Es una de las caras más amargas del covid-19: ancianos que descubren que sus hijos no cuentan con ellos. La justicia permite ahora desheredar a quien se lo merece
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“Si no te cuidan, que no hereden”. Es la frase que Marcelo Cornellá repite. Él es el presidente de ACUMAFU, Asociación Cultural de Mayores de Fuenlabrada, y en el, año que llevamos de pandemia de coronavirus ha recibido más de 1.300 solicitudes de información acerca de cómo se puede desheredar a un hijo que se ha desentendido de sus padres.
“La pandemia -explica- no ha hecho más que aflorar lo que ya existía, pero antes se había llevado de un modo quizá más encubierto. Hay hijos que abandonan a sus padres, que no quieren saber nada de ellos, que no se interesan ni mínimamente por su vida. Otros los han dejado en una residencia como si fuera un mueble y no los van a ver nunca. Con el confinamiento esto ha explotado”.
Los ancianos que han visto cómo sus hijos se desentendían de ellos, al pensar en que la muerte les rondaba, se han planteado cambiar el testamento y dejar fuera al hijo o hijos que no se había comportado como tal.
Un 18% culmina el proceso
Cornellá afirma que a ACUMAFU comenzaron a llegar peticiones y consultas desde todos los puntos de España. “Llaman para explicar su caso y, una vez se analiza el proceso, un 18% va adelante con intención de desheredar a los que han sido malos hijos“. Y es que en España, por ley, aunque no se haya hecho testamento, un hijo recibe en herencia “la legítima”, un 30% de lo que pertenecía a su difunto padre o madre.
“Existe una vía legal para desheredar ,a esos hijos que se han portado fatal con los padres, se va a juicio y al final hay una sentencia que impide que al hijo le llegue siquiera la legítima”.
“No recuerdan ni por qué se enfadaron”
¿Por qué un anciano acude a Acumafu y dice que se plantea desheredar a los hijos? “La mayoría manifiesta que no hay contacto con ellos, no se preocupan de su salud ni de lo más mínimo. A veces hubo un conflicto al principio, se distanciaron y ya no recuerdan ni por qué se enfadaron”, dice.
Un primer intento de mediación
En ese momento, se pone en marcha un equipo de mediación: “Antes de comenzar con el proceso de desheredar a un hijo, este equipo va a hablar con los hijos y les plantea la situación. Se intenta que se reconcilien y se les informa de la intención que tiene su padre o su madre”. Algunas veces esto “ha servido para que los hijos reaccionen, pero otras solo hace que el hijo mantenga las formas por un tiempo y luego vuelven a las andadas”.
Cuando el equipo de mediación constata que los hijos no guardan el menor respeto a sus padres y los dejan solos (en su casa o en una residencia), “se hace una certificación a través de los trabajadores sociales y se presenta a los juzgados“.
Denuncia por maltrato psicológico
“En sede judicial, la denuncia va por la vía civil. Se denuncia a los hijos por maltrato psicológico. Muchos entonces reaccionan y lo niegan. El juez pide entonces, por ejemplo, fotos de las fiestas de Navidad de los últimos cuatro años. Y ahí se ve claramente que no estuvieron con el anciano. Queda probado judicialmente”, prosigue. “También puede comprobarse que al abuelo no le dejan ver a los nietos. Son cosas que causan sufrimiento”.
El abandono de los padres ancianos revuelve el estómago. Es una manifestación de lo que el papa Francisco llama “la cultura del descarte”.
No podrán impugnar el testamento
Marcelo Cornellá aclara que “este certificado ya servirá para que los hijos, una vez haya fallecido el padre, no puedan impugnar el testamento. Se les priva de la legítima conforme a la ley“.
Y es que también ha visto cómo “algunos hijos creen que pueden hacer lo que quieren con sus padres ancianos. Al llegar a las residencias, para pedir subvención les dan un certificado que motiva que su padre es una persona dependiente y que ha perdido la memoria y tiene Alzheimer. Ahí también algunas residencias se comportan mal, porque lo hacen para asegurarse el ingreso económico”.
“Mamá, hemos vendido la casa”
“Con ese certificado, los malos hijos inhabilitan a sus padres y como pasan a ser tutores, hacen con sus bienes lo que quieren. Hace poco conocí el caso de una anciana que pidió a su hijo ir a su casa un día porque le hacía ilusión ver a las vecinas y amigas del barrio, y el hijo le contestó: ‘no, mamá, que hemos vendido la casa’. No le habían dicho nada a la pobre señora.”
Un servicio gratuito
Acumafu ofrece servicios completamente gratuitos a quien acude. Es una asociación sin ánimo de lucro y hoy cuenta con un equipo de14 abogados. “Nos interesa -dice Cornellá- que se dé a conocer para que esto remueva las conciencias de esos hijos que abandonan a sus padres y los dejan tirados, la mayoría de ellos en una residencia.”
El servicio gratuito comprende el trabajo del equipo de mediación, el gabinete jurídico, y la puesta en manos de un abogado de oficio cuando se necesita. Al final, al hijo le llegará una sentencia conforme la justicia española dicta que queda desheredado.
Además, Acumafu también atiende a esos hijos que cuidan de sus padres pero ven que otros hermanos deberían compartir esa tarea pero no lo hacen. “Este sistema permite premiar al hijo que se ha hecho cargo de sus padres de verdad, mientras que a los otros solo les tocará la legítima o se les desheredará, según el caso”.
Con comida de táper
La mayor parte de las consultas proceden de padres que están en residencias y se plantean desheredar a los hijos.
“Por decirlo suave, lo de las residencias no es lo idílico en España, salvo algunas como las de Mensajeros de la Paz, por ejemplo”, dice. “Los hijos deberían estar pendientes de qué ocurre en ellas y cómo tratan a sus padres, “porque algunas residencias dejan mucho que desear”.
Comenta el caso de la residencia Juan XXIII de Móstoles, de gestión municipal, donde “a los ancianos se les da la comida de táper toda la semana y desde hace cinco meses curiosamente no ha salido a concurso el servicio de cocina.
Es una residencia pública y la alcaldesa de Móstoles, además, ha hecho como Fraga Iribarne cuando se bañó en Palomares para mostrar que el agua del mar no era radiactiva: ella fue a hacerse la foto comiendo de táper.”
“Los mayores son los más desprotegidos”, afirma Cornellá. “Por lo menos, los hijos deberían tener trato con ellos ya que son sus progenitores. Un padre no es un animal. Por eso luchamos para que cambie la situación”.
Y añade un dato: “estamos viendo que las hijas casi siempre cuidan de sus padres, mientras que las nueras prefieren llevarlos a residencias”.
Su objetivo es concienciar a la ciudadanía para que cambien las cosas en España y para que las generaciones más jóvenes adopten otra perspectiva con respecto a los mayores: “Lo que no pelees ahora, te lo encontrarás luego”, afirma.
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