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Tras un año de intermitentes restricciones, mayores o menores en duración y severidad según el lugar, daría la sensación de que de a poco las sociedades que han logrado paliar los estragos de la pandemia mediante la vacunación han comenzado a retomar a cierta normalidad. Por lo pronto, de a poco hemos logrado salir de nuestros hogares, aunque las precauciones en la mayoría de los lugares siguen siendo imprescindibles.
No obstante, cabe la pregunta de cuál es esa “normalidad” a la que estamos retornando. También en qué medida la crisis mundial que hemos atravesado nos ha servido como ocasión para progresar o no como humanidad.
Hacemos mención de ello como introducción a la nueva canción y correspondiente video estrenado por Canto Católico la semana pasada, en el día de Nuestra Señora del Carmen de Chile.
Hace un año la misma agrupación presentaba su versión del Salve Regina con un coro virtual de 450 personas que se habían grabado desde sus respectivos hogares debido al confinamiento. Este año han decidido compartir un nuevo canto a la Virgen María con una versión de Ven y Reina, Madre de Dios, autoría de Jorge Álvarez, en la que volvieron a invitar a participar a todos los interesados, convocando así un nuevo coro virtual de 275 miembros, pero que a la vez cuenta con solistas e instrumentistas que en el video se muestran reunidos y al aire libre, aunque con la recomendada distancia sanitaria.
Además, la “historia” que el video narra principalmente es la de un joven que sale de su hogar en bicicleta. ¿A dónde? En dirección al Santuario de la Inmaculada Concepción en Santiago de Chile. De esta manera la producción audiovisual, cuidada y prolija como es habitual en Canto Católico, ha logrado resumir, a nuestro criterio, la herencia de la pandemia y los nuevos recursos que hemos aprendido a utilizar (el coro virtual), la renovada esperanza de un mundo que ha vuelto a salir de los confinamientos (el muchacho en bicicleta) y el fundamento de dicha esperanza, que es el amparo de Nuestra Buena Madre, Reina de la Creación, quien nos conduce a Nuestro Salvador.
En lo que se refiere a la letra, se trata de un compendio de invocaciones a la Virgen María inspirado en las Letanías Lauretianas, si bien el estribillo es original e incluye elementos propios del 5° misterio de gozo del rosario, junto a un juego de palabras donde “reina” es en algunos versos una petición para que María venga a reinar y, en otros, un sustantivo para afirmar que María es Reina.
El arreglista se ha propuesto esta versión en continuidad con el ya mencionado Salve Regina del año pasado, por ello comienza la misma con un clarinete insinuando la melodía de aquel célebre canto. Las cuerdas refuerzan esta idea dando paso paulatinamente a la nueva canción, en la que la orquestación quedará a cargo de una protagónica guitarra acompañada por cuerdas, vientos y una sutil percusión. Las primeras estrofas quedan a cargo de los solistas hasta el primer estribillo inclusive. La guitarra se silencia en la tercera estrofa en la que canta el coro “presencial” que va preparando la entrada del multitudinario “coro virtual” compuesto por personas de 26 países diferentes, que tendrá su momento más destacado en un contrapunto posterior rítmicamente más lento.
Así se expresa la gente de Canto Católico respecto a esta nueva producción:
“Esperamos de todo corazón que este canto ayude a sembrar esperanza en nuestras almas, agotadas por el desierto de la pandemia. Que al mirar a María, Reina y Madre, nuestros pasos se fortalezcan en este peregrinar hacia la patria eterna. Así sea.”
Resaltamos además el apartado en el que están a disposición las partituras, audios, letras y acordes de los cantos que grabados por la agrupación. Simplemente hay que completar un formulario disponible en www.cantocatolico.org/partituras/ para tener acceso a este valioso material.
