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En la periferia de Santiago de Chile, se encuentra Malloco. Esta pequeña localidad de la Comuna de Peñaflor sin duda es mejor gracias a la Parroquia Niño Dios.
Su responsable es el padre Félix Zaragoza, un misionero de origen español que lleva 32 años en Chile.
Obras Misionales Pontificias nos muestra la labor de este sacerdote de la diócesis de Toledo.
Además de elevar el espíritu de la comunidad y facilitar el encuentro de las personas con Jesucristo, realiza una gran actividad caritativa.
Con la colaboración de un equipo de laicos, lleva adelante un colegio con cerca de dos mil alumnos, con más de 400 bebés en la guardería.
También una residencia–hogar con 70 abuelitos, que en esta situación de pandemia no pueden recibir visitas y donde varios han fallecido.
Y una farmacia para poder facilitar medicamentos, un ropero y “ollas" para hacer comida y entregar a todas las personas necesitadas.
El padre Félix Zaragoza explica qué es lo que le mueve:
El sencillo pero profundo mensaje que el sacerdote envió a su comunidad cuando el confinamiento obligó a cerrar puertas habla solo de amor:
Chile es uno de los países con más desigualdades en el mundo, según explica el misionero:
En el ámbito educativo también indica que es importante el colegio, para que “la mamá pueda trabajar, porque muchas son mamás solteras, un 50% de los niños nacen fuera de una familia digamos establecida”.
A la parroquia algunos la llaman "refugio de pecadores", y su párroco explica por qué:
El padre Félix Zaragoza trata de animar a quien se sienta llamado a ayudar en este lugar con tanta necesidad, material y espiritual:
Y pide también oraciones para “poder seguir realizando la misión en esta comunidad, con esta gente, porque la Iglesia necesita dar testimonio de fe y de compromiso".
Para el misionero, “la evangelización tiene que ser un proceso también de humanización, de vida digna.