El Papa Francisco recibió a casi 900 sacerdotes que recibieron un curso sobre el sacramento de la reconciliación
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“No metas tu nariz en el alma de otras personas”. El papa Francisco exhortó a los sacerdotes a ser “padres, hermanos misericordiosos” en el confesionario. Lo dijo a 900 presbíteros que terminaron de recibir un curso sobre el sacramento de la reconciliación organizado por la Penitenciaria Apostólica del Vaticano.
El confesionario no es ni “tribunal”, ni “sala de torturas”, afirmó Francisco durante la audiencia que tuvo lugar en el aula Pablo VI del Vaticano este viernes, 12 de marzo de 2021.
Francisco habló sin tapujos con los sacerdotes: “Porque ir a confesarse no es ir a la lavandería (tintorería) para que me quiten la mancha. No, es otra cosa. Pensemos mejor en su significado”, abundó.
El Papa invitó a los sacerdotes a confiar el “ministerio de reconciliación a la poderosa protección de San José, hombre justo y fiel”. Y se detuvo en subrayar “la actitud religiosa” nacida de esta “conciencia de pecador perdonado que debe tener el confesor”.
“Acoger en paz, acoger con paternidad”. El Papa dijo que cada sacerdote sabrá cómo expresar esa paternidad.
Pero, sugirió: “una sonrisa, los ojos en paz…Dar la bienvenida ofreciendo tranquilidad, y luego deja que la gente hable”.
El sacramento de la penitencia, también conocido como de la confesión, del perdón o de la curación ha sido explicado en tres claves por el Papa.
Misericordia
Primero: “abandonarse al Amor”; segundo: “dejarse transformar por el Amor”; y “corresponder al Amor”. “Porque si no hay amor en el sacramento, Jesús no lo quiere así”.
Indicó que es fundamental considerar a la persona que se acerca al confesionario como un “hermano o hermana”, no sólo como “un pecador o una pecadora”.
“La fe es el encuentro con la Misericordia, con Dios mismo que es Misericordia, el nombre de Dios es misericordia”.
“La experiencia nos enseña que quien no se abandona al amor de Dios acaba, tarde o temprano, abandonándose a otra cosa, terminando “en brazos” de la mentalidad mundana, que al final trae amargura, tristeza y soledad. Y no hay curación”.
¿Cómo hacer una buena confesión?
“Así que el primer paso para una buena confesión es precisamente el acto de fe, de abandono, con el que el penitente se acerca a la Misericordia”.
El confesor, por tanto, dijo el Papa, deber ser capaz de asombrarse de los hermanos que piden el perdón de Dios.
“Sabemos muy bien que no son las leyes las que salvan: el individuo no cambia por una árida serie de preceptos, sino por la fascinación del Amor percibido y libremente ofrecido”.
“El penitente que encuentra, en la conversación sacramental, un rayo de este Amor acogedor, se deja transformar por el Amor, por la Gracia, empezando a experimentar esa transformación de un corazón de piedra en un corazón de carne”.
“El buen confesor está siempre llamado a percibir el milagro del cambio, a advertir la obra de la Gracia en el corazón de los penitentes, favoreciendo en lo posible la acción transformadora.
La integridad de la acusación es el signo de esta transformación que obra el Amor: todo se entrega para que todo sea perdonado”.
Corresponder al Amor
Otra expresión usada por el Papa para explicar el sacramento de la reconciliación es: corresponder al Amor.
“Dejarse transformar por el Amor tienen como consecuencia necesaria una correspondencia con el amor recibido”.
El cristiano tiene siempre presentes las palabras de Santiago, dijo Francisco: «Muéstrame, si puedes, tu fe sin las obras. Yo, en cambio, por medio de las obras, te demostraré mi fe» (2,18).
La verdadera voluntad de conversión se concreta “en el cambio de vida y en las obras de misericordia que le siguen”.
“Quien ha sido acogido por el Amor no puede dejar de acoger a su hermano. Quien se ha abandonado al Amor, no puede sino consolar al afligido. Quien ha sido perdonado por Dios, no puede dejar de perdonar de corazón a sus hermanos”.
Destacó “el amor al hermano”. El Papa aseguró que amar a los hermanos, es la mejor manera de mostrarnos verdaderamente amados, correspondidos por Dios, aunque si nuestro amor siempre será insuficiente, comparado a la misericordia de Dios.
“El buen confesor señala siempre, junto a la primacía del amor a Dios, el imprescindible amor al prójimo, como gimnasio diario en el que entrenar el amor a Dios”.
Acto seguido, la intención “de no volver a pecar”, que “es el signo de la voluntad de corresponder al Amor”. “Muchas veces, nosotros mismos nos avergonzamos de haber prometido no pecar y, en cambio, volvemos a hacerlo; una vez y otra vez…”.
Preguntas indiscretas
Asimismo, “no hacer preguntas indiscretas”. Pues, explicó, a veces, el confesor se da cuenta de que hay cierta dificultad para seguir explicando un pecado, pero si lo entiende, no acorralar o poner incómodo al fiel.
“Aprendí algo del cardenal Piacenza: me dijo que cuando ve que estas personas tienen dificultades y entiende de qué se trata, las detiene inmediatamente y les dice: ‘Lo entiendo. Sigamos”.
Para el papa Bergoglio el confesionario no es una sala de torturas. “No des más dolor, más “tortura”. Y luego recomendó: “Por favor, no hagas preguntas”, dijo el Obispo de Roma gesticulando como ‘quien mete su dedo en la llaga del otro’.
Además, se refirió a esos sacerdotes que hacen preguntas incómodas para reconstruir intimidades pecaminosas. “Pero dime, ¿qué estás haciendo? ¿Estás haciendo una película en tu mente? ¡Por favor!”, sostuvo.
Torturadores de almas
Entretanto, contó una historia: subrayó que “en las basílicas hay una gran oportunidad de confesarse, pero desgraciadamente los seminaristas que están en los colegios internacionales se pasan la voz, incluso los jóvenes sacerdotes”.
Francisco explicó que ellos se avisan dónde hay sacerdotes confesores ‘torturadores de almas’: “En esa basílica puedes ir a todos los confesionario menos a ese y a ese; en ese confesionario no vayas, porque ese será el comisario que te torturará”. Se pasan la voz…”, expresó ante las sonrisas de los 870 sacerdotes presentes en el Aula Pablo VI.
“Ser misericordioso no significa ser manga larga, no. Significa ser hermano, padre, consolador”, abundó.
“Padre, no puedo hacerlo, no sé cómo lo haré…” – “Tú reza, y vuelve cuando lo necesites, porque aquí encontrarás un padre, un hermano, encontrarás esto”. Y sostuvo que “esa es la actitud”.
Así recomendó que el confesionario no sea un “tribunal de examen académico”. “No metas tu nariz en el alma de otras personas”. Francisco exhortó a los sacerdotes a ser “padres, hermanos misericordiosos”.
Por último, se despidió deseando una fructífera Cuaresma de conversión sea a los confesores, que a los fieles penitentes. “Los bendigo de corazón y les pido que por favor recen por mí. Gracias”.