Para ayudar a Aleteia a continuar su misión, haga una donación. De este modo, el futuro de Aleteia será también el suyo.
Hace semanas hablábamos de cómo las crisis personales afectan a nuestro matrimonio. Pues bien, la famosa crisis de los cuarenta es un ejemplo de cómo puede llegar a arrasar con nuestra relación.
En el Instituto Coincidir atendemos a matrimonios en los que su verdadera crisis matrimonial viene derivada de una crisis personal.
El perfil suele ser bastante común, hombre de entre 38 y 45 años, en pleno auge de su carrera profesional, casado, con hijos; mujer trabajadora, generalmente con una jornada reducida para atender al cuidado de los hijos, o habiendo renunciado a su carrera profesional por acompañar a su marido en su desarrollo profesional y atender de manera absoluta al cuidado de su familia.
Normalmente suele ocurrir que de repente el hombre siente que su casa se le hace pequeña, que tiene otras ambiciones; que su mujer se ha quedado atrás en el desarrollo profesional y que hay compañeras de trabajo que son capaces de desarrollar de manera brillante su carrera en el mundo laboral.
Si a esto le unimos las largas jornadas de trabajo, reuniones on line, viajes ( ahora menos, aunque siempre se pueden encontrar excusas) el cóctel está servido.
El hombre llega a casa ( o sale de la habitación donde teletrabaja) después de un largo día de reuniones y problemas que resolver ( incluidas interrupciones de los niños, llantos, etc..). Su mujer está cansada tras haber pasado un día lidiando no sólo en el trabajo, sino con los niños, por lo que casi ni se hablan ya que ella ( o los dos) están o bien organizando tareas pendientes, acostando niños, mirando redes sociales, viendo alguna serie, etc.
Él está eufórico y a la vez cansado, tendría ganas de compartir con su mujer su día, pero ve que ella está a otra cosa y no le va a entender, porque verdaderamente quien sí le entiende es esa compañera de trabajo con la que comparte proyecto.
Donde había pasión ahora hay reproches; donde había admiración ahora hay enfado; y donde había cuidado personal y romanticismo ahora hay bandejas con comida para calentar y poco arreglo personal, pocas ganas de hablar y mucho menos de discutir. Nos vamos distanciando.
– ¿Qué ha ocurrido, porqué hemos llegado a esto? nos preguntan.
Quizás por no haber hablado entre nosotros o no haber priorizado el verdadero sentido de nuestras vidas, quizás por no haber entendido al otro en sus necesidades, quizás por no haber sabido leer entre líneas lo que el otro necesitaba, quizás…hay tantos quizás.
Lo que está claro es que nuestro proyecto de vida se puede trastocar de la noche a la mañana por un error de cálculo, por una confidencia de más con esa compañera de trabajo. Por ese chatear más de la cuenta con un cliente o proveedor, jefe o empleado a tu cargo, lo que empieza como algo inocente puede convertirse en tu gran error si cambias el foco de tu mirada, tu matrimonio.
Llegado ese caso, las personas que atraviesan esta crisis se replantean sus cargas familiares, ( rutina en pareja y exceso de responsabilidades) y su proyección profesional, se cuestionan qué están haciendo con su vida.
No quieren pasarse el resto de su vida hipotecados a una familia que no les da el placer que le proporciona una buena comida de trabajo para celebrar un éxito profesional, o un viaje en buenos hoteles, ( ausencia de nuevos estímulos) o un no tener que dar cuenta de lo que uno hace en cada momento.
He llegado a escuchar a hombres en esta situación que “ahora lo que me importa soy yo, disfrutar y hacer todo aquello que no he podido hacer desde que me he casado. Tengo derecho a ser feliz sin nadie que me lo impida”.
Como dice el Papa Francisco en Amoris Laetitia
Desde luego vista así la vida familiar, humanamente puede resultar hasta atractivo el otro lado de la moneda, aunque suponga romper con todas las ataduras y compromisos adquiridos en nuestro proyecto de vida en común.
Pero esto se debe a una circunstancia pasajera, a un momento de duda por una cuestión de crecimiento personal o de inmadurez personal, derivado de una inseguridad personal, aislamiento y autoestima baja.
En Amoris Laetitia se recoge expresamente esta circunstancia:
Saber valorar lo que tenemos entre manos, el sentido del compromiso familiar y matrimonial, es el elemento clave para salir fortalecido de este momento de crisis.
El sentido de mi vida me lo da AMAR y el amor se manifiesta en acciones, no sólo en sentimiento.
El amor mal entendido genera mucho sufrimiento, a veces es consecuencia de una gran inmadurez personal.
Por eso es necesario ante una situación así, pararse y pensar qué tenemos entre manos, qué está pasando y hacia dónde vamos.
Desarrollar habilidades para generar una buena comunicación en pareja es clave para poder entender lo que está sucediendo en el corazón de la persona y sólo así poder acompañarla en esta crisis de maduración personal, que bien enfocada será una crisis de crecimiento y de fortalecimiento a nivel no sólo personal sino matrimonial y familiar.
Les dejo un pequeño ejercicio inspirado en las enseñanzas de John Gottman para reflexionar individualmente y posteriormente compartirlo con nuestro espos@:
¿CUAL ES TU LEGADO?
1.-Imagina que el médico te acaba de decir que solo te quedan 6 meses de vida. ¿Cómo elegirías pasar ese tiempo?
2.-Imagina que abres el periódico el día después de tu muerte y ves tu propia esquela. ¿Qué te gustaría que dijera la esquela?
3.- ¿Qué te gustaría que tu pareja pensara de la vida que han llevado? ¿Cómo te gustaría que te recordara?... ¿Qué legado te gustaría dejar?.