Fellini, un artista en busca del misterio

El documental ‘Fellini de los espíritus’ muestras las polifacéticas búsquedas religiosas del cineasta

La personalidad artística de Federico Fellini, uno de los más importantes directores de cine de la historia, suele asociarse con el mundo de los sueños, protagonistas de tantas películas suyas célebres, con ‘8 ½ a la cabeza’. Pero, a partir de ahora, será no menos inseparable de su búsqueda del misterio.

El mérito corresponde a un documental estrenado recientemente, Fellini de los espíritus, que muestra con todo lujo de detalles los sorprendentes caminos recorridos por el autor de ‘Amarcord’ en su exploración de la dimensión sobrenatural de la existencia.

Una búsqueda que le llevó primero al psicoanálisis, luego a la sabiduría oriental, al tarot y el espiritismo, los viajes astrales, la antroposofía, o la filosofía rosacruz; sin perder nunca de vista el fondo de educación católico de su formación personal. Este aparece en sus películas a veces como elemento inspirador, o a veces como elemento represor. Por no hablar de la constante presencia en su obra fílmica de los ritos, los santos y otros elementos característicos de la religiosidad popular.

El experto en Fellini, Aldo Tassone, lo resume: “Le encantaba el misterio y Dios lo es. No es que hablase de Dios todo el tiempo, ni que fuese muy practicante, pero el aspecto misterioso del mundo era clave para él. E intentaba plasmarlo en sus películas”.

Un viaje 

El anhelo religioso de Fellini está directamente ligado a su afán de trascender la realidad cotidiana como cineasta; es decir, es inseparable de su condición de artista. El viaje es la palabra clave en su proceso creativo y también en su proceso espiritual. Un viaje más allá de la realidad, a otra dimensión de la existencia. Un viaje en el que más importante que la estación de destino es el trayecto en sí mismo.

“No me gusta hablar de intenciones”, explicó el cineasta italiano en una entrevista al hablar de su forma de trabajo. “Las intenciones son sólo un instrumento psicológico que te pone en camino para un viaje. Pero qué sea ese viaje sólo lo sabrás después. Yo no quiero saberlo antes”.

En última instancia es “un viaje al interior de uno mismo”, tal y como explica el productor y actor Gian Luca Farinelli en el mencionado documental de Anselma Dell ’Olio Fellini de los espíritus.

Un viaje en el que el realizador italiano no sólo aceptaba la compañía del azar, sino que la buscaba a propósito. Podríamos hablar, incluso, del azar como método. Buscaba las casualidades de la existencia, quería que la vida le sorprendiera. Y seguramente ello le llevaba a otorgar el rango de indicios, o incluso de señales, a esos factores imprevistos. De ahí a cierto temperamento supersticioso va sólo un paso, que también dio.

Psicoanálisis y magia

Si el viaje es, en primer lugar, un viaje al propio mundo interior, tiene toda la lógica que el psicoanálisis fuera la primera parada. En su caso, a través de la figura de Ernst Bernhard, un seguidor de Jung responsable del giro copernicano que se producirá en la obra de Fellini.

Su célebre 8 ½ es, en realidad una sesión de psicoanálisis del propio cineasta, en la que desnuda sus miedos, sus temores y sus anhelos más profundos. “Creo que Jung es una especie de científico vidente que ha tocado las cuerdas más profundas y sagradas del misterio humano”, afirmará Fellini.

A través de Jung, el cineasta llegará al I Ching, un oráculo que consultará a diario. “Para él era muy importante tener la magia como amiga, porque la magia le era útil para todo”, explica Annalisa Carlucci, que el documental presenta como la ‘amiga mágica de Fellini durante más de veinte años’.

Magia, misterio, espiritualidad, religión, mundo interior, todo se mezcla, se confunde y se combina en el universo felliniano. Todo cabe. También las sesiones de espiritismo, vividas por el cineasta con especial intensidad y virulencia. Testigos de aquellos escarceos acreditan haberle visto hacer un ‘arco histérico’, que es cuando una persona, fuera de sí, arquea la espalda hacia atrás hasta límites que superan lo físicamente entendible.

Su mujer, Giulietta Massina, que participaba también en aquellas sesiones de tarot, decidirá sacar a Fellini de ese mundo tras episodios como éste.

Superstición

Mención aparte merece la relación de Fellini con Gustavo Rol, un hombre aparentemente dotado de capacidades sobrenaturales que llegó a tener una gran influencia sobre el cineasta.

Hasta el punto de que a él hay que atribuir, en gran medida, su decisión de renunciar a dos de sus últimos proyectos fallidos, “El viaje de G. Mastorna’ y el ‘Viaje a Tullum’, que no llegó a completar. En ambos casos, Rol utilizó sus capacidades para hacerle ver que si se adentraba en esos rodajes le acompañaría la mala fortuna.

La figura de Rol es enigmática. No comerciaba con sus facultades ni obtenía aparentemente beneficio alguno de ellas. Tampoco las exhibía más allá de ciertos ámbitos. El documental de Anselma Dell ‘Olio recoge testimonios de personas que acreditan haberle visto hacer cosas que escapan a la razón -como manejar pinceles a distancia, por ejemplo- y el propio Fellini estaba convencido de la veracidad de esas cualidades.

“Antes tenía todas las dudas que tiene todo el mundo. Después de conocerlo, aunque no sé lo que hay, sé que algo hay”, asegurará. Rol se convertirá en la prueba tangible, verificable, de la existencia de algo sobrenatural más allá de lo conocido. “Rol supuso un antes y un después”.

Inspiración cristiana, a pesar de todo

Y todo esto, como hemos dicho, se combinaba con su formación católica. Esa herencia es muy visible en La strada y también aparece en La dolce vita, si bien aquí su presencia resulta ambigua y problemática.

El cineasta explicaba que había querido hacer una película de inspiración cristiana, y así lo vieron algunas personas de la Iglesia; pero el sector más oficial, representado por L’Osservatore Romano, la rechazó por inmoral. Sus imágenes muestran dolorosamente el declinar de la fe en Italia.

“El deseo de creer de Fellini es auténtico. En eso era sincero”, asegura el jesuita Ángelo Arpa. “Siente ansia de algo fundamental, definitivo, absoluto, cierto y lo asocia todo barrocamente para suplir una carencia de fondo”. Y si no lo encuentra en el mundo terrenal, lo buscará donde sea.

“Fellini llamará a los hados, al destino y buscará en el horóscopo una respuesta, un indicio. Incluso un indicio puede darte paz”. Y así, a golpe de tanteo, de intuición y hasta de desvarío, no cejará nunca en su empeño por buscar el agua que calme su sed.