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La protección que necesitan los hijos en verano

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Mar Dorrio - publicado el 24/07/21
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Más allá de la crema solar para la piel en vacaciones, los padres ponemos en marcha otro tipo de protección para nuestros hijos

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La compra imprescindible de cualquier persona, de cualquier familia, sea del tipo que sea, cuando llega la época estival, es la protección solar.

La protección de nuestra piel aúna nuestras voluntades año tras año. La rojez, la quemazón, las molestias casi instantáneas, nos hacen evidentes los daños por exceso, en este caso, de los rayos del sol.

Ojalá todos los daños por excesos de cualquier tipo diesen la cara tan rápido y tan explícitamente.

Por un lado, eso nos daría la oportunidad de poder evitarlos, y, por otro, nos uniría en un estilo de vida recomendable que, al entenderlo todos como un bien, sería fácil de transmitir y de cuidar.

En la vida de familia con niños, somos conscientes de que una defensa necesaria, que rivaliza muy duro con los rayos del sol, es frente a un enemigo fuerte, del cual tenemos que protegerles: ellos mismos.

Tenemos que defender a nuestro hijo de su yo de 15, 16 ó 17 años, para que no se meta en complicaciones, en situaciones que no puede asumir ni gestionar, y que no podrá digerir.

Y para que evite cometer tonterías de juventud que podrían pasarle factura el resto de su vida.

Personalmente, desde que me he casado, en numerosas ocasiones hubiera querido darle al botón de rebobinar y volver a algunos momentos del pasado para cuidar, defender y custodiar a mis niñas mayores de ellas mismas, con la experiencia adquirida posteriormente.

Pero estés en el momento que estés, con niños de 12, 15 ó 25, es el momento de ilusionarse. No sólo los vamos a defender, sino que procuraremos conquistar espacios de sus vidas durante este verano.

Primero, aprovecha la preadolescencia. Hay un momento en la vida de nuestros niños en el que todo parece que va bien.

Albergas una ingenua certeza que te hace creer que es imposible que se tuerza algo. Cuando un hijo o hija cumple los 8 años, superas un periodo en el que te ha requerido casi permanentemente, y la vida va como en modo piloto automático.

Es el momento en que tienes que llevarlos a algún plan organizado por otras personas. Pienso en clubs, parroquias, movimientos religiosos…

Son edades en las que se entusiasman sin dificultad, van sin poner pegas, y se lo pasan bien.

Esto te garantizará que, cuando lleguen los años complicados, aunque protesten por acudir a esos campamentos, a esos planes, en el fondo sabrán que se lo van a pasar bien.

Si llegan a los 15 años sin haber ido nunca, será muy difícil que consigas llevarlos a menos que estén maniatados.

Con este tema pasa lo mismo que con los deportes: una niña podría empezar a practicar ballet a los 15 años, pero lo ideal, lo recomendable para sacarle partido a todas sus condiciones, es que empiece con siete u ocho años.

No esperes a buscar este ocio alternativo cuando lo necesites. Adelántate, invierte antes. Será tu fondo de pensiones en el que apoyarte en los años turbulentos.

Pero nunca es tarde. Si ya están en la adolescencia, no pienses que has llegado tarde y recuerda la siguiente reflexión, que será tu mantra para este verano: si Mahoma no va a la montaña, la montaña irá a Mahoma.

Busca, enfoca tus vacaciones pensando en ellos. ¿Dónde puedes encontrar un buen ambiente? Un buen ambiente donde se lo pasen bien.

Yo te estoy escribiendo estas líneas desde un pueblecito cercano al santuario de Torreciudad, donde varias familias se esforzaron, se sacrificaron hace ya varias décadas para conseguir un verano diferente para sus hijos.

Un verano con verbenas, deportes, cine al aire libre, y hasta con un baile de gala para los jóvenes.

Sé que parece que esta sociedad nos lo pone más difícil que nunca. Pero hay que reconocer también que nunca fue más fácil conectar con gente maja gracias a las redes sociales.

Pídele a la Virgen que te ayude a poner en contacto a tus hijos e hijas jóvenes con buena gente.

Ella es la mejor, la gran ingeniera de comunicaciones. Además, Ella te ofrece la mejor protección, con su propio factor 50, ese que consigues sumando, una a una, las avemarías del rosario.

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