Las incursiones masivas de la aviación israelí sobre la Franja de Gaza han golpeado también las casas de las familias cristianas situadas cerca de la parroquia católica de la Sagrada Familia, causando daños al convento y al jardín de infancia de las Hermanas del Rosario.
Así lo ha confirmado a la Agencia Fides monseñor Giacinto-Boulos Marcuzzo, Vicario Patriarcal del Patriarcado Latino de Jerusalén para Palestina y la Ciudad Santa.
"Las incursiones israelíes se producen tras el lanzamiento de misiles por parte de Hamás sobre el territorio de Israel, pero según lo que vemos, las consideraciones de quienes, en Estados Unidos, calificaron de ‘proporcionada’ la reacción militar del Estado judío son completamente infundadas. Bombardean desde lejos. Una bomba cayó cerca del convento. Entre las más de cien víctimas hay mujeres y niños. Una vez más, las famosas ‘bombas inteligentes’ perjudican a todos, sin poder distinguir entre objetivos militares y población civil".
Mientras las campañas de propaganda invaden la red mundial de medios de comunicación, el obispo Marcuzzo – nacido en Italia, pero que se hizo sacerdote en Palestina tras estudiar en el Seminario Patriarcal de Beit Jala – invita lúcidamente a no perder de vista la cadena de acontecimientos y provocaciones que desencadenaron la nueva violencia en Tierra Santa, si realmente se quieren encontrar formas de detener la violencia y el derramamiento de sangre inocente.
"En el fondo de todo", recuerda el Vicario Patriarcal, "está el conflicto israelí-palestino que dura desde hace décadas, y sobre todo la ocupación israelí de los territorios palestinos. Mientras no se aborden y resuelvan las causas profundas del conflicto, bastará solo una chispa para que todo vuelva a estallar. Ya lo hemos visto con la primera y la segunda Intifada".
El actual estallido de violencia – subraya monseñor Marcuzzo – se debe a la acumulación de una serie de "circunstancias desgraciadas" que han reavivado la tensión en torno a Jerusalén, verdadero nudo del conflicto.
La expropiación de viviendas palestinas en el barrio jerosolimitano de Sheikh Jarrah, y luego los impedimentos impuestos por Israel a los creyentes musulmanes que querían llegar a la mezquita de al Aqsa el último viernes de Ramadán, cuando los musulmanes celebran la "Noche del Destino" (Laylat al Qadr), en la que el ángel Gabriel reveló el Corán al profeta Mahoma.
Luego llegó el "Día de Jerusalén", con la habitual "Marcha de las Banderas" – este año celebrada fuera de su recorrido habitual – con la que cada año los nacionalistas y extremistas israelíes atraviesan los barrios árabes de la Ciudad Vieja para reafirmar el dominio israelí sobre toda la Ciudad Santa.
"Y no hay que olvidar – añade el vicario patriarcal Marcuzzo – la negativa israelí a permitir la celebración de elecciones políticas palestinas en Jerusalén Este, que debían tener lugar el 22 de mayo y que fueron aplazadas precisamente por eso. Y luego, hay que tener en cuenta como causa de la situación actual también el muy infeliz plan del presidente estadounidense Donald Trump, que al reconocer a Jerusalén como capital indivisa de Israel ha alimentado el resentimiento en las poblaciones árabes".
Ahora bien, otro factor de grave preocupación son los enfrentamientos ya registrados también en territorio israelí entre árabes y judíos.
"En las llamadas 'ciudades mixtas', como Haifa, Ramla, Jaffa o Lod", señala el obispo Marcuzzo, "la convivencia era bastante pacífica. Ahora tenemos noticias de ataques, asaltos a casas, enfrentamientos en las calles entre miembros de las dos comunidades. Y también tenemos varias confirmaciones de que las fuerzas de seguridad no siempre intervienen de forma imparcial".
Ante la violencia que vuelve a desgarrar el corazón de Jerusalén y de Tierra Santa "nosotros, como Iglesias locales, intentamos siempre trabajar por la paz", concluye el obispo Giacinto-Boulos Marcuzzo. En la tierra de Jesús, de nuevo, "se necesita un milagro", como escribió en el sitio web del patriarcado Sami el Yousef, Director General del Patriarcado Latino de Jerusalén.