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Peter Paul Rubens, que cumplió los 22 años en el año 1600 decidió viajar a Italia, como tantos artistas de la época. Su objetivo era estudiar a los grandes del Renacimiento.
En Italia permaneció 8 años. Primero residió en Venecia para perfeccionar su arte, estudiando las técnicas de artistas como Tiziano, Veronés y Tintoretto.
En el 1601, el duque de Mantua, lo envía a Roma, para copiar algunos cuadros de Miguel Ángel y Rafael Sanzio. Y es precisamente en este contexto que tiene la oportunidad de ampliar sus conocimientos y habilidades, observando en vivo y copiando increíbles frescos de estos dos grandes artistas.
En 1602, tiene su primer encargo del archiduque Alberto de Austria. Realiza un tríptico para la Basílica de la Santa Cruz de Jerusalén, formado por Santa Elena con la Vera Cruz, La Coronación de espinas y La Elevación de la Cruz.
A partir de ese momento, no le faltaran nuevos encargos, como: la deposición de Cristo en el sepulcro, ahora conservada en la Galleria Borghese, y el Martirio de San Sebastian que se encuentra en el Palazzo Corsini.
Una tarea difícil, pero no imposible para Rubens
Es en el 1606 que Rubens recibe un encargo bastante arduo, un trabajo que le va a costar dos años, debido a la dificultad de la empresa. Pero valió la pena por su resultado magnífico.
Su trabajo consistía en realizar un lienzo que cubriera otra imagen, sin cubrirla por completo. ¿Por qué? Porque se debía proteger del tiempo y del deterioro una imagen milagrosa de la Virgen con el Niño Jesús.
La imagen de la Virgen se encontraba desde hacía varios siglos en un baño público, antes de ser trasladada donde es ahora la "Iglesia Nueva". La imagen sangró, cuando alguien deliberadamente la golpeó con una gran piedra.
El cuadro motorizado de Santa María en Vallicella
Rubens realiza una monumental obra, otra bellísima imagen de la Virgen y el Niño Jesús con paneles alrededor y a parte desarrolla un mecanismo de poleas y cuerdas, según el cual es posible mover el rostro de su Virgen para mostrar la Virgen antigua.
El cuadro "motorizado", encargado a Rubens, funciona todavía hoy. Durante la misa del sábado por la noche, el sacerdote al final del servicio, baja el óvalo de Rubens para mostrar la Virgen milagrosa, ante los fieles que acuden a verla, como así también lo hizo durante años san Felipe Neri.