Víctimas de COVID-19 mueren asfixiadas en la ciudad brasileña de Manaos por falta de respiradores
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Una mujer llamada Thalita Rocha, en un video de Instagram que se volvió viral, hizo una emotiva súplica desde la ciudad de Manaos en la Amazonía brasileña. “Estamos en una situación deplorable”, dijo. “Quien tenga disponibilidad de oxígeno, que lo traiga aquí al policlínico. Mucha gente está muriendo”.
Rocha veía a los pacientes morir asfixiados en el hospital donde su suegra estaba siendo atendida a mediados de enero. Veía a los médicos llorar. Ella se arrodillaba y rezaba. “Parecía el fin del mundo”, dijo, según el Washington Post.
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La lucha por salvar vidas en esta zona aislada de la Amazonía brasileña se ha convertido en un esfuerzo desesperado por llevar oxígeno a los hospitales.
El Papa Francisco ofreció oraciones públicas por la gente de la región después de que un obispo local, el arzobispo Leonardo Steiner de Manaos, suplicara el 15 de enero: “Nosotros los obispos de Amazonas y Roraima hacemos un llamado: Por el amor de Dios, envíennos oxígeno”.
En respuesta a esa solicitud urgente, los Caballeros de Colón, con sede en EE. UU., han enviado ya más de 200.000 dólares en oxígeno concentrado y dispositivos concentradores de oxígeno a las regiones amazónicas de Brasil y Perú.
El envío incluye 200 tanques de 10 metros cúbicos para el área de Manaos.
“Sabemos que este es un esfuerzo pequeño, pero es un comienzo, y esperamos que anime a otros a brindar apoyo”, dijo a Aleteia Caitlin Murphy, portavoz de los Caballeros, el viernes.
Solidaridad internacional
Con la ayuda de la Iglesia local en Brasil, los Caballeros localizaron el oxígeno en un estado vecino. Será transportado en camión a Manaos, junto con los reguladores. Se informa que es difícil llegar a la ciudad de 2,2 millones de habitantes, ya que las dos carreteras principales que sirven a la metrópoli están deterioradas.
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“Seguiremos en comunicación con nuestros contactos en la Amazonía e intentaremos determinar cómo y si podemos ser de mayor ayuda”, dijo Murphy. “Gracias a nuestra larga historia, los Caballeros de Colón tenemos una serie de relaciones con los representantes de la Iglesia local y las comunidades religiosas presentes en estos lugares”.
“En solidaridad con nuestros hermanos y hermanas de la región amazónica, no podíamos dejar de actuar”, afirma el Caballero Supremo Carl Anderson. “Los Caballeros de Colón, en este caso, tenían los recursos y las conexiones adecuadas para responder rápidamente a esta necesidad crítica”.
Los familiares han hecho cola durante horas para rellenar los tanques de oxígeno de sus seres queridos que luchan por mantenerse con vida en casa debido a la falta de camas de hospital.
Hasta el viernes, según la Organización Mundial de la Salud, Brasil ha tenido más de 9,6 millones de casos de COVID-19 y casi 235.000 muertes.
Ayuda al Perú
Al planificar la ayuda para la Arquidiócesis de Manaos, los Caballeros se enteraron de una necesidad similar en otra parte del Amazonas. Por esta razón, también están entregando concentradores de oxígeno autónomos y tanques de oxígeno a la Prelatura Territorial de Santiago Apóstol de Huancané en Perú.
Esta prelatura, que se estableció en 2019, incluye una parte de la Amazonía peruana y llega hasta las montañas de los Andes.
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Los concentradores de oxígeno toman el aire del ambiente y eliminan el nitrógeno, para proporcionar un suministro constante y concentrado de oxígeno para su uso en entornos terapéuticos.
“Al hablar con los hospitales de Perú, se solicitó no solo los tanques de oxígeno, que son esenciales para los pacientes críticos, sino también estos concentradores, que son de gran ayuda para los pacientes más estables y los que continúan recuperándose”, explicó Murphy.
“Lo mejor de estos concentradores es que no solo pueden proporcionar esencialmente un suministro infinito de oxígeno, sino que también las unidades que ubicamos pueden funcionar incluso con energía solar, lo que resulta útil en áreas remotas”.
El obispo Giovanni Cefai expresó su gratitud por esta iniciativa de los Caballeros.
“Incluso si salvamos una sola vida, vale la pena”, dijo el obispo Cefai. “Imagina que salvaremos cientos de vidas”.