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Oro y piedras preciosas, el tesoro recuperado de la Virgen de Chiquinquirá

CHIQUINQUIRA
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Lucía Chamat - Aleteia Colombia - publicado el 13/07/21
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Dos coronas, un cetro, una medialuna y una custodia fueron robadas y recuperadas en la Basílica de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá, el día de su fiesta. En Aleteia te contamos el valor religioso, histórico y artístico de estas joyas

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El mismo día del aniversario 102 de la coronación de la Virgen del Rosario de Chiquinquirá como patrona de Colombia, ocurrió un hecho que generó tristeza, angustia y rechazo en los fieles católicos. Es día ocurrió el robo de las joyas que la han acompañado por años. Sin embargo, la rápida recuperación de los elementos robados hizo renacer la esperanza y se recibió como un milagro más.

Mientras en la ciudad de Chiquinquirá vivían momentos difíciles, en los Jardines del Vaticano se entronizaba un mosaico con la imagen de la Virgen. La imagen se colocaba junto al de otras advocaciones marianas.

Conozcamos un poco sobre las coronas, la medialuna, el cetro y el Rosario que finalmente no pudieron ser robados –pero sí dañados– al antiquísimo lienzo de la Virgen del Rosario, el pasado 9 de julio, y cuál es su valor religioso, histórico y artístico.

La Virgen del Rosario de Chiquinquirá fue declarada patrona de Colombia en 1829 por el papa Pío VII y el 9 de julio de 1919 se coronó canónicamente, ante más de 55 mil personas en la ciudad de Bogotá. En ese especial acto, se agregaron al lienzo dos coronas. En este caso, una a la Virgen y otra para el Niño Jesús, que pesaron 450 gramos oro y tuvieron un costo de doce mil pesos oro.

La propuesta de coronar a la Virgen fue del sacerdote dominico Vicente María Cornejo y fue respaldada por la recién creada Conferencia Episcopal Colombiana. En 1910, el papa Pío X firmó el decreto canónico. El gobierno nacional pidió posponer el acto oficial para 1919, con el fin de que coincidiera con el centenario de la Independencia del país.

La Virgen recibió una corona y una aureola con 78 brillantes de diferentes tamaños, un par de ellos de más de cinco quilates cada uno. El diseño lo completaban 140 esmeraldas, entre las que se destaca una de dos quilates de peso.

De otra parte, la corona y la aureola del Niño Jesús fueron elaboradas con 29 brillantes y 16 esmeraldas. De las cuales algunas fueron compradas y otras donadas por devotos.

Las piezas artísticas fueron diseñadas por el colombiano Ricardo Acevedo Bernal. La elaboración fue dirigida por Manuel Madero y elaborada por fray Benjamín Geric, francés, de las Escuelas Cristianas de La Salle, quien se formó como arquitecto en Bélgica.

CHIQUINQUIRA

Los dominicos de la Orden de Predicadores, custodios de la imagen desde 1636, quisieron celebrar los 25 años de la coronación con la colocación de un cetro. Así se cumplió el 9 de julio de 1944, cuando Nuestra Señora del Rosario recibió en sus manos un cetro de perlas, oro y esmeraldas, de 205 gramos, adornado con 22 esmeraldas y 18 diamantes, obra dirigida por el mismo Manuel Madero.

Para celebrar las Bodas de Oro (1969), se engalanó a la Virgen con una hermosa media luna de oro, diamantes, esmeraldas, perlas, rubíes y zafiros, colocada a sus pies. Fue un regalo de los padres dominicos y los habitantes del municipio de Chiquinquirá. 

La última de las alhajas que fue robada y recuperada fue el Santo Rosario.

Adicionalmente, el autor del robo sustrajo la custodia de la Basílica, la cual se destruyó totalmente cuando intentó escapar. “Gracias a Dios encontramos la hostia consagrada. La custodia la guardaremos como pieza de museo, para recordar este triste acontecimiento”, agregó el sacerdote.

Aún no saben cómo ingresó el autor del robo a la Basílica de Chiquinquirá. Pero lo que se sabe es que en horas de la madrugada salió e intentó huir a través del convento adjunto. Con ropa de los frailes envolvió las joyas. Con los escapularios hizo un lazo que lo ayudara en su huida, durante la cual tropezó una matera que cayó del cuarto al primer piso.

El golpe despertó a algunos sacerdotes, quienes hasta ese momento no sabían que llevaba con él las joyas de la Virgen. Para la comunidad de la Orden de Predicadores y los católicos colombianos fue un verdadero milagro que se pudiera detener a la persona que quiso llevarse las alhajas justo el día de su coronación.

Lamentablemente las dos coronas y la medialuna quedaron muy dañadas y deben ser restauradas.  Seguramente gran parte de las pepitas del Rosario están regadas en el tejado del convento. La custodia no volverá a servir y el cetro se conservó porque no fue sacado del templo.

Los dominicos de la Orden de San Luis Beltrán seguirán cuidando el lienzo de la Madre de Dios y orando porque sucesos como estos no vuelvan a ocurrir y crezca esta devoción de siglos que ha trascendido las fronteras colombianas.

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