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¿Crisis matrimonial? Cuidado en quién nos apoyamos

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Benito Rodríguez - publicado el 04/08/21
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Muchos consejos bienintencionados pueden ser perjudiciales y precipitar la ruptura de una relación que podría salvarse

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Los expertos alertan del riesgo de malos consejeros en situaciones de crisis matrimoniales que pueden desembocar en separaciones y divorcio. El dolor en esos momentos hace sentirse a la persona vulnerable y buscar ayuda y consuelo.

Pero no todos los consejos son buenos, aunque sean bienintencionados. Las crisis son también oportunidades de crecer, con ayuda profesional y un enfoque adecuado. Merece la pena “intentarlo todo” antes de tirar la toalla.

Hoy en día, son muchos los matrimonios que vienen a consulta con situaciones delicadas que se han engrandecido por diversos factores, entre ellos los consejos que reciben de otras personas (amigos, conocidos, familiares…) o por no encontrar un enfoque adecuado en determinados profesionales de la psicología, la psiquiatría o el coaching, entre otros”.

Así se lo cuenta a Aleteia Teresa Lamana, psicóloga sanitaria del Centro de Atención Integral a la Familia (CAIF) Universidad Francisco de Vitoria. 

El sentimiento de vulnerabilidad en momentos de debilidad hace buscar consejo antes de tomar una decisión, como la separación o el divorcio. Pero Lamana insiste en que ese consejo para orientar en la toma de decisiones no puede determinar nuestras decisiones: “sois vosotros, esposo y esposa, quienes mejor conocéis vuestro matrimonio, con sus puntos fuertes y sus puntos débiles, con sus mejores y sus peores momentos. Y esa intimidad que solo habéis vivido vosotros no debe ser juzgada por nadie más”. 

Los terapeutas familiares ponen como ejemplo algunos consejos que –si bien pueden decirse con buena intención- no contribuyen a solventar el problema, más bien a aumentarlo:

    Se podría decir que estos consejos –como dice la terapeuta de familia Mónica de Aysa- siguen la máxima del refrán “muerto el perro se acabó la rabia”. Pero, ¿es realmente así? ¿Matando el perro –sacando de nuestra vida a la persona con la que nos cuesta convivir- se acaban los problemas? Esta terapeuta recomienda “no cortar por lo sano”, “no caer en la desesperanza” e “intentarlo todo” para salvar el matrimonio.

    Cuando las crisis matrimoniales son complicadas, parecen no tener solución y los esfuerzos ‘caseros’ no han dado resultado, lo más recomendable es buscar ayuda profesional de acuerdo con las creencias del matrimonio.

    Es importante el concepto de matrimonio, ya que hoy se entiende de maneras muy diferentes en la sociedad. Así, una terapia arraigada en unos principios diferentes a la donación que se promulga desde el cristianismo, puede ser contraproducente para el matrimonio.

    Para Teresa Lamana, “dentro de los profesionales a los que se puede acudir podría destacar: mediadores familiares, en caso de tener que tomar una decisión vinculada a temas más legales; a un sacerdote, cuando el tema espiritual en el plano conyugal se resiente; o a un psicólogo especialista en terapia de pareja, para que os ayude a mejorar la comunicación y poder trabajar las heridas que en este momento os están haciendo sufrir”.  

    La terapeuta Mónica de Aysa reconoce que “ recibimos muchas parejas en las que uno de los dos no cree en las terapias y acuden porque el otro se empeña o lo suplica. La ignorancia acerca del desarrollo de las mismas lleva a prejuzgar lo que va a desencadenarse si abrimos nuestra intimidad. No somos capaces de informarnos en serio de cómo curar una dolencia que afecta a lo más profundo de nuestra vida? Los profesionales saben cómo manejar el secreto de oficio, recibiendo individualmente a las personas de modo que las sesiones conjuntas sólo discurran en momentos oportunos y estando ya los dos dispuestos a corregir actitudes y reconocer errores”.

    Si existe ya una crisis matrimonial, además de la terapia profesional, la directora del Centro de Atención Psicológica y Familiar Vínculos, María del Carmen González Rivas, recomienda estas prácticas en pareja que pueden convertir esa crisis en una oportunidad de crecimiento, superación y desafío para el matrimonio:

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