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Hacía mucho tiempo que no asistía presencialmente a la presentación de un libro. Qué mejor que hacerlo con el libro: “La mermelada sentimental” de Gregorio Luri, publicado por la Editorial Encuentro; con la presencia del autor y de Ignacio Peyró (virtualmente) y en una sala reducida (la Fundación Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno de sólo 30 “privilegiados” asistentes).
No quise leer el libro antes (sin noble propósito, más bien pereza) y nada más empezar Gregorio Luri nos ofreció el gran titular de la noche: “No voy a decir nada sobre mi libro”.
Gregorio Luri como buen conservador quiso conservar el contenido a buen recaudo e Ignacio Peyró como gran conversador quiso aprovechar la coyuntura para conversar sobre The Objective, el medio donde se publicaron los textos del libro.
La inspiración llegó pronto. Fue el primer tema y Gregorio Luri fue muy claro: “Nunca he tenido su cariño. Es frustrante. Yo no sé pensar”. El escritor y pedagogo mostró que para pensar necesita dialogar o escribir. Necesita lucha. Esa inspiración aparece en el libro, así que… Habrá que leerlo.
Lo segundo que apareció fue el progreso. Bueno más bien los pequeños progresos. Gregorio Luri mostró que los avances de la ciencia son obvios, lo que no ve tan claro es si estos progresos al sumarlos ofrecen un progreso con mayúscula. Tres frases para pensar: “La naturaleza no nos quiere”. “Nuestros niños están siendo educados con el miedo al futuro” y “Todas las categorías están puestas en cuestión”. Habrá que profundizar estos temas en sus artículos.
Se habló de Dios y cómo la pregunta no es qué es, sino quién. También sobre cómo se quiere eliminar a Dios y lo definió usando un lenguaje universal basándose en la pregunta del qué: “Es aquello sobre lo cual no admites bromas”. Me quedé con ganas de saber cuales son las cosas sobre las que el autor no admite bromas y su respuesta más personal a la pregunta del Quien sobre Dios. Quizá aparezcan en el libro.
Otros muchos temas salieron en el diálogo-conversación: Concha Piquer, Heideger y Gento (el artículo perfecto), se anunció que al final llegaría el Reggaeton (yo no lo escuché) y se habló del Régimen Foral de Navarra y de sus gentes. Estos temas fueron de regalo. No creo que aparezcan en el libro.
Pero lo nuclear en todo su pensamiento, un hilo conductor que mueve todos sus artículos y sobre lo que habló la mayor parte del tiempo es otro gran porqué: ¿Por qué soy conservador? “Para defender las cosas humanas”. Algo distinto a conservar privilegios o bienes materiales, “los conserva-suyos”, explicó, que nadie tiene que ver con su postura.
En su argumentación una bellísima defensa de “sostener el mundo de las cosas humanas”, mostrando que no es posible “sustituir la prudencia con la ciencia”. Habló de conservar la música, la poesía, el diálogo, las imágenes ingenuas y todo lo que no sea medido por un algoritmo. “No al algoritmo”, expresó, reconociendo que ser conservador es un "pelín" quijotesco.
Gregorio Luri lo fue. Finalizó la presentación del libro y aún todos los presentes conservábamos las ganas de leer el libro “La mermelada sentimental”… y eso que no nos habían hablado de él. O quizá sí, porque hay que darle la razón al autor. Las cosas humanas son así. Hay cosas que la ciencia no puede alcanzar y ningún algoritmo puede medir un “te quiero que pa qué”. Tampoco hay nada parecido a asistir presencialmente a la presentación de un libro. Y sobre todo no hay nada como que el autor de un libro te diga que no quiere hablar sobre él, para que te entren una ganas irremediables de comenzar su lectura.