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¿Qué sueñas para tu hijo? Creo que pocas cosas, sueños o ideales aunarían más las voluntades, todos lo tendríamos muy claro: queremos "hijos felices". Para conseguirlo podremos creer que hay distintas formas, distintos caminos, pero hoy quiero hablarte de opciones que podríamos aplaudir todos.
Nada me parece más importante para su felicidad como el hecho de que entienda que el "me apetece" suele señalar en dirección contraria a "lo que realmente quieres". Para cumplir su ilusión de ser médico no podrá guiarse por lo poco que te apetece estudiar. Si quieres mantener una familia fuerte y unida tendrás que renunciar a posibles apetencias egoístas.
La fortaleza, porque la vida vendrá, eso seguro, con momentos dolorosos y necesitamos que soporte con reciedumbre para que esas tempestades no los derrumben.
La ilusión, la esperanza son los telescopios que te hacen poner la vista más allá, las gafas que te hacen tener claro que el presente no lo es todo, que queda toda una historia por escribir.
Que aprendan, que conozcan el sabor de la felicidad, ese que se bebe solo cuando te das a los demás, la caridad. Los niños que prueban lo maravilloso y gratificante que es ayudar no dejarán de hacerlo.
Y si además nos dejasen a los padres seguir pidiendo… pediríamos que nos hiciesen un poco más de caso, que nos escuchasen y confiasen cuando les decimos "por ahí no".
Que se alejasen de los malos hábitos que acaban degradando su voluntad: drogas, alcohol...
Que tuviesen buenas compañías, las que les empujan y motivan a avanzar en la buena dirección.
Para terminar que sueñen alto muy alto, que su techo sea el cielo.
Y yo conozco al amigo perfecto, el que te recomiendo para que tu hijo crezca rodeado de esas buenas condiciones. Un amigo que les consolará cuando esté cansado y agobiado, un amigo que no le fallará, un amigo que se involucrará en sus problemas, nunca mirará para otro lado.
Será el amigo que se interpondrá entre tu hijo y el porro, el amigo que rechaza y aparta a tu hijo de cualquier tipo de violencia. Un amigo que se encargará de subirle la autoestima para que no necesite demostrar nada a su pandilla o grupo de amigos. Ese amigo incondicional no dejará que tu hijo sienta el olor de la soledad.
Un amigo que quiere que tu hijo llegue a ser la mejor versión de sí mismo. Un amigo que conoce tanto a tu hijo que sabe sacarle partido también a sus peores defectos. Y un amigo que le presentará a otras tantas buenas personas.
¿De quién hablo? De Jesús de Nazaret, un Jesús vivo que está tan real, tan presente como lo estuvo en Belén, en Jerusalén o en Galilea. No es un mito del pasado y en cada comunión tu hijo lo conoce un poquito más, le habla, le cuenta sus miedos, sus ilusiones. Y te aseguro que ese Jesús lo mira, lo escucha embelesado y está deseando volverlo a ver, para darle todas esas gracias que le tiene reservado.
Gracias en forma de: alegría, de ilusión, de fortaleza de todas esas potencias que hemos visto que tanta falta les hacen. Pero estas gracias que están reservadas (y pagadas) para tu niño, tiene que ir a buscarlas.
Tranquilo no necesitará una exhaustiva búsqueda del tesoro solo necesita comulgar en la próxima Misa. No desperdiciemos la oportunidad de darle a nuestro hijo la mejor herramienta para su felicidad: la amistad con Jesús y por supuesto con esta viene implícita la de su madre.
Te prometo que con estos amigos de la mano el mundo se ve de forma distinta, que su primera comunión no sea la última comunión. Que ésta sea el principio de una gran amistad.