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Hay frases de Louisa May Alcott que tengo grabadas a fuego, pero la que más me marcó fue, sin duda, una recomendación que la madre de las jovencitas les da a estas ante la brusquedad del carácter de la indomable Jo: ”Se puede más con miel que con hiel”.
Si buscas este refrán en el refranero de Google, encontrarás la siguiente definición: ”Se utiliza para explicar que, si quieres atraer la voluntad de alguien, lo mejor es la dulzura”. Una gran verdad, la misma verdad que puedes observar en el mismo refranero cuando habla del marcador de uso de dicho refrán: "Absolutamente en desuso”. Y así es, está en desuso el refrán y, por desgracia, también está en desuso la idea que contiene.
Llevamos años acostumbrándonos, gracias, entre otras cosas, a los programas de televisión, a hablar con altivez, con crispación, y sacando la tarjeta roja de "voy a llamar a mi abogado” a la primera de cambio.
Está claro que lo de la miel ha quedado en el olvido. Pero, esta semana, he vuelto a tener fe en que volvamos a destapar el tarro de la miel, dejando en desuso la hiel. Esa fe me la han devuelto las siguientes dos razones:
1- Las apps, estas instituciones tan poderosas en nuestra sociedad, han devuelto a la amabilidad el valor que se merece. Alguien que quiere comprar, vender, alquilar, no se arriesga a perder ninguna estrella. Las apps no aplauden a los más bordes, a los de “mecha corta”, como dicen ahora. Las apps valoran la seriedad y el rigor en la información, el trato amable y educado. Reflexionando sobre las estrellas que conceden las apps a los usuarios, me acordé del curso de orientación familiar que hice hace ya mucho tiempo con Mr. Square. En el curso recomendaban poner estrellas en la puerta de la nevera cuando los niños cumpliesen sus objetivos, algo que sirviese de motivación. No me negaréis que era una medida visionaria que adoptaron las apps años más tarde.
2- Tomás Melendo publicó en sus redes sociales que: ”Las personas somos capaces de mejorar en proporción directa al amor que nos brindan: avanzamos con rapidez cuando nos quieren mucho, y es casi imposible que mejoremos si nadie nos quiere de veras”.
Creo que, en este otoño-invierno, entre las apps y el apoyo de gente como Tomás Melendo, volverá la miel a ser tendencia. No dejes que este accesorio imprescindible para esta temporada se quede fuera de tu casa. Porque sólo con miel conseguirás corregir un error o un defecto de manera productiva. Con hiel alguien te obedecerá, pero dejará de hacerlo cuando tú no estés delante. Además, las críticas muy hirientes o desafortunadas pueden provocar repugnancia a lo que quieres enseñar. Por ejemplo: si humillas a un niño cuando coloca mal los cubiertos en la mesa, no sólo conseguirás que acabe harto de ti, sino que provocarás que desprecie el uso del protocolo.
¿Te acuerdas de la frase “eso sólo se lo consiento a mi madre”? Cuando usamos este dicho, volvemos a la misma idea. Se lo consentimos a nuestra madre porque sabemos que nos quiere, y ese amor la legitima para poder decirnos lo que sea. Sin amor, no eres quien para corregir nada.
En el libro “Nacemos para no morir nunca”, se deja muy claro que, quien no quiere siempre, siempre hiere. Si quieres corregir, si quieres educar, si quieres ayudar, lo primero que tienes que hacer es querer. Querer, y que se note. ¿De qué te serviría tener una cuenta bancaria llena de millones en las Islas Caimán si no conocieras su existencia? Deja claro, a la gente que quieres, de todas las formas que se te ocurran, lo forrados que están. Que tienen contigo un cheque en blanco. Si lo consigues, podrás ayudarles, podrás aconsejarles. Te lo consentirán como se lo consienten a sus madres. El amor te legitima. ¿Nos volvemos más fashion victims y llenamos la vida de miel, olvidándonos de la old fashioned hiel? ¿Llenamos la vida de estrellas y cheques en blanco? Why not?