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Una voz valiente, un sacerdote que no duda en enfrentar al narcotráfico y a sus “ídolos”; un comunicador que a través del Centro Católico Multimedial (CCM) da seguimiento puntual a los asesinatos, los secuestros, las extorsiones que vive la Iglesia católica en México…, eso y mucho más es Omar Sotelo, sacerdote paulino.
El padre Sotelo presenta ahora un nuevo libro: A la conquista de la cultura digital: apóstoles de la comunicación. En él, ofrece al lector algunas alternativas concretas “ante la Babel de la virtualidad”. Se trata de formar e impulsar a los nuevos apóstoles de la comunicación, capaces de hacer reconocer el rostro de Cristo “en el universo de los Big Data”.
Inspirado en el beato Santiago Alberione, “el autor quiere conciliar y, más aún, amalgamar la virtualidad y realidad en la transmisión del Evangelio”, según explica en la presentación del libro. Y abunda: “La receta podría ser simple, pero complicada: el encuentro, salir, ver al otro a los ojos, dar la palabra de aliento, oportuna y siempre esperanzadora”.
– ¿Cómo has visto cambiar la comunicación católica con la llegada de los medios digitales?
Las nuevas técnicas y formas de comunicación digital han transformado en muy poco tiempo la faz de la comunicación humana; para la comunicación católica este fenómeno no ha sido la excepción.
Sin embargo, el episodio de la pandemia de la Covid 19 fue un detonante para que la actividad de la comunicación de la Iglesia tomara un curso emergente que, incluso, la hizo salir de las sacristías para posicionarla en miles de hogares, gracias a estas nuevas técnicas de la comunicación digital.
El punto es: ¿qué hubiera pasado si no hubiese existido la pandemia? ¿La comunicación de la Iglesia hubiera salido al encuentro de sus fieles de la misma forma como lo está haciendo ahora? Pero hay un aspecto positivo: la Iglesia le ha dado un nuevo valor y significado a las nuevas técnicas y modelos de comunicación social. Espero que este avance no sea momentáneo ni reactivo, sino que dé paso a una comunicación más pro-activa, más cercana y más humana.
– ¿La cultura de los países cristianos sigue siendo cristiana?
El cristianismo es universal y sus valores rompen con las barreras del tiempo y de las culturas, pues en el centro de su ser está trabajar por el servicio y la dignidad del hombre mismo.
Yo creo firmemente que no se deja de ser cristiano, el problema es que al dejar de servir y de trabajar por la dignidad del otro, cuando nos centramos en nosotros mismos sin importar lo que hay a nuestro alrededor, el cristianismo se eclipsa, se opaca. Es como un espejo lleno de vaho en el que no se puede ver con claridad tu reflejo. Tu reflejo sigue ahí, pero eclipsado por el vaho.
– ¿Cómo recuperar el lenguaje del Evangelio en medio de tantas noticias falsas?
En este libro recupero una hermosa frase del padre Santiago Alberione, fundador de la Sociedad de San Pablo que dice: “Hagan a todos la caridad de la verdad”. Para mí esta frase es vital pues nos habla de la verdad que libera. Todos necesitamos ser liberados de la mentira que oprime, denigra, esclaviza. La verdad hace al hombre pleno y digno.
En un tiempo en donde la mentira es la base para movimientos políticos e ideológicos, hacer a todos la caridad de la verdad, como dice Alberione, es el mejor camino para hacer realidad el Evangelio.
– ¿Qué tipo de apóstol es el nuevo comunicador digital?
El nuevo comunicador digital no es aquel cuyo centro de actividad apostólica sea las nuevas tecnologías digitales. Los medios son importantes, eso sí, pero son sólo eso, medios.
El nuevo apóstol digital debe salir al encuentro del otro, mirarlo a los ojos, saber dar la palabra de aliento en el momento oportuno; una palabra siempre esperanzadora. El nuevo apóstol de las comunicación debe dar calidez en lugar de “bytes”, amor por encima de los “likes”, ser palabra en lugar de caracteres.
– ¿Hay posibilidad de ganar para Cristo la guerra cultural?
“El verbo se hizo carne y habitó entre nosotros”, dice San Juan Evangelista en el capítulo uno, versículo catorce. Desde ese momento la guerra cultural se ganó para la humanidad.
Nosotros, como continuadores de esta misión, debemos seguir sirviendo a las personas, cualesquiera que éstas sean. Aprender de sus historias; recordar que somos puentes que posibilitan la comunicación para la comunión que acerca a quien se siente sólo y desamparado, aun en este mundo hiperconectado digitalmente. Somos quienes pueden romper las cadenas de las nuevas esclavitudes digitales que aíslan y despojan al ser humano de su identidad.
La mies digital es mucha y los obreros siguen siendo pocos, la batalla es difícil y peligrosa ¿Qué estamos esperando?
Nota: el libro está a la venta en amazon.com.mx