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"¿Cómo están mis hijos? Dime compañera…" Así parte la letra de la canción “Soñar, amar”, escrita por un grupo de internas del Centro Penitenciario Femenino de Santiago (CPF) en Chile. Es la pregunta que ronda en sus cabezas con mayor fuerza desde el inicio de la pandemia. El inevitable contagio masivo por COVID-19 obligó a endurecer las restricciones para las visitas y con ello, pasaron 15 meses de un mayor aislamiento, donde el encuentro con sus hijos y familia solo fue posible al teléfono.
Actualmente, en Chile hay poco más de 3.000 mujeres privadas de libertad que corresponden a menos del 10% de la población penal total del país, lo que es significativo comparado con el total de hombres recluidos. Recientemente han vuelto las visitas presenciales cada 15 días, las que son aún más restringidas, no existe posibilidad de abrazos, contacto físico y el uso de mascarilla es obligatorio.
La hermana Nelly León, capellana del CPF en Chile, conoce muy bien lo vivido entre las privadas de libertad. Y más con la llegada del coronavirus, momento en el cual se trasladó a vivir con ellas y así disminuir la posibilidad de ser un agente de contagio en su Congregación de las Hermanas del Buen Pastor.
“Vivir aquí cambió tremendamente mi perspectiva, tuve un acercamiento mucho más profundo con las internas y también con las funcionarias. Aquí están las más pobres, entre las pobres y lo que rescato es la riqueza solidaria que se vive entre las mujeres de la cárcel, la preocupación y el cuidado por las otras que se dio, especialmente cuando enfermaron. En términos de emociones hay mucha tristeza, desolación, mucha soledad, porque aún cuando nosotros acompañamos al máximo, nada es comparable con poder abrazar a sus hijos, a su familia”.
Nelly y su equipo preparaban a un grupo de internas para cantar en bautizos y catequesis, algunas habían formado parte de un coro en la cárcel, cuando las invitaron a participar del concurso “Canta tu sueño” en esa zona de Chile.
“Les preguntamos a ellas con qué sueñan, qué les gustaría transmitir y así empezaron a salir frases muy bonitas que fueron formando la letra de 'Soñar, amar'", expresó Nelly.
La canción tiene un mensaje muy potente y refleja el sufrimiento por estar alejadas de sus seres queridos, acrecentado en estos largos meses de pandemia”, afirma.
Magaly Bruna y Yasna Olivares son dos de las creadoras y cantantes de “Soñar, amar”. Tienen mucho en común, ambas son madres de tres hijos, tienen una condena por ocho años y comparten el dolor diario de estar alejadas de quienes más les importan.
“Todas sentimos la ausencia de la familia, el abrazo, la comunicación presencial con los hijos. Yo soy muy emotiva, me da mucha pena esto y queríamos demostrar que tenemos sentimientos como todos. Mis hijos la encontraron triste, pero linda, me apoyan mucho. Agradezco la instancia de poder hacer algo nosotras, la gente que la escuche va a notar que la hicimos con el corazón y es muy bueno que se escuche en todas partes”, cuenta a Aleteia Magaly.
“Estoy contenta de haber participado en algo positivo, feliz de que toda mi familia y cercanos puedan escuchar la canción, de que la gente se de cuenta que somos humanas, que también tenemos sentimientos, que sufrimos. Este tiempo sin verlos presencialmente, ha sido lo más terrible, perdí mucho la comunicación. Mi sueño es volver a estar con ellos, retomar las riendas de mi casa, guiar a mis hijos”, expresa, por su parte, Yasna.
Nelly invita a todos a escuchar la canción que está disponible en Youtube.
“Lo que esperamos es visibilizar sus dolores, su realidad y también la esperanza implícita de caminar a un país más justo, tener una oportunidad es lo que claman. Desde siempre, el Estado ha puesto el foco en que la represión es lo que va a transformar los corazones de la gente y todos mis años de experiencia dicen que eso nunca da resultados, las personas necesitan oportunidades. Cuando se priva una persona de libertad no significa que también se prive de dignidad, ahí está la deuda que debemos trabajar”, agregó.