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La pandemia del coronavirus ha cambiado la vida, a quien más y a quien menos. Transcurridos más de dos años desde que se hizo oficial y provocó el confinamiento en diversos grados, los jóvenes han sido un grupo perjudicado no solo en lo que se refiere a la salud física sino también en el cambio de expectativas.
No es fácil conseguir un trabajo ahora y los datos del paro en cada país confirman que el acceso al mercado laboral de los jóvenes ha disminuido de forma alarmante.
Un joven puede pensar ahora que se le han derrumbado los sueños: trabajar para pagar los estudios, estudiar en la Universidad, ir a otra ciudad del país o vivir en el extranjero ya no son metas asequibles. El mundo parece congelado.
¿Qué hacer si uno es joven y sin perspectivas de futuro? ¿Cómo darle la vuelta a la tortilla?
Para comenzar, digamos que una cosa es "el futuro" y otra "el futuro próximo". Por los datos de la Historia de la Medicina, las pandemias -desde que se conocen las vacunas- tienen un alcance de en torno a los 5 años desde que se originan y se expanden hasta que aprendemos a gestionarlas con la vacuna pertinente. En nuestro caso, la ciencia ya dispone de vacunas por lo que ahora se trata de que en cada área del planeta se pongan los medios para proteger sanitariamente a la población.
No será un tiempo perdido
Mientras tanto, no tiene por qué ser un tiempo perdido para los jóvenes. En la Historia de la Humanidad, muchos genios hicieron de esas situaciones de "frenazo" exterior un momento de crecimiento interior que luego vería sus frutos.
Una novela de la literatura universal escrita en "confinamiento"
La escritora británica Mary Shelley, por ejemplo, escribió "Frankenstein" a los 19 años a raíz de una situación casi de confinamiento.
Era el verano de 1816 y estaba entre los amigos de Lord Byron que se habían reunido de vacaciones en Villa Diodati, en Suiza. No podían salir mucho a pasear, como esperaban, porque fue un verano atípico: se le llama "el año sin verano". Y es que había entrado en erupción el monte Tambora en Sumbawa, en las Indias Orientales Neerlandesas. Las cenizas suspendidas en el aire provocaron un eclipse solar que se hizo notar en los otros continentes porque hizo bajar la temperatura. Fue un verano frío y con lluvia de ceniza, por lo que aquel grupo de escritores tenía que "matar el tiempo" de alguna forma en el interior del alojamiento.
Una noche, Lord Byron propuso a sus invitados que cada uno escribiera una historia de terror. Y así fue como Mary Shelley creó "Frankenstein". Dos siglos después, la novela sigue en la lista de imprescindibles de la literatura universal.
Frenados por la enfermedad
En la vida, también puede haber confinamientos producidos por una enfermedad que obliga a estar en cama un largo tiempo o que nos frena la acción porque exige rehabilitación lenta. La covid-19 y sus secuelas han afectado a personas de todas las edades, incluidos los jóvenes, en situaciones de problemas respiratorios o de salud mental, por ejemplo.
En este caso, el ejemplo de lo que le ocurrió al arquitecto Antoni Gaudí, el genio de la Sagrada Familia, nos da una gran lección. Gaudí sufrió de pequeño reumatismo. Esto le obligó a permanecer en cama largo tiempo y le impidió incluso ir a la escuela. Pero su convalescencia lo hizo madurar, le enseñó a contemplar a naturaleza de otra forma a como lo habría hecho un chiquillo de su edad, y le hizo profundizar en la fe. Su obra arquitectónica es fruto de ese "parón" aparente.
Ideas para cambiar el chip
No dejes que el confinamiento te haga pensar que te has quedado sin oportunidades en la vida. Si los sueños que tenías no pueden cumplirse (al menos de momento), busca sacar el mejor partido a la realidad que tienes entre manos. Aquí van algunas ideas para que hacer que tu tiempo sea fructífero: