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– Cuando más exitoso me consideraba, de pronto me encuentro con que me resulta muy difícil recuperar mi dignidad, ante mí mismo y los demás. – Contaba afligido un exitoso varón recién divorciado.
– Entiendo… lo que le pasa, lo podemos explicar cómo cuando viajamos por una carretera, si queremos llegar bien a nuestro destino, obedecemos señales como: alto, disminuya la velocidad, peligro, etc. Algo similar debemos hacer en el camino de la vida, que también tiene unas señales que debemos obedecer.
Los hay quienes, a cualquier precio, siguen señales que marcan ese rumbo que la sociedad suele celebrar, como el éxito, el prestigio, dinero, placer y más. Sin embargo, otros siguen las que orientan a amar al mundo, sin caer en lo mundano. Y de estas señales hablaremos, pues para quien logra rectificar nada está perdido, y menos la dignidad.
– La escucho, hay algo que me dice que lo que menciona sobre la dignidad, es verdad –agregó reflexivo.
– Muy bien, entonces algunas de las señales a las que me refiero son:
La interioridad. Mas importante que los éxitos o resultados obtenidos, es que la persona sea capaz de reconocerse a sí mismo, en sus virtudes y defectos, para ser quién debe ser, de cara a Dios y los demás.
Valorar la existencia. De nada sirve la calidad de vida que se pueda obtener, si no se agradece la existencia haciendo el mejor uso de ella, en servicio a los demás.
Vivir en sabio. La persona más sencilla y con poca formación académica, puede ser más sabia y feliz que alguien con riqueza o doctorado en ciencias, por vivir con una conciencia moral abierta y sin límites a la verdad del amor.
La capacidad de darse a los demás. Es lo que verdaderamente hace ser a la persona, y no la capacidad para recibir beneficios a través de exitosas transacciones, por muy licitas que fuesen.
Descansar en sí mismo. Significa aprender a ser feliz, sin que nuestra libertad y paz interior dependan necesariamente de la opinión ajena, o del curso que tomen los acontecimientos.
Desprendimiento. Al margen de los medios materiales de que se disponga, se puede vivir desprendido de ellos, pues la verdadera pobreza consiste en poner toda nuestra vida en manos de Dios
– A decir verdad, esas señales de muchas formas no las he reconocido, entonces … ¿Que me dice de ese rastro que he dejado y me avergüenza?
– Pasa que siempre queda un residuo imbatible de dignidad, por el que la persona puede volver sobre sus pasos, para rehacer la vida siguiendo las señales correctas.
– Aun así, pienso que me resultara muy difícil ser, el que verdaderamente deseo ser.
– Por eso, la lucha ha de consistir en rehacer la vida mientras recupera su dignidad, y para ello es necesario pasar por un proceso de purificación, en el que se deberá cambiar incondicionalmente.
Puede lograrlo tomando en cuenta la primera señal del camino: su interioridad.
Al hacerlo, escuchará una voz que le dirá:
“Recomienza ahora y deja ir el pasado con sus inútiles lamentaciones, puedes rehacerte aprovechando tus experiencias, para comportarte de tal forma que merezcas la dignidad con que fuiste creado por Dios”.
Luego, cuando haya caminado lo suficiente siguiendo las señales correctas, trata de recuperar tus amores en la medida de lo posible.
– ¿Recuperarlos…? ¡Quisiera creerlo!
– Tiene una buena posibilidad, si sale a su encuentro haciendo uso de su dignidad restaurada, y, suceda lo que suceda, ya no deberá dejarse esclavizar por lo que fue. Persuádase de que todavía puede ser, quien quiere ser, quien debe ser.
Algunos meses después mi consultante había recuperado a su familia y ayudaba a otros desde su propia experiencia.
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