada coloquio, en cada asamblea donde se discutía el tema de Cuba. Con su facilidad de palabra, manejo de información veraz de lo que ocurría dentro de Cuba y la contundencia de sus argumentos, refutaba cada intervención de los comunistas de Castro en los foros internacionales, reivindicando la verdad de la tragedia cubana.
Una gran fuerza moral
Raúl agrega: “Pedro tenía una gran fuerza moral. Combatió la dictadura de Fulgencio Batista y luego hubo de enfrentar a Fidel Castro desde la JOC (Juventud Obrera Católica), la que luchaba con gran músculo libertario por aquellos tiempos. Estuvimos presos juntos, vivimos aquél horror hasta que logramos salir, Pedro a los 10 años en prisión y yo, que tenía tres acusaciones abiertas, tuve que esperar un poco más tras las rejas, pues estuve en total 17 años preso”.
Salieron de Cuba, tiempo después, luego de algunas negociaciones con el régimen comunista. Ambos escogieron venir a Venezuela. Raúl se casó con una venezolana, formó su familia y ahora es un abuelo dedicado, aunque ninguno de ellos renuncia a la lucha social y política y, venezolanos de corazón, esperan ver libres a sus dos patrias.
No sin mi familia
Pedro fue siempre un personaje de gran coherencia de vida. Con grandes inquietudes sociales y muy fiel a sus principios personales, morales y familiares. Tanto lo era, que cuando se le presentó la oportunidad de salir de la isla le dijeron que sólo él y su esposa podrían viajar. Pedro se plantó de frente. “Claramente le dijo al gobierno que sin su familia no pondría un pie fuera de Cuba, que sólo saldría con su núcleo familiar que incluía a su hermana, cuñado y sobrina. De lo contrario, se quedaba en Cuba. Fidel, que conocía su firmeza y obstinación, autorizó la salida de su hermana, el cuñado, la abuelita y Serafín”, como cuenta divertido su amigo Raúl.
Pedro había participado activamente, junto a un grupo selecto de cubanos, en ese proceso de amnistía ocurrido después del Diálogo de 1978. Su espíritu de lucha estaba con ellos pues él mismo, como recuerda un cercano amigo de la familia, Luis Manuel de Lima, “fue un miembro destacado del Movimiento Revolucionario del Pueblo, fundado en los años 60. Junto a otros combatientes por la libertad enfrentaron, desde largas condenas en cárceles castristas, hasta el fusilamiento. Como preso político estuvo en las prisiones de La Cabaña, el Presidio de Isla de Pinos, entre otros centros de reclusión”.
También fue miembro destacado en la fundación de Solidaridad de Trabajadores Cubanos, una agrupación gremial orientada a la defensa de los derechos de los trabajadores. Su militancia en Solidaridad de Trabajadores Cubanos (STC), organización de cuadros sindicales a la que dedicó su vida, lo vio desempeñarse en varios cargos, Secretario de Relaciones Internacionales, Secretario General y en la actualidad era Presidente de Honor.
Proféticas advertencias
Junto a otros compatriotas que escogieron vivir en Venezuela, Pedro creó la VOC (Venezolanos de Origen Cubano), una organización que fue muy útil en la generación de conciencia acerca de lo que estaba ocurriendo en Cuba y podría ocurrir en Venezuela. Resultó profético pues todo lo que dijeron, no muy comprendido hace unos quince o veinte años, hoy se cumple al pie de la letra. Esas advertencias premonitorias, las llevó Pedro a los platós de TV y los estudios de radio, con gran coraje y decisión. “Allí fue un gran pilar –explica Muller- como representante en el exilio de los trabajadores cubanos. Intentamos crear un estado de conciencia respecto de lo que se veía venir en Venezuela, que hoy sufre un régimen autoritario de izquierda”. Un régimen liderado en aquellos momentos por Hugo Chávez y tutelado por Cuba.
“Pedro se sentía deudor de este país–revela otro de sus amigos para nuestra crónica- y, desde el fondo de su corazón, la incorporó a su vida y también a sus luchas pues le dolía tanto el destino de su patria natal como el de Venezuela”. Hizo todo lo que estuvo a su alcance para intentar salvar a los venezolanos de un proceso traumático como el que vive Cuba desde hace más de 60 años.
Falleció en Caracas
Luis Manuel de Lima rememora: “A Pedro, en lo personal lo acompañé como periodista y parte del equipo editor de la revista Desafíos, de la que fue articulista y editor, en cientos de eventos, acontecimientos de la vida política y social de nuestras dos patrias, tanto en Caracas como en distintos países. De Pedro Pérez Castro guardo la memoria de su historia personal para que no se pierdan sus vivencias muy ligadas al acontecer de Cuba en los últimos 70 años”.
Pedro Pérez Castro falleció en Caracas a las 8:30 de la mañana del 11 de febrero de 2021, a consecuencia de un accidente cerebro vascular (ACV) que su organismo, ya resentido por problemas cardíacos y una fractura de fémur, no pudo superar. Le sobreviven su esposa, su hermana y su sobrina.
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