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Brasil suele ser un país asociado al calor y lo tropical. Sin embargo, debido a su vasta extensión, la zona sur del país suele sufrir el invierno al igual que los otros países vecinos del Cono Sur. Incluso, hace poco, algunas zonas hasta se han ilusionado y festejado con la llegada de la nieve.
No obstante, para otros, el frío suele ser sinónimo de sufrimiento. Es ahí donde, una vez más, la Iglesia muestra su mano tendida y calurosa.
Según informó la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil, CNBB, las iglesias de los estados de las regiones sudeste y sur vienen organizando espacios para apaciguar “el frío y el hambre de las personas sin hogar”.
Un claro ejemplo es lo que sucede en Porto Alegre con sitios como el gimnasio Gigantinho, que sirve como dormitorio para personas sin hogar. A través del Mensajero de la Caridad, estas personas reciben mantas y colchones para pasar una noche cálida y tranquila.
Otras de las acciones se realizan en plena calle. Por ejemplo, en la diócesis de Guarulhos (San Pablo) a través de la pastoral que atiende a personas en situación de calle. Son varios los voluntarios que salen de manera diaria a ofrecer chocolate, café, además de abrigos, ente otras colaboraciones.
“Intentamos convencer a los hermanos de que fueran a refugios. Mantenemos equipos que normalmente salen a cenar todas las noches. ¡Dios bendiga, Santa Dulce de los Pobres, protégenos!”, exclamó el asesor de esta pastoral, el padre Paulo Leandro da Silva.
Un último ejemplo llega desde Santa Luiza de Marillac en la diócesis de Maringá, estado de Paraná. Es ahí donde desde hace varios años funciona un espacio de tránsito que ayuda a personas en situación de vulnerabilidad. La colaboración se hace a través del ofrecimiento de alimentos, ropa, atención psicosocial y servicios de aseo.
“Ofrecemos a las personas las condiciones para no dormir en las aceras durante este período de frío más intenso. El albergue también ofrece leche caliente para calentar el corazón”, señaló fray Carlos Burdini, coordinador del albergue.
Pero la acción no se queda ahí. Después de ser recibidas, las personas son llevadas a la denominada “Casa de Passagem” donde permanecen unos 90 días. Es ahí donde aparece la asistencia social, psicológica, además de propuestas en procura de que los beneficiarios también puedan obtener empleos.