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“La situación en Sudamérica ahora mismo sigue siendo un motivo de gran preocupación”. Así lo afirmó en las últimas horas el director de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para situaciones de emergencia, Michael Ryan, reproducen diversas agencias y medios.
“América del Sur estaba en una situación realmente difícil hace tan solo un par de meses y, de nuevo, la situación está empezando a virar en la mala dirección”, continuó.
Es que si bien la situación en 2020 en América del Sur era de por sí preocupante, en los primeros meses de 2021 la situación adversa se ha fortalecido, de la mano, entre otros factores, de la presencia de nuevas variantes del coronavirus (uno de los casos más emblemáticos la P1 de Manaos, Brasil) que ha llevado a un considerable aumento de casos en la región.
El propio Ryan recordó también que “la transmisión de la enfermedad es intensa, la transmisión comunitaria está extendida y los sistemas sanitarios continúan bajo presión”.
Todo esto mientras la vacunación vuelve a aparecer como luz de esperanza en medio de tanto caos, a pesar de la diferencia en cuanto a los ritmos que se vive el proceso en algunos varios países de la región.
Solo basta un leve recorrido por los diversos países de la zona sur como Argentina, Chile, Bolivia, Paraguay y Uruguay para comprobarlo. Además de otros ejemplos que también se vienen sosteniendo en el tiempo como Brasil, uno de los más afectados del mundo, además de Colombia o Venezuela, entre otros en el continente mirando más hacia el norte. También ha llamado la atención el caso de Perú, que a raíz de una revisión de cifras se posicionó como el país con mayor tasa de mortalidad per cápita del mundo con más de 180.000 fallecidos.
Es en este contexto, al que se le suma la carencia en varios casos de insumos como el oxígeno, además de otros hospitalarios, donde diversos países han estado haciendo frente a la adversidad con diversas recetas. Desde confinamientos obligatorios, el más reciente Argentina, hasta restricciones un poco más moderadas, pero con resultados que no dejan de preocupar, como Uruguay.
Todos aspectos que también han estado afectado el corazón de la Iglesia. Esto ya sea a través de contagios y muertes entre laicos, obispos, sacerdotes, religiosos, además de la imposibilidad en algunos casos de las celebraciones religiosas con presencia de fieles. Por citar solo un ejemplo, por estas horas en Argentina la Iglesia le pedía al gobierno que se pudieran realizar las celebraciones con un aforo determinado.
Pero como si todo esto fuera poco, en los últimos días otra noticia vinculada al deporte hizo las veces de sacudón para una región más que golpeada por el coronavirus. Nada más ni nada menos que la confirmación de parte de la Confederación Sudamericana de Fútbol, Conmebol, de que la Copa América de fútbol se jugaría en Brasil desde el 13 de junio, país que hasta el momento lleva contabilizados más de 16 millones de casos y un número de fallecidos superior a 460.000.
Esto, tras el visto bueno del gobierno encabezado por Jair Bolsonaro y luego de la negativa de los países que iban a ser los organizadores en esta edición, Argentina y Colombia.
Lo cierto, más allá de que para muchos esta fiesta deportiva también genera alegría y entusiasmo en la gente, las reacciones no se hicieron esperar. Incluso, varios jugadores famosos del continente como Lionel Messi, Luis Suárez, Edinson Cavani, Kun Agüero, entre otros, han estado ofreciendo sus reparos en cuanto a la posibilidad de desarrollar esta competencia deportiva en este contexto de máximas sensibilidad y dolor en una de las zonas del mundo más castigadas por el coronavirus.
¿El show siempre debe continuar?, ¿acaso los jugadores no deberían tomar más protagonismo en la decisión? ¿Vale más lo económico o político que la salud de las personas? Preguntas que retumban por estas horas en varios lugares, para algunos hasta sitios comunes y sin muchas respuestas, pero válidas en esta situación.
Mientras tanto, ahí está la zona sur del continente, en sus horas más oscuras contra el coronavirus, con una Iglesia también impactada, y mirando de reojo cómo empieza a rodar el balón.