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El economista que construyó con sus manos una ermita a la Virgen

CABEZAMESADA
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Benito Rodríguez - publicado el 19/05/21
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Sin experiencia ninguna en la construcción, decidió levantar una pequeña ermita a la Virgen con sus propias manos y las piedras que encontraba en el campo

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David es un economista y padre de familia que pasa sus días de descanso en Cabezamesada, un pueblo de Toledo (España) de apenas 340 habitantes.

Sin experiencia ninguna en la construcción, decidió levantar una pequeña ermita a la Virgen con sus propias manos y las piedras que encontraba en el campo. Este mes de mayo la ha ‘inaugurado’ oficialmente con una romería familiar.

Es el pueblo de la familia de su mujer, y allí tienen una casa para fines de semana y vacaciones.

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En sus escapadas en bici quedó cautivado por los ‘chozos de pastor’, unas pequeñas estructuras formadas por piedras que se acoplan unas a otras y que servían de cobertizo para los pastores y agricultores tras sus largas jornadas en el campo.

Fascinado por la técnica de la piedra seca, se propuso el reto de construir algo mirando cómo se hacía en vídeos de Youtube: “se me ocurrió que podría dedicar mi esfuerzo a algo más útil, grande y mejor que mi propia satisfacción, por eso dediqué mi pequeña meta a la Virgen, que tanto nos cuida a mí y a mi familia”.

Su suegro, Melquiades, le enseñó un cerro en el alto de un olivar con unas vistas fantásticas, el enclave ideal para la Virgen.

David se puso una sola condición: “fue la de no gastar dinero en el proyecto y utilizar las mismas técnicas antiguas de construcción, así que sólo quedaban las piedras del campo, el ingenio, una regla, una plomada y mis manos”. 

La aventura comenzó en 2019, durante los periodos vacacionales y los fines de semana. Poco a poco, piedra a piedra, probando y viendo si aguantaba lo que iba levantando. David y Teresa tienen cinco hijos, que veían cómo su padre pasaba horas y horas en ese cerro:

“Me sabía a poco y trataba de apurar más de la cuenta, llegando a casa de noche, bastante polvoriento y realmente cansado. Imagínate la cara de mi mujer y mis hijos, ¡pensaban que me estaba volviendo loco! lo cual es perfectamente comprensible, sobre todo poniéndome en lugar de un adolescente, que ve que su padre decide descansar los fines de semana trabajando poniendo piedras”.

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Pero sabiendo que era para la Virgen y viendo la pasión que ponía su padre, se ofrecieron a ayudarle, principalmente en la elección de cada piedra, que tiene que ser especial para que encaje con las otras. Y siempre estuvieron ahí cuando vinieron los contratiempos. 

"En dos ocasiones se me derrumbó parte de la construcción (no te creas que estas cosas salen a la primera) y el cansancio también se hacía notar, ahí es donde hace falta tener un buen motor de motivación para seguir adelante y comenzar de nuevo. Mi motivación trascendente llegaba más allá que la mera motivación humana: no podía ofrecerle a la Virgen algo a medias".

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En el mes de la Virgen y tras año y medio de construcción, era el momento. David invitó a sus padres, a sus hermanos, cuñados y sobrinos.

Más de treinta personas que quedaron completamente asombrados al llegar a la ermita y ver la construcción, el detalle y el cariño que se había puesto en cada piedra. Con una pequeña bóveda y todo.

Y dentro, Ella, María, la Reina del Cielo bajo la advocación de la Virgen del Carmen.

“Estuvimos todos juntos, dando gracias a Dios y pidiendo perdón y ayuda. Quizá uno de los beneficios de haber ido construyendo poco a poco la ermita ha sido la quietud y la paz que te rodean cuando estás sólo en el campo, rezar sale solo en esas condiciones, pero la romería fue como cumplir el propósito que alumbró la idea original, de hecho, rezando todos juntos el rosario, hizo que sintiéramos de un modo muy especial el cariño de la Virgen”.

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Ahora, los vecinos de Cabezamesada que la descubren ven un pequeño cobertizo de oración para María, para recogerse y rezar.

A David le llena de alegría cuando se entera que algún lugareño se ha acercado a ver a la Virgen: “Me hace mucha ilusión cuando estoy en mi trabajo y, de repente, recibo fotos por Whatsapp de algún vecino del pueblo que ha ido a la ermita y me manda un mensaje. Creo que se sienten orgullosos.”

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