En la columna "Buenas noticias" del Corriere della Sera del pasado 12 de abril leemos la historia de Ilaria Gasperotti, una joven de Trento de poco más de veinte años que decidió confiar el relato de su historia como anoréxica en proceso de recuperación a un cómic.
Para ello, se inspiró en la fábula de Andersen sobre "El patito feo", lleno de significados sobre el sufrimiento de crecer y el trabajo de reconocer la propia belleza personal. Así comenzó a plasmar en dibujos y palabras el comienzo de su enfermedad:
Como Andersen, quien en sus cuentos ha transferido elementos de su difícil infancia, así Ilaria, recién licenciada en Cómics e Ilustración en la Academia de Bellas Artes de Bolonia, contó la"fábula" de su vida dibujando algo que la mantuvo prisionera como en una telaraña, y le absorbía completamente sus pensamientos, algo que conocía de alguna manera pero no lograba comprender bien.
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Una criatura monstruosa, la anorexia, que los ojos de su lápiz han "visto" de color amarillo, con dos cuernos en la cabeza y botas hasta las rodillas, mientras entra furtivamente en su vida como un simpático compañero de juegos.
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Pero a lo largo del camino, el monstruo crece mientras la niña se encoge gradualmente hasta que los huesos sobresalen amenazantes de sus hombros.
Todo comenzó en la escuela superior con una modalidad típica de las historias de anorexia:
Finalmente, habiendo percibido esta alarma, Ilaria decidió ser seguida por el Centro Gruber, una instalación boloñesa donde tratan los trastornos alimentarios con un enfoque multidisciplinario.
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En este esfuerzo por exteriorizar la tragedia de la enfermedad y el camino de renacimiento emprendido, Ilaria contó con el apoyo de los profesores Emilio Varrà y Octavia Monaco quienes han intuido aquello por lo cual estaba atravesando y la animaron a agarrar el papel y el lápiz para liberar y así transmitir sus emociones.
El arduo trabajo que ha realizado la joven, ha sido absolutamente digno de encontrar una editorial que lo publique. Ella lo dedicó a su familia y a su madre en particular, por la continua y angustiosa cercanía con la que siguió la enfermedad de su hija y dirige a sí misma el último aplauso por su esfuerzo: