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El Papa Francisco suele alentarnos a imitar el “estilo de Dios” para vivir la cercanía, la compasión y la ternura.
“Hemos dicho las tres palabras que son precisamente el estilo de Dios: cercanía -Dios se acerca- compasión y ternura. Este es el estilo de Dios y este debe ser su estilo. Cercanía, compasión y ternura”, invitó el Papa hace algunos meses. Y damos por sentado que su invitación se extiende no sólo a los fieles católicos, sino a todos los hombres de buena voluntad.
Es además maravilloso cuando esa actitud en la que nos ponemos al servicio del otro sirve también como ocasión para una bella obra de arte. El bien siempre engendra belleza, por cierto, pero en algunas oportunidades esa belleza se materializa de modo especial.
Algo de eso parece haber ocurrido con la canción tanguera “Chiquilín de Bachín” con música de Astor Piazzolla –cuyo centenario se celebró en 2021– y letra de Horacio Ferrer. Se trata de una pieza en ritmo de vals en la que se describe a un niño (chiquilín) que vende flores en la noche de Buenos Aires. “Bachín” era en efecto un bodegón en pleno centro porteño que era visitado a altas horas por varios artistas cuando terminaban sus funciones.
La obra transmite profunda compasión por la situación indigente del niño, tanto en su música como en su letra, lo cual no es raro pues tanto la música de Piazzolla como los versos de Ferrer supieron tener siempre una importante carga emotiva magistralmente combinada con belleza.
Originalmente fue editada como lado B de un simple de 1969, en cuyo lado A se encontraba la célebre “Balada para un loco” de los mismos autores y bajo la interpretación de Amelita Baltar. Poco después la grabaría también Roberto “el Polaco” Goyeneche, a quien la canción quedaría íntimamente asociada.
Compartimos aquí la versión en vivo del “Polaco” en el concierto del Astor Piazzolla y su Quinteto (Teatro Regina, Buenos Aires, 1982):
Lo que muchos desconocen es la historia real detrás de la canción. Ese “chiquilín” tiene nombre y apellido. Se trata de Pablo -Pablito- Alberto González, que así narra su historia:
Cuando Pablo ya era adolescente, y tras la muerte de su padrastro y la enfermedad de su madre, Horacio Ferrer le consiguió trabajo como tiracables en Canal 7, además de aconsejarlo, cuidarlo y también retarlo si hiciera falta.
“Cuando senté cabeza y me casé en 1984, él fue padrino de mi boda. Te repito, Horacio fue como mi padre” cuenta Pablo, sobre Ferrer, quien no sólo escribió una bellísima letra inspirada por su persona, acompañada con la siempre magistral música de Piazzolla, sino que además supo encarnar la compasión, la cercanía y la ternura.
Versión contemporánea (jazz fussion) a cargo de Elena Roger y el sextero Escalandrum (con Daniel Piazzolla, nieto de Astor, a la batería)